Con VIH se puede vivir sin límites: las historias de Flor y Sheri
Son las 5 de la tarde y Flor y Sheri inflan globos rosas a un costado del salón. En unos minutos comenzará “Descarga Viral”, un conversatorio –más música– como una de las actividades en el marco del Día Internacional de Respuesta al VIH-Sida.
Florencia Ceballo (30) es la presidenta de la Red Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivxs (Rajap), una asociación civil que ofrece contención integral a personas con VIH de 14 a 30 años en todo el país. Hoy se anima a contar su testimonio para concientizar sobre un tema del que hay mucha desinformación y prejuicios.
Ceballo conoció su diagnóstico en agosto de 2019 tras varios meses de realizarse estudios médicos por una salud debilitada en diferentes centros de salud. “Por ser una mujer cisgénero heterosexual a ningún profesional se le ocurrió realizarme el test de VIH anteriormente. Al principio entré en shock, atravesé un auto estigma y un estigma social grande que me mantuvo en silencio por un año”, recordó.
La activista encontró a Rajap a través de las redes sociales y eso fue “un antes y un después” en su vida. “Ahora estoy empoderada porque tengo información y herramientas que en ese momento no tenía”. Además de su trabajo a nivel federal de la organización, Ceballo trabaja en la Secretaría de la Mujer, Géneros, Diversidad y Gestión Vecinal de la Municipalidad de Córdoba y como voluntaria de testeos del Gobierno provincial.
“Rajap abrazó la niña que se sentía sola y abandonada sin nadie que la escuchara ni contuviera y quitó de mí esa parte de ignorante”, reflexionó Ceballo. Y agregó: “Es importante hablar de VIH para terminar con el estigma, la discriminación, las violencias y tener una mejor calidad de vida”.
Florencia adora pasar tiempo con sus sobrinos y salir a con sus amigos a bailar cuarteto. “Podemos vivir, sentir, amar, estudiar, tener una familia y cumplir nuestros objetivos personales. Claramente hay una vida después de un diagnóstico”.
La experiencia de Sheri Martínez (27) tras conocer su diagnóstico también fue con falta de acompañamiento. “Recibí mi estado serológico por carta en un hospital privado sin asesoramiento de ningún tipo”, contó.
“Al no conocer a nadie que viviera con el VIH, interpreté que no era algo alarmante para mi cuerpo por lo que decidí estar un año sin tratamiento. Cuando quise comenzarlo tuve problemas con la obra social y en una app de citas encontré a un activista y le consulté sobre que hacer y él me habló de Rajap”, dijo.
“Mi idea en ese entonces sobre el VIH fue que era sinónimo de muerte. Con información reaccioné de otra manera, pude aceptar más mi cuerpo, podía quererme a mi misma y entendí que podían existir otras formas de vivir teniendo VIH. Personalmente siento que lo que aprendí en la organización fue la ESI que no tuve en el colegio privado católico al que asistí”.
Sheri intercala su tiempo entre Rajap y los apuntes de la carrera de Enfermería. “Me apasiona la profesión y siento que especialmente la comunidad trans necesita ocupar espacios en la salud”, manifestó.
“Las personas que tenemos VIH podemos realizar cualquier actividad que nos propongamos por que tener el virus no es un ningún impedimento para nada. Quizás lo más difícil fue contarlo al principio pero sin embargo lo más lindo es valorar un poco mas tu cuerpo, me empodera más y tengo mas control”.
Martínez como agente de la sociedad civil recibe reclamos e inquietudes de personas que se acercan a las organizaciones para informarse más sobre el VIH. “Existen algunos casos de desfasajes o tardanzas en el otorgamiento de la medicación pero mayormente opera bien. Si existe incertidumbre por la nueva administración política del país”.
Rajap ofrece acompañamiento, asistencia legal y psicológica a personas con VIH e insiste en que el Estado tenga una respuesta integral al VIH “más humanística y social” más allá de la provisión gratuita de la medicación de los tratamientos antirretrovirales.
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