La Voz del Interior @lavozcomar: Cuando la humildad es noticia

Cuando la humildad es noticia

Julián Álvarez es una estrella que brilla en el fútbol español, en Europa y en el mundo.

Como pocos, juega “en equipo”; convierte goles y los facilita; festeja los propios y se alegra por los ajenos. Y, también como pocos, responde a los periodistas con el mismo tono que usa en Calchín.

Ganó todas las competencias posibles para un jugador profesional y, de a poco, se ha vuelto un referente para chicos y chicas que comenzaron a elegirlo por su conducta alejada de gestos ampulosos o soberbios, de esos que abundan en el ambiente.

Lo llamativo es que Julián, ganador, figura mundial y famoso… es noticia por su humildad.

Definamos el término

Tradicionalmente considerada como la madre de todas las virtudes, la humildad combina modestia y un genuino reconocimiento de los demás.

La etimología aclara el sentido. La palabra proviene del latín “humilis”, “humus”, términos que remiten a la tierra; impecable metáfora de “tener los pies sobre la tierra” (o, en este caso, sobre el césped).

Las religiones monoteístas ensalzan la humildad. La palabra hebrea “avanáh” incluye un valor preciado en la infancia: el altruismo; es decir, la voluntad de ayudar a los demás de manera desinteresada.

En coincidencia, el islam utiliza “tawadhu”, un término que significa comprender la verdadera dimensión humana en relación con Dios y actuar con sencillez en conductas y acciones cotidianas.

No obstante, es frecuente que en conversaciones cotidianas la palabra humildad asuma significados alejados de su raíz; por ejemplo, si se la utiliza como adjetivo.

Se suele llamar “humilde” a una persona pobre, eufemismo que reemplaza la verdadera condición de carencia. También se les dice humildes a ciertas viviendas, indumentaria e incluso a aportes económicos, en el entendimiento de que son precarios o escasos.

En mi (humilde) opinión, la palabra experimentó naturales deformaciones a lo largo del tiempo y quedó instalada para usos múltiples. Por fortuna, sigue manteniendo su dignidad original cuando se la usa como sustantivo.

Pero volviendo al hijo dilecto de Calchín, su humildad no cayó del cielo; tampoco es un atributo heredado ni una bendición.

Por el contrario, es el resultado de una laboriosa siembra realizada durante la infancia y la adolescencia a cargo de las instituciones educativas elementales: su familia, su escuela y su comunidad.

Cada una procuró cariño y comida a tiempo; estudio y esfuerzo a tiempo; frustraciones y obstáculos a tiempo, y los estímulos necesarios para avanzar.

Poderosa sembradora de humildad fue una abuela de Julián; cumpliendo con lo que se espera de todo abuelo, cocinó, acompañó y relató historias de identidad.

Los hermanos –dos– también sembraron a su manera. Desafiaron siempre, provocaron siempre y pelearon cada día y a toda hora. Bajo el engaño de disputar lugares, comidas y elogios, la pelea eterna es por la preferencia de los padres. Así se pulen egoísmos y caprichos.

Sus maestros sembraron con vocación y afecto; a pesar de los sueldos de miseria.

El territorio de siembra fue una comunidad pequeña donde sobran veredas, plazas y amigos; donde el uniforme del colegio uniforma; donde todos se saludan (a diferencia de las grandes urbes, en las que es posible recorrerlas durante días sin reconocer a alguien ni ser reconocido).

Pasó el tiempo y la cosecha fue inevitable: quintales de humildad.

Para ser moderado, para respetar los tiempos, para saber esperar. O, sencillamente, para dar un pase al compañero mejor ubicado y disfrutarlo, más que convertir el gol.

* Médico

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