La Voz del Interior @lavozcomar: Cine y realidad política: las preguntas (y certezas) que nos deja Puan

Cine y realidad política: las preguntas (y certezas) que nos deja Puan

Si Argentina, 1985 llegó hace exactamente un año a los cines para invitarnos a repensar el pasado colectivamente, Puan tiene la capacidad de asomarnos hacia el futuro. Pero no un futuro lejano o distópico, sino todo lo contrario, un futuro que por adyacente da mucho más miedo e incertidumbre.

Hay entre el premiado filme de Santiago Mitre y el de los directores María Alché y Benjamín Naishtat un hilo conductor muy pero muy fino. Ambos forman parte y hacen honor a la larga tradición del cine nacional. Ambos, también, lo hacen con altura y con propuestas ATP para que nadie se quede afuera.

En el primero, se escucha Inconsciente colectivo, de Charly García; y en el segundo, la canción Dos Cero Uno, también del maestro del rock. “Él se cansó de hacer canciones de protesta y se vendió a Fiorucci”, repite el tema en varios momentos de la película.

“Puan”, la filosofía de la praxis

El filme, estrenado recientemente y protagonizado por Leonardo Sbaraglia y un brillante Marcelo Subiotto, cuenta la historia de una serie de personajes que habitan la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires, conocida como “Puan”, por la calle en la que se ubica.

En la primera escena vemos cómo un titular de cátedra muere absurdamente durante su ejercicio diario. El cuadro debería ser dramático, pero la música de Charly y el entorno nos llevan hacia otro lugar.

Luego comienza la disputa entre el personaje de Subiotto y el de Sbaraglia (recién llegado de Europa) por quedarse con la cátedra, por destruir o mantener el legado del muerto. Hay dos filosofías en pugna, pero en el fondo, entre citas de Spinoza y de Rousseau, de lo que termina hablando Puan es de la democracia y lo colectivo.

Pero aunque ese sea el tema que nos convoca en este análisis, no es el único en la película. Las preguntas sobre la existencia y la muerte recorrerán todo el filme como su columna vertebral. La muerte (siempre la muerte) atravesará la historia por completo en medio de la realidad diaria que tiene cualquier facultad pública que se precie de tal.

La educación gratuita, en juego

Puan fue grabada hace casi un año, pero con tino los directores ya se adelantaban en el guion a una de las disputas políticas que, finalmente, nos atraviesan por estos días: el valor de la educación pública.

No por nada El País de España describió a Puan como “Una oda a la universidad pública ante la sombra de la ultraderecha en Argentina”.

Si bien hay pequeñas parodias sobre las manías del progresismo del ambiente estudiantil y académico que nos hacen reír mucho, en toda las escenas del filme hay una mirada humanista sobre la realidad y sobre ese espacio preciado llamado “facultad”.

Y entonces hay que volver sobre el carácter vaticinador de la película que, sobre el final y ante el aumento de un dólar de más de $ 1.000 (¡sí!, fue grabada hace más de un año, pero plantea una corrida cambiaria muy similar a la actual), relata un quiebre que hace temblar la educación pública.

La facultad se declara en “quiebra”, cierra sus puertas y no les paga a los docentes.

Y allí, sobre el final, cobra sentido una de las primeras preguntas que aparece en Puan cuando el país está en llamas: “¿Qué hacer?”. Una joven del centro de estudiante propone “salir a la acción”. En un primer momento, casi nadie la escucha y la trama del filme va hacia otro lado, pero sobre el desenlace la cuestión vuelve a ponerse sobre la mesa.

Los pupitres en las calles, los carteles de “No al FMI”, las asambleas barriales, los noticieros azorados por el aumento del dólar, los estudiantes clamando porque se les devuelva su derecho a la educación gratuita y los detenidos en las calles. Ese es el panorama que pinta Puan.

Aunque son escenas desoladoras, la película las transforma en energía para acción, en espacio de resistencia. En una advertencia sobre lo que deberíamos priorizar. En un aviso que nos recuerda que pese a todo tenemos una buena educación gratuita y un gran cine nacional que defender. Y en Puan convergen los dos.

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