La Voz del Interior @lavozcomar: Conflictos sin sentido

Conflictos sin sentido

En un par de días, el presidente Javier Milei sumó dos nuevos conflictos diplomáticos con sus declaraciones. No es la primera vez que le sucede algo semejante. El primer jefe de Estado extranjero con quien tuvo un cruce de agresiones fue el colombiano Gustavo Petro. Luego fue con el español Pedro Sánchez. Ahora, les tocó al boliviano Luis Arce y al brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.

Ningún dirigente político tiene derecho a ofender a quien ocupa la presidencia de otro país. No sólo porque eso implica inmiscuirse en cuestiones internas de esas naciones, sino por imperio de las normas más básicas de las relaciones internacionales, que censuran, como es lógico, ciertas descalificaciones, aun cuando esté permitido criticar al gobernante extranjero. Por ejemplo, cuando se habla de un gobierno autoritario o dictatorial que viola los derechos humanos.

Por lo tanto, si quien cae en esa inconducta es un presidente, el cuadro se agrava. Cuadro que Milei profundiza cuando, ante el pedido de disculpas del gobierno agredido, responde que él tiene razón; que la verdad está de su lado; que lo dicho no es un juicio de valor sino una descripción de la realidad, o que alguien lo agredió a él previamente.

Esto último, si bien se mira, no parece una conducta de adultos, menos si se tiene en cuenta que la asume alguien que está obligado a adecuar su conducta a la investidura presidencial.

El tema no es menor. Por el contrario, es por demás preocupante. Las relaciones diplomáticas de un país no pueden depender de la personalidad de quienes ocupan de manera circunstancial la presidencia. Tampoco de sus ideologías particulares. Son los intereses de un país los que están en juego.

En ese contexto, ¿qué valor podría tener que se recuerde el pasado del presidente colombiano para tildarlo de “terrorista” y “asesino”, o que se califique a la mujer del presidente español como “corrupta”, o que se tilde al presidente de Brasil de “comunista”? Es más, en aras de la diplomacia, un presidente debe saber callarse cuando su palabra no suma nada –o eventualmente puede restar– a los intereses de su patria.

Todos estos principios sirven para regular la actividad presidencial. En ese sentido, es problemático que Milei se excuse de participar en una reunión cumbre del Mercosur con el argumento de que su agenda está “sobrecargada”.

Para que quede claro: el presidente que no puede ir a Paraguay el lunes para una cumbre de presidentes puede viajar el sábado a Camboriú para asistir a la Conferencia de Acción Política Conservadora (uno de los grupos internacionales de esa tendencia), que dura dos días.

¿Dónde estaría el interés para Argentina? ¿Dónde se juega una parte significativa del futuro del país? ¿En una asociación regional de países que comparten legislación y líneas de política pública? ¿O en la reunión de una corriente ideológica determinada?

Sería importante que el Gobierno nacional y su exponente más representativo tuviesen la máxima claridad posible acerca de las prioridades de su gestión.

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