La Voz del Interior @lavozcomar: Carta de un perdedor a otro

Carta de un perdedor a otro

Desde mi historia con más derrotas que triunfos, quiero dirigirme a vos, que perdiste el domingo 12 de septiembre y que últimamente venís poco acostumbrado a los fracasos electorales. Si te sirve, quiero decirte que más triste que perder es no saber por qué perdiste, ya que eso no sólo te hace perder de nuevo, sino que además te convierte en resentido con la gente, esa que vos llamás pueblo. Esa que, como dicen ustedes, nunca se equivoca.

Quiero acercarme a vos en esta derrota, no para gritarte un gol en la cara sino para decirte que estás a tiempo de pensar en qué fallaron, en qué se equivocaron ustedes, no la gente.

Muchas veces los escucho decir que son la voz del pueblo, que son nacionales y populares, y eso me recuerda a una anécdota de Jorge Luis Borges en la que un artista se autopresentó como “cantor popular” y el maestro le preguntó: ¿Eso de popular lo dice usted o se lo dicen? En efecto, hay tres maneras de denominar lo popular y en las tres vienen complicadas.

La primera es entender lo popular como lo masivo, lo que prefiere la mayoría de la gente en un país, región o comunidad. Y ahí verán que el gobierno popular que votaste o el de que te sentís parte, muy popular no es.

La segunda forma de definir lo popular es algo o alguien que es parte del pueblo, entendido como el conjunto de personas más postergadas de la sociedad. Ahí también estás complicado, porque los que se definen como vos, en Uruguay siguen a un señor humilde que vive en la chacra de siempre, anda en motoneta y ha cambiado con los años la furia por la sabiduría. Los que piensan como vos en Perú, siguen a un maestro rural; en Brasil, a un referente de los trabajadores, y en Bolivia, a un representante de los pueblos originarios. Pero vos tenés como referente a una millonaria que vive en Recoleta.

La tercera opción sobre lo que significa ser popular es ser parte de un gobierno que favorece a los más humildes. Como en toda su historia, el peronismo intentó serlo, pero al parecer últimamente se olvidaron de que Juan Perón decía que gobernar es dar trabajo, no planes; que no había una lucha de clases sino que el peronismo reivindicaba a una sola clase social: la de los que trabajan. Y (por si te olvidaste) eso incluía a los patrones, esos señores a los que vos llamás la derecha neoliberal que invierten, que dan trabajo y pagan los impuestos para que el Estado (eso que te mantiene) pueda dar los servicios y la igualdad de derechos que permitan la movilidad ascendente (esa que hizo que los hijos de obreros llegaran a la universidad).

Al parecer, la gente se cansó de ese círculo vicioso que los transforma en dependientes del Estado y sus intermediarios. Al parecer, la gente entiende que de una crisis se sale con valores, no con dádivas. Por eso te pido que no te enojes ni conmigo ni con la gente, como yo no me enojé cuando perdimos en 2019. Que no te enojes con Córdoba, como yo no me enojo con La Matanza cuando nos llenan las urnas de votos.

La gente es como es y no como queremos que sea, y eso es lo interesante de estos tiempos, donde nadie tiene la vaca atada. Si no te molesta, dejame darte un consejo: te invito a la saludable experiencia de ponerse en la piel del otro, a escuchar al que piensa distinto y a hablar un poco menos con los que piensan igual que vos.

Quizá en esa maravillosa experiencia de escuchar al que piensa distinto encontremos puntos en común. O, aunque más no sea, tal vez logremos un camino de convivencia que nos permita sentir que tu derrota no es mi triunfo, que tu éxito no es mi desgracia y que así ganen para siempre esos tipos y tipas a quienes vos llamas pueblo y yo llamo gente. Un abrazo.

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