La Voz del Interior @lavozcomar: Capote por Leila Guerriero: una hermosa recolección de datos inútiles

Capote por Leila Guerriero: una hermosa recolección de datos inútiles

Truman Capote escribió A sangre fría (1966), su libro más famoso, entre España y Suiza. Como sostuvo Lawrence Grobel, en Conversaciones íntimas con Truman Capote (1986), no afirmaba que hubiera inventado el periodismo narrativo, sino “un género literario nuevo y serio”, para el cual su libro representaba “el experimento más global y de mayor alcance en el campo del reportaje”.

Para ello, eligió un tema que no le interesaba especialmente: el 14 de noviembre de 1959, Dick Hickock y Perry Smith asesinaron a cuatro integrantes de la familia Clutter (marido, esposa, dos hijos) en Holcomb, Kansas; una incomprensible locura en cualquier circunstancia, que se agiganta si se tiene presente que apenas les robaron un par de objetos insignificantes y unos 40 dólares.

Un cambio de idea

Capote, acompañado de su gran amiga, la escritora Harper Lee, viajó a Holcomb con la idea de escribir una pequeña crónica sobre el crimen. Pero, cuando vio a los detenidos, cambió de idea: los entrevistaría y escribiría su historia.

Recién volvió a Nueva York a fines de enero de 1960, convencido de que tenía material no para un artículo periodístico, sino para “un librito”. Al fin había encontrado un hecho real que se adecuaba a sus “propósitos literarios”, como le dijo a Grobel: “Escribir lo que yo denominaba ‘una novela real’, un libro que se leyera exactamente igual que una novela, sólo que cada palabra de él fuese rigurosamente cierta”.

Entonces decidió irse de Estados Unidos para escribir con la tranquilidad necesaria. En la primavera y en el verano, se alojó en la Costa Brava, primero en un hotel y luego en un par de casas que alquiló; en el otoño y en el invierno, en Suiza, en un chalé que adquirió en Verbier.

De todos modos, pensó que sería una estadía corta y placentera. Ocurrió todo lo contrario, ya que fue demasiado larga y cargada de incertidumbre porque la ejecución de Hickock y de Smith (condenados a la pena de muerte) se estiraba una y otra vez, y Capote no podía cerrar el libro hasta que ellos fueran ejecutados. Resultado: fue y vino entre la Costa Brava y Verbier durante tres años consecutivos, de 1960 a 1962.

Nada es comprobable

En Palamós, Costa Brava, la casa que habitó Capote en 1962 se convirtió hace un par de años en una residencia de escritores. Hasta allí llegó Leila Guerriero, decidida a descubrir las huellas que hubiera dejado Capote. Ese es el origen de La dificultad del fantasma. Truman Capote en la Costa Brava, una pequeña crónica que resalta, paradójicamente, por su contenido crítico y autocrítico.

Leila Guerriero.

Crítico, porque va a poner en jaque lo que la propia comunidad cree saber sobre Capote, que no son más que banalidades adaptadas con un rudimentario marketing a las curiosidades que pueda tener cierto grupo de turistas.

Autocrítico, porque, si se ponen las cosas en la perspectiva correcta, resulta absolutamente desatinado haber pensado que a 60 años de distancia el pueblito conservaría una memoria rica y singular sobre un escritor que no residió allí para hacer amistades ni nada por el estilo, sino para evitar las tentaciones de las relaciones sociales y encerrarse a escribir.

Un anticipo de todo ello lo tenemos a poco de empezar el relato, cuando Guerriero describe el cuarto que ocupará en el primer piso: “Aunque es incomprobable, se supone que es el que ocupó el escritor norteamericano cuando estuvo aquí”.

Tiene una habitación y un estudio y un balcón corrido que avanza hacia el vacío de la cala sobre la que se construyó la casa: “Veo piedras sumergidas en el murmullo onírico del agua. No se escucha otro sonido que el de las olas y los alaridos desgarradores de las gaviotas”.

Guerriero comprende de inmediato que “es un sitio para desaparecer completamente”. A su manera, se lo había dicho Capote a Grobel, a propósito de su estadía en Verbier: “Pasé siete meses en una montaña de Suiza prácticamente solo, sin ver a nadie, escribiendo o trabajando en ese libro”. ¿Por qué sería distinto en Palamós?

Todo es inventado

Un poco más adelante, Guerriero nos cuenta que lo incomprobable ha sido inventado. No se refiere ya a la residencia en la que se hospeda, sino a lo que “atestiguan” tanto los habitantes del pueblo como los guías turísticos: “Del fantasma que vine a buscar casi no quedan rastros. Y muchos de los que quedan han sido inventados”.

Por ejemplo, Capote, como cualquier ser humano, de vez en cuando debe de haber ido a una pastelería a comprar algo dulce. Los guías dicen que lo hacía en el negocio al que, casualmente, llevan a los turistas, pero una de las dueñas del local sabe perfectamente que Capote no iba allí, sino a otro comercio que ya no existe.

Y lo que no es inventado es trivial: Capote, como cualquier ser humano, un buen día debe de haber comprado alguna artesanía en el mercado de la localidad donde se ha pasado tantos meses. Cuando vuelve al hotel, le muestra a la dueña una pequeña canasta de mimbre y le pregunta, con alegría, en perfecto inglés, si la ha visto. La mujer cuenta la anécdota a pedido de su marido, que no duda en calificarla como “muy bonita”.

Podríamos seguir ejemplificando con el mismo nivel de superficialidad: si iba a este o a aquel restaurante, si llevaba “muchachitos” a su casa, si compraba aquí o allá el diario…

¿Cuál es el estímulo que ha hecho emerger esta hermosa amalgama de datos inútiles? Primero, el estreno de la película Capote (2005), con Philip Seymour Hoffman; segundo, la publicación de la novela L’home dels pijames de seda (2009), del periodista y escritor catalán Màrius Carol; tercero, en 2010, “alguien descubrió que se cumplía medio siglo de su desembarco en este pueblo y el Ayuntamiento decidió rendirle homenaje organizando una ruta literaria”.

El guion para esa ruta se diseñó a partir de lo que dice la novela, que, como buena novela que es, es ficción, no documento. De donde se deriva este inteligente juego de palabras: “Una ruta pretendidamente real basada en una novela de ficción que cuenta parte de la vida de un escritor que se enorgullecía de haber inventado la novela de no ficción. Pues fantástico”.

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