Con más de 50 mil votos a favor, Passerini fue elegido intendente
Con un resultado contundente, inobjetable, Daniel Passerini fue elegido intendente de la ciudad de Córdoba -el octavo desde el retorno de la democracia-, el escalón más alto de su extensa carrera política.
La menor participación repercutió de manera directa en la cosecha de votos en las urnas: sumó 312.812, frente a los 262.254 que logró Rodrigo de Loredo, quien llegó al día de la elección como el favorito en las encuestas.
La diferencia fue de 50.558 votos (todos los datos con el 99,67% de las mesas escrutadas). En puntos, Passerini llegó al 47,71% de los votos y De Loredo, al 40%, una ventaja de 7,7 puntos. En el escrutinio final, la diferencia puede ser algo superior y el porcentaje de Hacemos Unidos quizá crezca por encima de los 48 puntos.
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Para poner en perspectiva el triunfo del oficialismo: en 2019, Llaryora-Passerini logró 40,2% de los votos, lo que implica una clara ratificación de la gestión. También para comparar con aquella elección a la oposición: el propio De Loredo y Luis Juez sumaron, en listas separadas, 287 mil votos, 25 mil más que los que logró Juntos por el Cambio este domingo.
La campaña de Passerini, de hecho, tuvo como eje la continuidad del modelo y el componente plebiscitario de la elección. Hace cuatro años, Hacemos por Córdoba logró 281.366 votos, 31.500 menos de los que sumó anoche.
Passerini logró diferencias indescontables en las seccionales 10, 11, 12 y 13, los mismos territorios que el 25 de junio llevaron a la gobernación a Martín Llaryora (ver página 15).
En cambio, De Loredo no logró ampliar su base electoral en los circuitos tradicionales de Juntos por el Cambio, y tampoco achicó diferencias en los circuitos propensos a votar al peronismo, tal como era el plan trazado en la campaña que lideró Juan Negri.
Con este resultado, Martín Llaryora puede estrenar su jefatura política: ahora no quedan dudas de que el llaryorismo llegó a la cúspide del poder provincial. Anoche, en la celebración del oficialismo, Juan Schiaretti calificó a su sucesor de “artífice central” del triunfo de Passerini. Después de anoche, el peronismo -en particular el capitalino- le reconoce al próximo mandatario jinetas de general, obtenidas tras haber comandado esta campaña, en la que corrió desde atrás.
El peronismo vuelve a sentar en el Palacio 6 de Julio a un dirigente forjado en el interior provincial: Passerini fue intendente de Cruz Alta, desde donde desembarcó como ministro de José Manuel de la Sota para convertirse en jefe de bloque legislativo de Juan Schiaretti y quedarse, finalmente, con la candidatura a viceintendente de Llaryora, pese a que él prefería a Olga Riutort.
En ese marco, la nueva sociedad que lidera el peronismo cordobés debutará en 140 días, cuando tomen los comandos del Centro Cívico y el Palacio 6 de Julio y se reinicie el ciclo de poder. Llaryora prometió darle “las dos manos” a Passerini, quien no podrá aspirar a una reelección en 2027. No es un dato al pasar: la política deberá reordenarse en torno del límite que tendrá el próximo intendente.
Un carnaval peronista
El resultado electoral, impensado incluso para Llaryora y Passerini, desencadenó el festejo que el gobernador electo no pudo tener en la larga noche del 25 de junio (ver página 7). Ante sus militantes, Llaryora trazó una línea divisora en la oposición cuando pidió un “fuerte aplauso” para quienes “dignamente reconocieron la derrota”. Unos minutos después, Schiaretti le pondría nombre y apellido: Rodrigo de Loredo. No es republicanismo, es empezar a tallar en la interna opositora.
Eufórico, a los gritos, Llaryora estrenó su rol de gobernador de la segunda provincia cuando les recriminó a “los pituquitos de Recoleta” por querer jugar en la política cordobesa. “Cualquiera gobierna en el distrito más rico de Argentina”, disparó hacia Horario Rodríguez Larreta (y Mauricio Macri); “Este es el hito del cambio”, dijo del peronismo de Córdoba, en lo que pareció una indirecta a Patricia Bullrich.
Recargado, empoderado, insistió en su proyecto de “partido cordobés”, la “nueva expresión política que tumbó todos los pronósticos y las encuestas”, dijo a la muchedumbre que minutos antes había cantado la Marcha Peronista a capela.
De Loredo, el derrotado
A las 21.15, sin un dato oficial, Rodrigo de Loredo reconoció la derrota: “La diferencia está a favor del otro lado”, dijo rodeado de las figuras nacionales de Juntos por el Cambio, quienes llegaron a Córdoba para participar de la fiesta que no fue. Sobresalían Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, los precandidatos presidenciales de la oposición, quienes esperaban que el resultado cordobés reforzara la campaña nacional (ver página 10).
De Loredo dijo que “fallaron las encuestas” y que “podría haber influido la poca participación”, dos excusas para gambetear las responsabilidades propias y las de su espacio. 10 minutos después, el radical salió del búnker solo, como transitó una campaña enfocada en su figura. Una muestra clara de esa estrategia solitaria fue la integración de la lista que ingresará al Concejo Deliberante a fines de noviembre.
La reconfiguración de la oposición es una incógnita, ante la anarquía que reina en el radicalismo desde anoche, sin líderes a la vista y con la renovación en stand by, y el rearmado del Frente Cívico. Este domingo, cuando fue a votar, Luis Juez dijo ante los periodistas que lo esperaban: “Podrían estar entrevistando al gobernador de Córdoba. Ahora hay que esperar cuatro años”.
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