La Voz del Interior @lavozcomar: Comentario de Blue Electric Light, el nuevo de Lenny Kravitz: Fue hecho para amarnos

Comentario de Blue Electric Light, el nuevo de Lenny Kravitz: Fue hecho para amarnos

En los últimos tiempos, Lenny Kravitz se convirtió en un meme. Ya sea por pasear con una bufanda que demandó del esquilmado de mil ovejas o por ir al gimnasio en pantalón de cuero, el músico norteamericano sirve más como latiguillo de discurso social – virtual que como referencia de rock suntuoso que sabe cómo llenar el aire de estribillos irresistibles.

Sin proponérselo, Blue Electric Light, su 12° disco recientemente editado, llegó hace unos días para revertir esta tendencia y para recordarnos que es un viejo lobo del rock & soul (su sello encuadra sus propósitos en deep soul rock & roll) que tiene un montón de ventajas comparativas. Entre ellas, la de vivir despreocupado en Eleuthera, una isla larga y estrecha en el archipiélago de las Bahamas, con un estudio profesional a disposición en el que hace y deshace a gusto y placer.

Blue Electric Light es consecuente con esas circunstancias de activación creativa en el medio de una vida paradisíaca, con todo lo bueno y lo malo que eso implica. Lo bueno: Kravitz a sus anchas y sin tensiones para componer, grabar y editar, con la única compañía del guitarrista Craig Ross; lo malo: en su caso, tanta buena vibra parece restarle tensión, algo que en el rock & roll es indispensable.

Así las cosas, este disco muestra a un esteticista infalible regodeándose entre “babies”, “yeahs” y “uh ohs” sin que haya mugre ni misterio. Mucho menos filosofadas disparadas en hamacas paraguayas. Tampoco observaciones sociopolíticas, aunque no buscaríamos eso en un disco de Kravitz.

En cualquier caso, Blue Electric Light sirve para tomar la ruta y ponerlo a todo lo que da en el estéreo del auto o para todo uso social de la música equivalente. Un rock estridente como Love Is My Religion, de riffs guitarrísticos potenciados por saxos gordos, cumple con los propósitos ruteros, al mismo tiempo que resume conceptualmente a una obra fresca e infecciosa, que por más que tenga estatus industrial exuda sabor (de estudio) casero.

Lenny Kravitz, sin preocupaciones va. (Gentileza Mark Seliger)

Honey, en tanto, es un medio tiempo bien de hotel alejamiento, por eso de que es un soul matizado con falsetes y sección de vientos para enmarcar la frase “No hace falta mucho para excitarme/ La ropa que usas, el olor de tu pelo me lleva…”

Música para tener sexo. Lenny jamás tuvo conflictos con eso.

Si bien filtra destellos reflexivos en Human (con percusión remitente a Prince & The New Power Revolution, al igual que Bundle of Joy) y en Stuck In The Middle (balada setenstista en que mira todo desde “la perspectiva de un niño”), el amor para Kravitz se concentra en la atracción, en el deseo despidiendo su aroma. “Sólo déjame probarte, nena/ ¿Puedo comerme tu mente?”, se le oye en Let It Ride, un tema de corte inusual para este Dios del rock por estar construido desde un repetitivo ritmo de batería electrónica y dinámica vocal amparada en el spoken word.

Baja un poco la temperatura literaria en Heaven, un funky de manual donde describe a su chica como “muy agradable” y en el que se expone entre la ternura y la insulsez.

Pero no cae en un saco roto el “Nena, sin tu amor estoy paralizado” de Paralyzed, por cuanto lo porta una psicodelia blusera amplificada con un espíritu hard, que termina dándole entidad de grito primal. O de ese clamor fálico que el rock & roll tuvo en sus etapas embrionarias. Es tal embrujo de esa pieza, que difícilmente alguien la señale como misógina o machirula.

En lo vocal, Kravitz se muestra dúctil, pillo, sensual y explosivo como siempre. De todos modos, atrapa su talento para dar con la nota o el susurro justo. Es probable que la IA reproduzca estos yeites, pero hay un nivel de feeling muy difícil de alcanzar para el más avezado desarrollador informático.

El sábado que viene, Lenny Kravitz actuará en la previa de la final de la UEFA Champions League en Wembley, ante hinchas del Real Madrid y del Borussia Dortmund en el estadio londinense y ante una gran porción de la humanidad vía transmisión. Cualquiera de estos temas también rinde para esa ocasión. Fiebre en las gradas, rock & roll en el campo. Quién pudiera.

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