Belgrano vs. Talleres: el clásico que queríamos ver
Córdoba, de fiesta. Es raro hablar de festejo cuando el Belgrano-Talleres terminó en empate y con ambos equipos yéndose con una mueca porque sintieron que lo pudieron haber ganado. Pero la celebración va por otro lado. El clásico mayor de la Docta tuvo el domingo una nueva edición y con varios puntos por celebrar que van más allá de ese resultado. Aunque también fue resultado de otras cuestiones.
El esperado duelo de la fecha 17 de la Liga Profesional tuvo al Gigante de Alberdi como escenario y ante más de 35 mil espectadores, que colmaron como nunca el Julio César Villagra. Más allá de algún que otro comportamiento fuera de lugar de algún hincha, el clásico se pudo desarrollar sin problemas. Sí, sin problemas. Y no es poco hablar de “normalidad” en este tipo de eventos. Mucho tuvo que ver la actitud puesta por los protagonistas en los días previos. Hubo un efecto cascada en la bajada del discurso sobre que son “rivales” y no “enemigos”.
El árbitro Fernando Rapallini estuvo a la altura de las circunstancias y a la par de los antecedentes que tiene: supo calmar cualquier situación entre los jugadores durante el partido y nada pasó a mayores en el campo de juego.
Sin ir más lejos, el último clásico entre River y Boca jugado en el Monumental, con triunfo Millonario por 1-0, terminó con escándalo entre los protagonistas y con siete de ellos expulsados. En Alberdi no fue una guerra, sino un hermoso duelo.
El partido también ayudó. Fue entretenido, atrapante, ida y vuelta, con ocasiones en ambas áreas y la sensación de que no iba a estar definido hasta que sonara el pitazo final. Los jugadores entregaron todo y la imagen del final con todos saludándose también fue muy saludable. Muy.
Y el marco, ni hablar. Las ganas que había de estar en ese partido, de ser parte, de celebrar el regreso del Belgrano-Talleres, que por primera vez se jugó bajo la modalidad Liga Profesional. Los piratas y su espectáculo garantizado para recibir a su equipo y alentar. El operativo de seguridad funcionó y todo se desarrolló sin problemas.
El clásico es una construcción entre todas las partes que lo componen. La normalidad no suele ser lo común. Pero el clásico de Córdoba fue, bajo todo punto de vista, un partidazo. Lo jugaron todos. Y muy bien.
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