Cuando el rugby cambia vidas: la serie que retrata la historia de Espartanos
La reinserción de presos en la sociedad es un tema de debate constante y una pelota que los gobiernos se van pasando sin propuestas claras que garanticen una convivencia armónica tras la salida de prisión. Eduardo “Coco” Oderigo, abogado y jugador de rugby, trabajó en el Poder Judicial y, cansado de las quejas sin respuestas, decidió meter mano en el asunto. Así, se le ocurrió unir su pasión con una causa noble: el rugby como agente de cambio entre presidiarios.
La tarea no fue fácil y las trabas en el camino no faltaron, pero con perseverancia y mucho ingenio, Coco fundó en 2009 Espartanos, el primer equipo de rugby carcelario de Argentina, para que los reclusos puedan entrenar y adquirir valores en el deporte buscando su reinserción social.
Su historia, una de esperanza y superación, atrajo la mirada de Pegsa, la productora audiovisual de Agustín Pichot, quien junto con Disney+ la convirtió en Espartanos, una historia real, una serie imperdible que se estrena este 19 de febrero.
La nueva producción está protagonizada por Guillermo Pfening, Pablo Rago, Lautaro Zera y cuenta con la actuación especial de Jorge Suárez y con la participación especial de Juana Viale, Carla Pandolfi y Valentín Villafañe. Completan el elenco exjugadores del seleccionado nacional de rugby de Argentina Juan Leguizamón y Javier Ortega Desio, el rapero G Sony y el actor Lautaro Delgado Tymruk.
En las oficinas de Disney en Buenos Aires, La Voz tuvo la posibilidad de hablar con Coco y con el protagonista de la serie, Guillermo Pfening. Luego, a través de una comunicación virtual, con su director, Sebastián Pivotto.
Las dificultades de llevar la historia a la ficción
Oderigo contó que el proceso de llevar la serie a la pantalla fue largo y lleno de incertidumbre. Cuando Pichot le presentó la idea, al principio se mostró escéptico. “¡Qué difícil! ¡Qué raro que alguien se vaya a interesar en algo mío!”, fueron sus pensamientos inicialmente. Sin embargo, cuando esa semilla se convirtió en un proyecto serio, pasó de las dudas a los miedos. “Me preguntaba cómo se iba a contar, si iba a estar yo solo o iba a estar mi familia, si a los Espartanos le iba a gustar, me hice muchas preguntas. Pero de a poquito fueron apareciendo las respuestas y un apoyo enorme de Disney, de Pegsa, de la gente que estuvo ligada a la serie, y me fue generando muchísima confianza”, recordó Coco, con templanza.
A Guillermo le sucedió algo similar. Según contó, cuando le plantearon llevar a la ficción un personaje real le pareció un desafío complejo de superar. “Yo había interpretado personajes históricos que no estaban ahí para decirme absolutamente nada”, recordó, como cuando le dio vida a Luis Jorge Fontana en Fontana, la frontera interior o Henri Guillaumet en Voladora.
Esta vez, Coco estaría allí para marcarle el paso. “Me preguntaban si podría hacerlo. Además, se sumaba interpretar a un personaje en un ámbito carcelario, pararme delante de todos, ser la voz mandante… Por otro lado, el rugby. Tuve que entrenar y aprender, porque es un deporte que nunca había jugado”, detalló sobre las cuestiones que significaban obstáculos a la hora de volcarse al proyecto. No obstante, esa neblina que lo cubría se desvaneció una vez que conoció a Oderigo. “Entendí que iba por otro lado, por conectar con la mirada, no por levantar la voz, ni por ejercer fuerza. Era a través de mucha espiritualidad y humanidad. Ahí me quedé tranquilo porque esa fue mi bolla, mi anclaje”, soltó, casi como un suspiro de alivio y tranquilidad.
Además, el actor confesó que, en algunos aspectos, el universo de Oderigo estaba completamente alejado de su realidad y que sumergirse en él lo cambió. “Siento que me ha transformado en un mejor actor y en una mejor persona también”, destacó.
Lo cierto es que es bastante fácil entender por qué puede causar temor tener que ponerse en los zapatos de alguien como Oderigo. Se trata de un hombre que transmite dulzura y calidez, pero también disciplina y rectitud, que se puso al hombro una tarea titánica que muchos preferirían obviar, y que transformó la vida de familias enteras con su solidaridad y empatía.
Seguir adelante a pesar de las críticas
Pero, ¿qué motivó a Coco a hacer algo que, como en la misma serie se refleja, viene cargado de prejuicios, críticas e incluso rechazo? En sus propias palabras, su paso por el Poder Judicial lo incentivó a “hacer”. “No había tiempo para la queja. Siempre estuve en contra de las personas quejosas”, recordó. En cuanto al proyecto que luego se convirtió en Espartanos, era algo que venía rondando porque recibía comentarios sobre el sistema carcelario a menudo. “Escuchaba muchas críticas, decían que los gobiernos tenían que solucionar el problema pero los gobiernos cambiaban y las quejas seguían. Fue entonces cuando me propuse, en vez de quejarme, hacer algo”, contó.
Así fue como unió el rugby, con su necesidad de hacer algo para cambiar las cosas. De todas maneras, cabe destacar que llevarlo a cabo no fue nada fácil. “Lo ofrecí sin saber qué podía llegar a resultar. Reboté de entrada con el director (de la cárcel). Había que buscarle la vuelta para que diga que sí, había que ponerle la cabeza. En la serie se muestra esto, cómo hubo que rebuscársela con ingenio para lograrlo”, destacó Oderigo, quien además insistió en que la serie retrató toda la historia casi a la perfección.
El estigma sobre el rugby
A pesar del mensaje esperanzador de la serie, en la charla es imposible ignorar el elefante en la habitación: el rugby es un deporte ligado pública y mediáticamente con la violencia. Esto se debe a eventos de público conocimiento, como el caso de Fernando Báez Sosa, quien fue asesinado a golpes por un grupo de rugbiers en Villa Gesell el 18 de enero de 2020.
Teniendo en claro el estigma alrededor de este deporte, Coco subrayó que, en primera instancia, no existe tal cosa como “los valores del rugby”. “Los valores son de la vida. Querer adjudicarlos al rugby es demasiado grande. Mucha gente lo dice, pero lo único que crea eso es resentimiento en quienes supuestamente no lo tienen. Ese resentimiento que se genera por creerse más que otro, el día que cometes un error, se te cae todo encima. Esto pasó y hace que repensarnos un poco más”, analizó el abogado, en un tono más serio, pero sin perder la sensibilidad y, sobre todo, su aura de educador.
Oderigo señaló también que el crimen de Baez Sosa invita “buscarle la vuelta” para que no vuelva a ocurrir, “a ver dónde nos equivocamos para que no vuelva a suceder, para trabajar la humildad y bajar el ego”.
Así mismo, subrayó que, en el caso de los Espartanos, el rugby es parte de la solución y no del problema. “Los más violentos de la sociedad, los presos, no habían jugado al rugby, y este deporte fue un agente de cambio. De todo se puede sacar algo bueno, por más estigma que le quieran poner a personas, entidades o deportes. Me puedo quedar en la crítica fácil o poner en uso las herramientas que existen para algo positivo”, reflexionó.
Siguiendo sobre esa línea, en la serie se deja en evidencia las diferentes miradas que la sociedad tiene sobre la reinserción de presos. El protagonista de esta historia deseó que quienes vean la serie sean transformados como sucedió con su entorno en la vida real. “Muchas personas después se animan a dar una mano”, aseguró y amplió: “No hay que enojarse porque quizás no llegó su momento todavía. Hay que darles una oportunidad, no hay que sacarlos de la cancha. Hay que sumar, aunque incomode, aunque piensen distinto. Esos prejuicios, en muchos casos, bajan”.
Para ejemplificar su postura, Oderigo contó que Pablo Gelós, uno de los guionistas de Espartanos, tenía grandes prejuicios con el rugby, al tal punto que se rehusaba a escribir el libro para la serie. Sin embargo, su actitud cambió una vez que conoció la historia.
“Hoy es fanático de lo que generó un deporte dentro de la cárcel. Por suerte se dio esa oportunidad porque si de entrada hubiera dicho que no, cada uno seguiría con su vida pero no se habrían tendido puentes”, cerró Coco, dejando una fuerte elección de vida flotando en el aire.
La serie como “un rayo de luz en un mundo muy oscuro”
Sebastián Pivotto, el director de la serie, contó que el proceso de llevar la historia a la pantalla empezó a partir de los libros, conocerlo a Coco, conocer a los Espartanos en la unidad 48, y a los que están en libertad. “Fui investigando y acompañando. Hubo mucho trabajo de la realidad de los Espartanos dentro y fuera de la prisión”, contó.
Trabajar en un contexto carcelario no fue nada fácil. Sebastián contó que el elenco y el equipo debían seguir estrictas normas de seguridad, sumado a otros factores como que se filmó durante el mundial y que por esos meses había una fuerte sequía. “A pesar de lo duro, obviamente grabar en el contexto real sirvió muchísimo para darle ese realismo que tratamos de darle a la serie”, destacó.
Asimismo, en relación al realismo, Pivotto reveló que le propuso a Disney trabajar con actores poco conocidos. “Para la mayoría de ellos era la primera vez que tenían un contrato para una serie. También hubo un mix de actores y de Espartanos reales. Los actores tuvieron el gran beneficio de tener de compañeros a gente que realmente había vivido lo que ellos estaban interpretando, con lo cual esa unión de dos mundos diferentes ayudó a que todo fluyera de una manera increíble y a mí me aportó verosimilitud, concentración, realidad”, reconoció.
En cuanto a la discusión sobre el sistema penitenciario, la reinserción social y qué puede aportar la serie al tema, Sebastián fue claro: “Creo que es un rayo de luz en un mundo muy oscuro, en una actualidad muy violenta, donde es muy fácil condenar y muy difícil perdonar. Y hay hombres como Coco Oderigo, hay gente detrás de gente como Coco con la voluntad de lograrlo y hay gente que necesita esa ayuda para poder volver a ser una persona que no tenga que delinquir o caer en los lugares más oscuros, ya sea porque tuvo menos posibilidades o no, y pueda volver a tener una oportunidad en la vida”.
De qué va Espartanos
Espartanos, una historia real sigue a Coco, secretario de un juzgado penal y exjugador de rugby que, después de ver con sus propios ojos la realidad de las cárceles argentinas, decide entrenar a un grupo de presos de la Unidad 48 de un penal de la provincia de Buenos Aires y, sin planearlo, funda Espartanos, el primer equipo de rugby carcelario. Sin embargo, no todo es tan sencillo. En el camino a convertir a un grupo de convictos y marginados en un equipo deportivo con posibilidades de reinserción en la sociedad, Coco debe enfrentar el prejuicio de su propio entorno, los problemas de sus jugadores y, sobre todo, los obstáculos del sistema penitenciario.
Para ver “Espartanos”
Compuesta por ocho episodios de 35 minutos, Espartanos, una historia real está escrita por Andrés Gelós y Pablo Gelós, y dirigida por Sebastián Pivotto.
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