La Voz del Interior @lavozcomar: Con el Rigi, Argentina puede empezar a fomentar e incrementar sus inversiones

Con el Rigi, Argentina puede empezar a fomentar e incrementar sus inversiones

La aprobación definitiva de la Ley Bases por parte de la Cámara de Diputados de la Nación constituye un hito para el gobierno de Javier Milei, ya que luego de más de seis meses logra aprobar su primer proyecto de ley.

La ley incluye múltiples reformas necesarias para que Argentina pueda retomar el sendero del crecimiento sostenido. Entre ellas, se destaca el caso del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (Rigi). Bajo su alcance, se aprueba un esquema impositivo que establece estímulos para la captación de inversiones de al menos 200 millones de dólares estadounidenses.

La participación en el esquema será posible inicialmente durante un período de dos años, y los beneficios impositivos y cambiarios de los proyectos aprobados serán por 30 años. Los principales sectores incluidos son el forestal, infraestructura, minería, energía, petróleo, gas, siderurgia, tecnología y turismo.

La norma asigna un cupo de 20% de adquisición a proveedores locales, con lo que se busca derramar el impacto positivo de estas inversiones a lo largo de la cadena de valor local, “siempre y cuando la oferta se encuentre disponible y en condiciones de mercado en cuanto a precio y calidad”.

La importancia de este régimen desde el plano económico radica en que Argentina necesita fomentar e incrementar sus inversiones. En la última década, las inversiones (medidas a través de la formación bruta de capital fijo) representaron en nuestro país tan sólo el 15,7% del producto interno bruto (PIB). Esta cifra resulta preocupantemente baja. De acuerdo al Banco Mundial, Argentina es el país de Sudamérica con el menor nivel de inversión relativa al producto (excluyendo a Venezuela, del cual no se reportan datos).

En América latina, el promedio de este concepto para los últimos 10 años se ubica en el 19,3% del PIB. Además, la vara con la que nos comparamos resulta baja. Países desarrollados y miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) promediaron inversiones equivalentes al 22% de su producción en la última década. Peor aún: a nivel mundial se invirtió un equivalente al 25,5% del PIB en los últimos 10 años.

Al conocer estas cifras, no sorprende que Argentina se posicione entre los 20 países del mundo con menor nivel de inversión relativa al producto. Este magro resultado se deriva de la inestabilidad económica, el aislacionismo comercial y una presión fiscal inusitadas, entre otros factores. Todos estos, a su vez, tienen su origen en el excesivo peso del Estado por sobre la economía y el sector privado.

Lo peor de todo es que la falta de inversiones profundiza la ralentización del crecimiento económico y amplía la brecha de nuestro país frente a economías desarrolladas, al mismo tiempo que genera una alta volatilidad de la actividad productiva. Esto, a su vez, retroalimenta los desincentivos para invertir y genera un círculo vicioso sumamente perjudicial para la economía y el bienestar de los argentinos.

Por sí solo, el Rigi no será suficiente para que la Argentina se convierta en un imán de inversiones y regrese a la senda del desarrollo de la cual se desacopló hace años. Sin embargo, la norma permite adelantar transitoriamente ese horizonte de país con impuestos más bajos y sin restricciones cambiarias al que todavía no hemos podido llegar, pero hacia el cual este gobierno promete transitar.

* Presidente de la fundación Ecosur; economista

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