Comentario de “Pobres criaturas”, la comedia premiada con Emma Stone: mujer de laboratorio
El mito de Frankenstein cobra aspecto femenino en Pobres criaturas, la premiada nueva película de Yorgos Lanthimos que ganó entre otros el León de Oro veneciano y dos Globo de Oro. Basada en la novela de Alasdair Gray, el filme retoma el anacronismo histórico de la anterior La favorita, con sus escenarios de época, planos distorsivos y vestuarios virtuosamente elaborados en una trama de humor incómodo. Aquí la premisa es fantástica, e involucra el experimento aberrante de un científico desfigurado por las cicatrices al que interpreta Willem Dafoe.
El doctor Godwin Baxter (apodado God, “Dios”) improvisa un trasplante de cerebros para revivir a la suicidada Bella Baxter (Emma Stone), que pasa a habitar la casa del médico como otro de sus productos deformes (por allí corretean unas aves con cabeza de cerdo).
Renga, de hablar defectuoso e inocencia brutal, la joven confinada empieza a despertar a la sociedad saboreando comidas, aporreando pianos y dándose placer a sí misma hasta que dos hombres se convierten en sus pretendientes: el aprendiz de ciencia Max McCandles (Ramy Youssef), que cuenta con el aval de Godwin para el casamiento, y el abogado libertino Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo), que se impone y emprende un largo periplo con la protagonista.
El recién descubierto sexo de Baxter con su amante irrumpe junto a la imagen en colores, hasta entonces fijada en un blanco y negro de fábula de clase B. Ese efectismo se esparce por el largometraje entero, que a grandes rasgos se asume una parábola de liberación de la mujer en un universo asediado por hombres que van desde el “Dios” creador a ejemplares como el ingenuo McCandles, el patético Wedderburn, el “cínico” Harry Astley (Jerrod Carmichael), el cruel Alfie Blessington (Christopher Abbott) y algunos anónimos que animan un pasaje de burdel.
En algún punto Lanthimos filmó la Barbie que Greta Gerwig no se animó a concebir, pero con equivalente oportunismo. Como aquella aventura de iniciación rocambolesca, Pobres criaturas se vuelve superficial y repetitiva y encuentra su salvación en la interpretación formidable de Stone, la factura técnica y el tono de comedia, ya decididamente jocoso en contraste con las películas previas del realizador griego.
Más próximo a las sátiras espectaculares de Robert Östlund que a las extravagancias retorcidas de Robert Eggers, Lanthimos ha asimilado el código global de festivales descubriendo cómo despertar aplausos con su rebeldía.
La secuencia final de Pobres criaturas es clave en ese aspecto, cuando una triunfante y deificada Baxter mira con suficiencia a un hombre-bestia que cita de forma directa a Caninos (2009), filme que dio a conocer al mundo a un Lanthimos aún sin domesticar. Parafraseando a Flaubert respecto de su madame Bovary, Lanthimos podría también afirmar: “Bella Baxter soy yo”.
Para ver
Pobres criaturas. Irlanda, Reino Unido, EE.UU., 2023. Guion: Tony McNamara. Dirección: Yorgos Lanthimos. Con: Emma Stone, Mark Ruffalo y Willem Dafoe. Duración: 141 minutos. Clasificación: Apta para mayores de 16 años. En cines.
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