Condenaron a más de seis años de prisión al jefe de un “call center” de Bouwer
Las estafas siguen sin pausa, como así también las cometidas desde las cárceles cordobesas. Lo mismo sucede con la imaginación de quienes las perpetran que, desde los antiguos “cuentos del tío” hasta los más ingeniosos ardides modernos, viene metamorfoseando sus métodos para seguir siempre en la cresta de la ola de su capacidad de engaño.
La semana que pasó fue condenado el jefe de una banda de estafadores que había montado un call center “tumbero” en el Complejo Carcelario N° 1 de Córdoba, “Reverendo Francisco Lucchese”, en inmediaciones de la localidad de Bouwer.
Los otros integrantes de la asociación ilícita ya habían recibido sentencia condenatoria desde que la organización fuera desarticulada el año pasado por el fiscal que viene ocupándose de este tipo de ilícitos cometidos desde las cárceles, Enrique Gavier.
En esta ocasión le tocó rendir cuentas al líder de esa organización delictiva que dejaba víctimas por diversos puntos de toda la geografía argentina, con decenas de casos “exitosos”. El recluso Esteban Pablo Martín Moyano conducía desde ese presidio la organización que primero recolectaba información de particulares y luego la usaba para efectuar llamados con el objeto de engañar particulares con ingeniosos versos.
En esta ocasión, en la Cámara 10ª del Crimen de la ciudad de Córdoba, se ventiló este juicio cuya acusación sostenía que Moyano y los suyos les hacían creer a los destinatarios de los llamados que habían obtenido un premio por mantener activa su línea telefónica.
Una vez que los convencían de la validez de ese beneficio, los hacían conducirse hasta un cajero automático, con la guía vía telefónica en simultáneo y les daban las instrucciones para que enviaran un dinero que les iba a facilitar el cobro de ese premio. El aprovechamiento de esa situación en perjuicio de personas vulnerables les permitió sustraer grandes cantidades de dinero que eran recibidas en cuentas de personas que estaban fuera de la cárcel y formaban parte de la organización. Luego, esos montos se distribuían entre todos los miembros de la banda.
Como si esto fuera poco, con los datos que poseían de sus víctimas, más aquella información que les extraían a personas incautas durante la conversación, hacían compras que llegaban a los domicilios de los “socios” o gestionaban créditos bancarios transferidos a cuentas de los estafadores.
La acusación en el debate fue sostenida por el fiscal de esta cámara, Gustavo Arocena, quien pidió y logró una pena elevada para el líder de la organización delictiva. La sanción fue impuesta por el juez unipersonal de esta cámara Juan José Rojas Moresi.
A las condenas que debía purgar, se le añadieron ahora seis años y dos meses de prisión, con declaración de reincidencia. Con esto último, Moyano se hace acreedor a la imposibilidad de gestionar una libertad condicional, por lo que deberá cumplimentar todas las penas que acumula.
De este modo, con esta última sentencia se cerró esta causa que involucraba a varios integrantes de una asociación ilícita que durante varios meses generó decenas de víctimas en varias provincias argentinas.
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