Comentario de Medium: la debacle del cine de terror
Es difícil explicar en pocas palabras por qué una película como Médium es un claro exponente de la debacle del terror, una apuesta perezosa por sus trucos más de fórmula, plagada de lugares comunes inconexos, situaciones inverosímiles y desvaríos efectistas.
Su director y guionista, Damian McCarthy, pertenece a una camada de directores que aborda el terror desde un desprecio casi absoluto por la construcción de la trama, por el desarrollo de los personajes, por la lógica de las escenas y por el uso de sus elementos.
Un ejemplo de película perfecta sigue siendo El exorcista, la obra maestra de William Friedkin. Si bien no tiene nada que ver con Médium, es bueno traerla a colación para indicar el respeto que el clásico de 1973 tiene por la narración, por el verosímil y por el desarrollo de la trama, no permitiendo que se agriete nunca y que ningún elemento esté injustificado.
Médium, en cambio, pertenece a otro tipo de terror, completamente fragmentario, ilógico, discontinuo, como si cada escena fuera un sketch suelto, una sesión aislada, un mini corto pensado exclusivamente para provocar algún tipo de susto, pero sin ninguna lógica ni verosímil en el relato general.
El director mezcla y confunde distintos elementos y subgéneros para lograr cierto efecto y esa es su máxima apuesta. Y es cierto que, por momentos, lo logra, sobre todo con la aparición de un enmascarado siniestro (como salido de un slasher) que no se sabe si es un espíritu o producto de la imaginación de la víctima.
McCarthy deja demasiados clavos sueltos e inexplicables como para lograr credibilidad (dentro del contrato de inverosimilitud que propone). Ahora que murió David Lynch, quizás estas son algunas de las consecuencias negativas de su cine: directores a los que no les importa la consistencia narrativa (en el sentido de que sus elementos encajen en la trama y que no parezcan puestos por puro capricho).
Lynch podía meter un personaje sacado de la galera y quedaba bien porque en sus relatos hay una totalidad pensada con la lógica de los sueños, de lo misterioso, de lo siniestro, de lo raro (lo que justifica cualquier disparate desconcertante). Pero en Médium, todo parece puesto sin pensar demasiado en la totalidad.
Al comienzo vemos a Dani (Carolyn Bracken) en la casa de campo a la que se fue a vivir con su marido psiquiatra Ted (Gwilym Lee) y en la que, vaya ridiculez, arma una pequeña carpa dentro porque aún no tienen cama. El asunto es que, una noche, se hace presente un paciente de Ted y le advierte, desde la puerta, que hay alguien adentro y que tenga cuidado. Al otro día, la mujer aparece asesinada.
Todo se torna más raro cuando, un año después, Darcy (también interpretada por Bracken), la hermana gemela ciega de Dani y una suerte de clarividente que tiene un negocio de objetos antiguos y raros, decide visitar a Ted y a su nueva novia, Yana (Caroline Menton). A partir de ahí, todo se oscurece porque Darcy saca de un cajón un muñeco de madera de tamaño real y lo sienta en la mesa, sin ningún motivo.
Lo que sigue son las típicas situaciones de películas de terror de fórmula con un leve manejo del suspenso y una efectiva utilización del muñeco de madera y de los elementos de las películas con médiums, del slasher y del terror más psicológico. Sin embargo, el director descuida detalles que erosionan la atmósfera y la consistencia de una trama que apuesta por el efecto inmediato.
Para ver
Médium (Oddity, Irlanda/Estados Unidos, 2024)
Terror
Calificación: Regular
Guion y dirección: Damian McCarthy.
Elenco: Carolyn Bracken, Gwilym Lee, Caroline Menton, Steve Wall, Johnny French, Joe Rooney, Tadhg Murphy, Steve Wall y Shane Whisker.
Fotografía: Colm Hogan.
Música: Richard G. Mitchell.
Duración: 98 minutos.
Apta para mayores de 13 años. En cines.
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