La Voz del Interior @lavozcomar: Dante Spinetta, sobre su refulgente presente funkero: Juego en mi posición

Dante Spinetta, sobre su refulgente presente funkero: Juego en mi posición

Dante Spinetta abre el Zoom para contactarse con La Voz y a sus espaldas dejar ver una biblioteca en la que, además de libros, apila CD’s y dispone sus refulgentes premios Grammy Latinos y Gardel.

–¿Escuchás CD’s?

–Sí, 100%. Es un formato que me encanta. Me gustan también los discos que salieron en la época del CD, que están masterizados para ese formato. Los discos de los ‘90 suenan mejor ahí que en ningún otro lado.

–Aparte es el formato que contuvo tu cenit creativo en los ‘90.

–Total, es así. Los vinilos también me encantan pero hace un par de años empecé a comprarlos. Antes, no. Cuando era pibe no tenía donde escucharlos.

OK, todo bien con el intercambio activado por el contexto visual, pero la entrevista con una de las mitades de Illya Kuryaki & The Valderramas se pautó para promocionar su show de este sábado (en Club Paraguay, a las 19) y para hablar de un presente fulgurante en términos funkeros, al que se llegó por la defensa en vivo de Mesa dulce (su último disco de estudio) y por las publicaciones de dos obras complementarias a él. Una fue Damasco Sessions, revisión en vivo del repertorio para publicarla en audiovisual; otra, el minidocumental Por ahí voy a ser músico, en el que sintetiza de manera brillante sus propósitos estéticos y cuyo título se desprende de un diálogo breve que tiene con su padre cuando él era un niñito.

Damasco Sessions fue producto del entusiasmo desbordante que le produjo Mesa dulce. “Tiene que ver con eso que decís”, concede. “Obviamente, fue grabado con el cebe de mostrar cómo sonaba el disco pero en vivo –precisa-. Pero lo hicimos antes de salir de gira, porque lo grabamos bastante tiempo antes de haberlo posteado. Es el primer show en vivo del disco. No lo habíamos tocado nunca a Mesa dulce hasta ahí”.

“Estábamos con toda la carga energética de querer tocarlo, lo veníamos escuchando y dijimos con la banda ‘Vamos a grabarlo ahora que tenemos tiempo antes de la gira’. Quedó rebueno. Después de la (similar iniciativa) Niguiri Sessions, me pareció súper interesante plasmar los discos en un vivo para YouTube, tocarlos para que los vean. Es un contenido que va muy conmigo, ya que me gusta tocar tanto en vivo”, completó.

Esto también está linkeado a Mesa dulce en el sentido de que en el disco subyace un mensaje potente: en él, Dante quiere dejar en claro la naturaleza de su vínculo con la música; sin dobleces, manifiesta que siempre puso, pone y pondrá sus entrañas para empoderar su expresión artística.

En fin, un músico consumado sin planes B. “Totalmente, brother, es eso –sostiene-. Es justamente jugar en mi posición. Porque también puedo meterme en mundos diferentes, pero donde mejor juego es en esta posición, que es la del funk, la de las melodías y la del groove… Es ahí donde realmente me siento más cómodo que en ningún otro lado, y Mesa dulce es como el comienzo de esta nueva etapa. Ya estoy grabando un nuevo álbum y está re picante”.

–¿Qué podés adelantar de eso?

–Insisto, será re picante. Básicamente estoy con el mismo team, con los tres músicos que grabaron en Mesa dulce: Pablo González en la batería, Mati Méndez en el bajo y Axel Introini en teclados. En lo demás, yo. Seguramente sume colaboradores en los vientos, en las cuerdas… Y habrá un par de invitados de lujo, ya se están confirmando algunos. Es una continuación de Mesa dulce pero diferente, tiene otras cosas… No sé, estoy muy cebado… Ahora me voy a ensayar y después me quedo grabando. Imaginate, todo el día orientado a que el disco quede como la puta madre. Obviamente, todo pasa teniendo a Mesa dulce encima. Porque todavía estoy sintiendo el brillo de este álbum que, la verdad, me cambió un poco la carrera. Vengo de tocar en Europa; vengo de tocar en Perú, en México… Todo lo que pasó acá en Argentina con la gira y los Gardel, más los Grammy Latinos… Estoy disfrutando de estar de gira y de grabar lo nuevo; me muevo impregnado de esa energía funkera.

-A propósito de premios, veo que tenés los Grammy y los Gardel bien ordenados en ese mueble. Tu viejo decía que eran “viejas medallas”. ¿Vos qué entidad les das?

–Es un reconocimiento al trabajo que está bueno. Mi viejo se hubiera merecido todos los Grammy por la música que hizo, pero a veces la industria no llega a capturar la inmensidad de artistas tan revolucionarios como él. A mí se me dio haber ganado cuatro y los aprecio mucho. Porque si bien el premio más importante es el de la gente, el reconocimiento de la industria es lindo y… ¡Y es divertido!

–¿Sí?

–Es divertida la gala de los Grammy. Es una locura, de golpe estás hablando con alguien que nunca en tu vida te imaginaste hablar y pasan momentos mágicos, surrealistas. Estás sentado y al lado tuyo, no sé, de repente tenés a una banda regional mexicana y a Marc Anthony, mientras un toque más allá lo ves a Santana y a Residente. Todo está mezclado en la ceremonia y después mucho más en la fiesta. No me desvela, pero ayuda un montón, es una chapa importante.

–Bueno, esa confluencia de vibraciones culturales a la que aludís es la que supo bajar a la música IKV, ¿no?

–Para mí, ser parte de esa genética latinoamericana del urbano es increíble. Estoy muy agradecido a eso porque en su momento fue muy cuesta arriba. Mucha gente nos consideraba como traicioneros a la patria. La palabra rap generaba muchos “¿qué es eso?” y más si venía de un Spinetta. Me decían algo tipo “si tu viejo se enterara” sin imaginarse que él me recontrabancaba. Teníamos la banca de quienes realmente nos importaban… Hace poco viajé con (Ricardo) Mollo en un avión. Veníamos del Cosquín y nos sentamos juntos. Nos la pasamos todo el tiempo hablando de guitarras, de pedales, de la vida… Y de repente recordamos que cuando éramos chiquitos con los Kuryaki, (Federico) Gil Solá, que era el batero, nos había visto en vivo y se había copado tanto que les mando un VHS con nuestros videos a los Fishbone, que eran sus amigos. “Miren lo que está pasando con estos pibes en Argentina”. Pero no quedó ahí, los Divididos nos llevaron a rapear a Cemento a nuestros 15 años, 16 están. Eso recordábamos con Ricardo, era la época de El 38. Fue súper, shockeamos. Pero también nos comimos mala onda de alguna gente por esta aventura de tirar puertas abajo. Nos tocó hacerlo y estuvo increíble. Tanto, como que las nuevas generaciones lo reconozcan.

–En tu minidocumental decís que sos parte “del humo del rock & roll”. Ahora bien, ¿cuál fue tu propia epifanía? ¿La revelación que tus viejos no podrían haberte acercado?

–Fue con Michael Jackson, con Thriller (1982). Era algo mío alucinar con el sonido de ese disco y con cómo cantaba él. Otro disco que me arrancó la cabeza, y el que me llevó a decir “quiero hacer rap, esto es lo mío”, fue Raising Hell (1986) de Run-D.M.C., que tenía Walk This Way con Aerosmith. Y los primeros de los Beastie Boys… ¡License to Ill (1986)! Ellos se cagaban de risa, tenían humor; queríamos un mood así. Todo eso tenía una energía mucho más parecida a la mía, porque el rock era más quemado: pelos largos, drogas, humo, alcohol… Yo tenía otro flash, era un pibito. Entonces, como era un niño, el breakdance me sentaba mejor. Yo tenía una fijación muy grande con todo lo rítmico; y en mi casa se escuchaba mucho funk: la parte funkera de Herbie Hancock; la etapa de Rocky en la que había bailarines de breakdance y scratches; Earth, Wind & Fire; Stevie Wonder; Prince… Pero fue Raising Hell el que me volvió loco. Al CD me lo regaló (Andrés) Calamaro.

–Desarrolle, por favor…

–Cuando tenía 14 años me fui solo a su casa para decirle que quería que nos produzca el primer disco. Primero lo llamé y me dijo “venite”. Charlamos y me contó que se estaba yendo a España… Igual, hablamos un montón de música, me recomendó gente y me regaló dos CD’s: uno fue Raising Hell; y el otro, Bigger and Deffer (1987), de LL Cool J. Esos discos fueron clave para mí… Es más, cuando Andrés me los regaló, no teníamos CD player en casa. Y fue “tengo que salir a buscar donde escucharlos”.

–¿Qué profesión hubieras abrazado en el improbable caso de que la música pasara de largo?

–Soy músico desde que nací, pero si hubiera tenido que ser otra cosa, capaz que hubiera sido chef. Es algo súper creativo y, para ser bueno, tenés que hacer algo similar a lo que hice en mi carrera: mezclar muchos ingredientes y bien.

En vivo

Dante Spinetta actuará este sábado en Club Paraguay (Marcelo T. de Alvear 651), a las 19. Entradas en alpogo.com. Desde $15.000.

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