Clima de fiesta y democracia: a 40 años del primer Festival Latinoamericano de Teatro en Córdoba
El 30 de octubre de 1983 fue uno de los momentos históricos más importantes de la Argentina. La gente volvió a votar después de tantos años de oscuridad, retornó la democracia y Raúl Alfonsín se convirtió en presidente.
Con el dolor de los 30 mil desaparecidos a flor de piel, con la herida reciente de Malvinas y con la ebullición de las libertades, Córdoba comenzaba a prepararse para un hito artístico imborrable: el Primer Festival Latinoamericano de Teatro.
El evento se realizaría recién un año después y significó un sismo cultural: elencos locales, nacionales e internacionales brillaron sobre las tablas y el teatro inundó múltiples espacios formales e informales. Fue una fiesta cultural que marcó un antes y un después.
La recuperación de la democracia movilizó ampliamente a los distintos sectores de la sociedad. Los lugares públicos volvieron a ser ocupados, las voces comenzaron a escucharse y un sinfín de manifestaciones artísticas ganaron los espacios que fueron durante un largo tiempo silenciados.
Cómo nació la idea
La propuesta del festival llegó de la mano del destacado dramaturgo, director, guionista y escenógrafo cordobés Carlos Giménez (1946-1993), quien, desde los años ‘70, se había exiliado del país y residía en Venezuela.
Además de haber formado el grupo Rajatabla, se convirtió en el director-fundador del Festival Internacional de Teatro de Caracas (aún continúa vigente como uno de los eventos más importantes de la región latinoamericana) junto con María Teresa Castillo, una gran hacedora de la cultura.
Luego de siete años de dictadura cívico-militar, en diciembre de 1983 Giménez regresaba a Córdoba, como lo hacía todos los años, para estar con su familia y disfrutar de las milanesas de carne de su mamá.
Por aquel entonces se respiraba aire a libertad, esperanza y futuro.
La idea de vivir un nuevo período artístico estaba latente. Es por eso que tomó como modelo el Festival de Caracas para desembarcar en la Docta.
Quería reflejar la fiesta de la democracia en un Festival de Teatro que marcara el inicio de una nueva etapa política de la provincia y que expusiera manifestaciones artísticas que fueran propias a un sistema con aire a libertad: participación popular, obras con fuerte contenido político, multiplicidad de obras y gente ocupando las calles.
Con apoyo del gobernador radical de la provincia de Córdoba, Eduardo Angeloz, comienza junto con un gran equipo a planificar lo que sería el Primer Festival Latinoamericano de Teatro de Córdoba.
Una edición para la historia
Fueron 10 días de puro teatro. Del 18 al 28 de octubre de 1984, se desarrollaron múltiples obras de teatro en la ciudad de Córdoba, San Francisco, Río Cuarto, Villa María, Alta Gracia, Río Tercero y Villa Carlos Paz, entre otros puntos del Valle de Punilla.
En el Festival participaron agrupaciones de Brasil, Ecuador, España, Colombia, México, Puerto Rico, Uruguay, Venezuela, Chile, Italia, Canadá y Polonia, entre otros países.
En cuanto a los grupos locales, estuvieron La Comedia Cordobesa, elenco estable de la provincia, y el grupo La Banda Trama, surgido del circuito del teatro independiente de Córdoba. También asistieron grupos de Buenos Aires y de Entre Ríos.
El Festival Latinoamericano de Teatro en Córdoba aportó a un proceso de renovación de nuevas manifestaciones que resurgieron luego de lo clausurado bajo el régimen autoritario.
Los siguientes festivales fueron de carácter bianual (1984-1986-1988-1990-1992-1994). Sin embargo, el que quedará en la memoria colectiva de los cordobeses, sin lugar a duda, será su primera edición de aquella primavera del ‘84.
Había estallado la democracia y el teatro había tomado la apariencia de un hecho más vivo que nunca. Los titulares mencionaban: “Cordobazo teatral”.
Se hicieron visibles aspectos asociados con la libertad, la ocupación de lugares públicos, las funciones en los barrios, la participación de aquellos que volvían del exilio y la gran difusión en los medios de comunicación.
El festival se enmarcó dentro de la euforia democrática que se vivía en el país.
Según registros, asistieron más de 50 mil personas, dentro de las cuales 3.400 fueron acreditadas: integrantes de un grupo de teatro, estudiantes, periodistas o invitados especiales.
Se organizaron 207 actos culturales que, con el correr de los días, crecieron a 235. De ellos, 96 correspondieron a la muestra oficial, el resto estuvo distribuido entre talleres, seminarios, rondas, exposiciones, funciones de teatro para niños y adultos, foros culturales y actuaciones callejeras.
Recordar es volver a pasar por el corazón
Para muchos, la primavera cordobesa de 1984 fue un estallido artístico, una movilización especial que dinamizó los diferentes sectores en coincidencia a la recuperación, nada más y nada menos, de la democracia.
En Córdoba se vivió una fiesta con el desembarco del Primer Festival Latinoamericano de Teatro que obtuvo el apoyo del gobierno de la provincia y al que, bajo efecto dominó, se fueron sumando los diferentes elencos locales, nacionales e internacionales.
Fueron 10 días de un evento histórico artístico que puso a Córdoba en el escenario teatral más importante y que abrió las puertas a diferentes elencos que intercambiaron vivencias que quedarán perpetuadas en el marco del retorno de la democracia.
Algunas voces recuerdan, con nostalgia, lo que fueron esos días en cuanto a su génesis.
Cristina Morini, quien estaba a cargo de Relaciones Internacionales en la Provincia, y Rafael Reyeros, por entonces director técnico del festival, recuerdan: “Carlos Giménez venía todos los años a visitar a su familia. Luego de las elecciones pensamos que había que festejar la vuelta de la democracia con un festival de teatro latinoamericano”.
Así fue como comenzaron a desandar lo que sería el Primer Festival Latinoamericano de Teatro en Córdoba: cartas, presupuestos, llamados telefónicos, fax e invitaciones a todas las áreas para trabajar en conjunto. Desde todos los sectores se mostraron receptivos a colaborar y contribuir en la organización de la fiesta.
“Nos pusimos a laburar y se armó la comisión directiva, y de ahí a estructurar la programación”, agregan Morini y Reyeros.
En cuanto a los elencos internacionales, agregan: “Tuvo mucho que ver Carlos Giménez, ya que él tenía todos los contactos por el Festival de Caracas”.
“España participó con cuatro obras: una maravilla”, comentan Rafael y Cristina, al unísono.
El debut de La Fura dels Baus
Por primera vez llegaba al país el grupo catalán La Fura dels Baus, dirigido por Andrés Marten, con la obra Acciones, una performance con un despliegue escénico y coreográfico vanguardista que convocó no solo al público acostumbrado a ver teatro, sino también a gente que tenía el primer contacto con la actividad. Esa puesta convirtió el festival en el gran suceso a nivel nacional.
“Nos voló la cabeza”, expresan al recordar y agregan: “Actuaron en el patio de lo que era la escuela Olmos”.
Esto dejó un halo de gran impacto en todo el continente: Argentina en su retorno a la democracia y Córdoba con su Primer Festival de Teatro con importante participación.
Tanto para Morini como para Reyeros, esos días significaron una fiesta y la felicidad de poder hablar y caminar con total libertad por la calle. “No se volvió a repetir esa sensación”, recuerdan con nostalgia, siempre a dúo.
Son contundentes y mencionan: “Se volvía a ser libres y, por primera vez en el país, todo estaba a disposición del festival”.
Esa fiesta que giraba en torno al teatro venía a representar lo que era la democracia, la libertad y el poder encontrar nuevas formas de expresión.
Entre risas también recuerdan que la fecha que dio inicio al festival, no fue al azar: era el cumpleaños de Angeloz, gobernador de la provincia. “Podría haber sido el 10 o el 15 de octubre”, se ríe Morini.
La ciudad fue un gran escenario y todos los que participaron respondieron con fervor, alegría y sobre todo con la presencia del teatro que terminó de conformar un acontecimiento que hizo historia y selló la identidad con tonada cordobesa.
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