Belgrano, con título oficial tras el reclamo de Artime a la AFA
“Atento surge de nuestros registros corresponde reconocer que el Club A. Belgrano de Córdoba se consagró Campeón del Torneo Regional 1985/1986″.
Con una escueta comunicación rubricada por Gustavo R. Lorenzo, director general de la Asociación del Fútbol Argentino, el máximo ente rector del fútbol nacional avaló la oficialidad del título conseguido por el club de Alberdi el 20 de abril de 1986, cuando se impuso en la finalísima de ese certamen a Olimpo de Bahía Blanca, en el torneo de transición de la reestructuración de las competencias afistas.
De esta manera, la AFA respondió a una solicitud formal elevada por el presidente de Belgrano, Luis Artime, quien había pedido la inclusión en las estadísticas oficiales, del campeonato ganado por el equipo que conducía Tomás Rodolfo Cuellar, una omisión reiterada desde el centralismo de la casa mayor del fútbol.
En realidad, el reconocimiento otorgado en el documento, fechado el 8 de abril pasado, no hizo más que ratificar lo que la misma AFA había publicado en su Memoria y Balance correspondiente al año 1986 (páginas 60 a 74), donde destacó pormenorizadamente el desarrollo del torneo más federal de la historia nacional (participaron 106 clubes de los 23 distritos del país).
Vale recordar que aquel certamen fue parte del eslabón de transformación de las estructuras de nuestro fútbol, en el cual participaron clubes de la totalidad del territorio nacional, excepto aquellos directamente afiliados, que desde la fundación de la AFA se habían “adueñado de la argentinidad” de este deporte.
Ratificado el carácter oficial de su disputa, resta ahora conocer la calificación de tal conquista. Belgrano, a través de Artime, argumenta con razón que no se trata de un torneo de ascenso, porque la gran mayoría de los equipos participaban de los torneos nacionales de Primera y su ganador no “ascendía”, sino que otorgaba la oportunidad de avanzar, incluso, hasta la Copa Libertadores.
Claro que en ese campeonato faltaron los clubes que habitualmente formaban parte del plantel estable de AFA en los Metropolitanos, al cual se habían sumado desde 1980 tres cordobeses mediante la Resolución 1.309 (Talleres, Instituto y Racing). El Regional que los celestes ganaron de manera invicta (nueve victorias y tres empates), bien podría tomarse como “la versión federal” del mismo torneo o una competencia paralela.
El revisionismo constante de nuestro fútbol, impulsado por historiadores y convalidado por dirigentes afistas a fuerza evidencias irrefutables, derivó en los últimos años en varios reconocimientos similares al que hoy beneficia a Belgrano. El hecho no hace más que remarcar la precaria estructura de los torneos de AFA y deja al descubierto el poco apego a la historia de sí misma.
Establecida ya la validez oficial del título Pirata, el siguiente paso puede abrir una discusión polémica. ¿Se trata de un campeonato de Primera División o una copa nacional? ¿Fue un torneo paralelo de Primera? La cuestión tiene muchos matices porque, además, esa de 1985/86 fue la única edición jugada, ya que al crearse el Nacional B, la estructura del fútbol argentino se modificó y se eliminaron al Regional y los Nacionales de Primera.
Entre tantos interrogantes, la comunicación de AFA dejó una sola certeza: el 20 de abril de 1986 (el sábado se cumplirán 38 años), Belgrano le dio al fútbol de Córdoba su primera estrella nacional.
Cómo se jugaba el Regional
El 20 de abril de 1986, Belgrano puso la primera estrella del fútbol cordobés en el ámbito de la AFA, en un torneo que nadie adivinaba qué rumbo podría tomar. El Regional de 1986 es difícil de catalogar. No fue un torneo de ascenso, tampoco uno de la máxima categoría, porque faltaron los “picantes” de Buenos Aires. Acaso la mejor definición sea aquella que habla de un torneo del interior paralelo al de Primera y que, en un principio otorgaría una plaza a la Copa Libertadores de América.
Su disputa ocurrió en pleno proceso de armar y desarmar en el que se había metido Julio Grondona y la dirigencia del interior del país, que por aquellos días ya retrocedía tras los efectos de división derivados de la Resolución 1.309, que dejó al movimiento federal sin tres pilares fuertes: los de Talleres, Instituto y Racing.
Así, aquel Campeonato Regional, cuya única edición se disputó en 1985/86, quedó inmerso en la transición hacia una reestructuración que modificó la participación de los clubes provincianos en AFA y en ese escenario complejo, este certamen terminó siendo tierra fértil para que el hincha le otorgue al mismo la interpretación antojadiza que mejor le quepa.
Para algunos, el torneo parece no haberse disputado jamás o no representó mucho más que un “simpático” certamen intrascendente. Para otros, en cambio, se realizó para clasificar deportivamente a su campeón (Belgrano) a la primera edición del Nacional B. Y la verdad, que no puede “acomodarse” a la necesidad de ningún color, es otra muy distinta a estas dos versiones.
El Regional 1985/86 fue, ante todo, un campeonato oficial de AFA, lo que le permite a Belgrano presumir de ser el primer club cordobés en obtener un torneo en el ámbito nacional y, por si hacía falta alguna otra arista, en calidad de invicto. Pero también es necesario aclarar que su consagración no le otorgó el pase al Nacional B, sino a la Liguilla Prelibertadores, una instancia a la que accedieron todos los semifinalistas de aquel certamen. En honor a la verdad, la participación del club en el panel estable del fútbol argentino se cristalizó, tal como ocurrió con Talleres, por medio de un acuerdo escrito. Fue la Asociación Cordobesa de Fútbol la que dictaminó, en la madrugada del 12 de abril de 1986 y a través de la resolución 150, que los celestes sean los representantes de la plaza otorgada a la entidad madre del fútbol cordobés. Con aprobación unánime: la 150 fue conocida en el ámbito dirigencial de la época como “la 1.309 cordobesa”, en relación a la normativa que dispuso la inclusión de los albiazules a los torneos porteños, en 1980.
Hecha la salvedad histórica, el Regional ganado por Belgrano fue, quizás, el torneo más federal de la historia del fútbol argentino. Y los datos son contundentes: participaron 106 clubes representativos de las 23 provincias del país, con 24 de ellos “veteranos” de los viejos nacionales de primera disputados entre 1967 y 1985. Estaban todos, sólo faltaron los tres clubes de la Docta acogidos en el fútbol porteño (Talleres, Instituto y Racing). Era, qué duda cabe, un auténtico campeonato provinciano, con los mejores representantes de cada rincón del país.
Su estructura única tuvo una razón de ser. Con la desaparición del Campeonato Nacional surgió la necesidad de otorgarles a los clubes de “tierra adentro” alguna motivación deportiva para que el Regional no sea sólo un “torneo paralelo” al porteño. Por ello, y hasta tanto se organizara el Nacional B, el mismo otorgaría plazas a la Liguilla Prelibertadores y tendría por primera vez a un campeón.
Un equipo récord
En aquellos años de transición, por capricho del destino o lo que sea, Belgrano contó con uno de los mejores equipos desde los ‘70. Los juveniles promovidos en el ‘82 por “el Pucho” Arraigada ya habían madurado (Germán Martellotto, Julio Villagra, Edgardo Parmigiani y Ariel Ramonda), y a ellos se sumaron Abel Blasón, llegado de Lucas González (Entre Ríos), Luis Scatolaro (Chajarí), José Luis Villarreal (General Paz Juniors) y Juan José López (Argentinos Juniors), todos bajo las órdenes de Victorio Nicolás Cocco.
Belgrano, que en el nuevo contexto futbolístico se había quedado fuera de los grandes escenarios de la AFA, era para muchos el mejor equipo cordobés del momento. En 1984 había sostenido un largo invicto de 39 partidos, hasta que Alumni de Villa María lo venció 2-1 en la antepenúltima fecha del Provincial, en un encuentro que terminó con incidentes dentro del plantel celeste y que determinó el alejamiento de Cocco. Tras cartón, al año siguiente y con Tomás Cuellar como entrenador, se inició una nueva racha que se extendió a un cotejo más (40), y que se quebró ante Newell’s Old Boys (1-3) en el juego de ida de la Liguilla Prelibertadores.
Una máquina
Los equipos de Córdoba y Tucumán, habituales plazas fijas de los viejos nacionales, iniciaron el Regional en segunda fase. Y en su zona, Belgrano tuvo demasiadas dificultades para imponerse ante Unión San Vicente, un verdugo reiterado en los primeros años de los ‘80 y, sobre todo, ante Belgrano de Paraná, que había conformado un plantel experimentado y de jerarquía, con el arquero Carlos Barisio (ex Ferro), el defensor Ricardo Fertonani (ex Colón), los volantes Juan Meglio (ex Instituto y Vélez) y Enrique Belloni (ex Platense) y el delantero Néstor Candedo (ex Huracán). Y para ganar la zona, donde también participó el aguerrido Sportivo Norte de Rafaela, fue clave un heroico 2-0 en Paraná (goles de Martellotto y Gustavo Vilchez), que sirvió para revertir el 4-4 cosechado en Alberdi. El pase a semifinales estaba asegurado y con él, también, el derecho a participar de la Liguilla Prelibertadores.
En la siguiente instancia, la penúltima del certamen, el Celeste fue una máquina de hacer goles y resolvió tres de los cuatro partidos de su zona con resultados aplastantes. Inició la serie con un inesperado 5-2 en Alberdi ante Concepción FC, uno de los candidatos a quedarse con el título, y luego igualó 0-0 con Alianza Cutral Có, en Neuquén. Las revanchas fueron un trámite para la topadora pirata: 3-0 a los tucumanos y 7-0 a los patagónicos.
“Para pasar a la final del Regional y a la segunda fase de la Liguilla tenía que sortear a Alianza, el último escollo y… lo dejó hecho un colador. Alguno hasta perdió la cuenta, pero fueron siete. Siete espadas que clavaron en el corazón esperanzado del sur y en la emoción de una tribuna que hace muchas fechas que festeja y festeja”, decía La Voz del Interior en la nota principal de su suplemento que tituló con una frase elocuente: “Un fenómeno celeste”.
El mejor, sin dudas
La final, encontró a Belgrano en el cenit de su rendimiento. Pero para cantar “bingo” había que sacarse del medio a Olimpo, que tenía lo suyo con dos promocionados delanteros: Raúl Schmidt y José Ramón Palacio, padre de Rodrigo, mundialista en Brasil 2014.
La suerte de la final quedó prácticamente sentenciada en el partido de ida, disputado en Bahía Blanca. Un sólido rendimiento de la “B” le permitió traerse a Córdoba un triunfo por 3-1 con el que comenzó a celebrar a cuenta. “Belgrano pasa, siembra goles y cosecha aplausos”, tituló La Voz al día siguiente, resaltando que en la revancha no sólo iría por el título, sino también por superar el récord de imbatibilidad del Racing de Juan José Pizzuti, que había permanecido 39 partidos sin perder entre 1965 y 1966.
En Alberdi no hubo suspenso. Un inspirado Edgardo Parmigiani, que había sido “colgado” por la comisión directiva anterior, anotó dos goles en la mitad del primer tiempo y transformó el resto del encuentro en un trámite, hasta que el 3-2 final desató el carnaval. “No podía creer que estaba haciendo dos goles en la final. Tengo una satisfacción personal inenarrable, sobre todo cuando recuerdo lo que pasé antes. Después que prescindieron de mí, estuve dedicado a trabajar en una panificadora que tengo a medias con mi hermano, en La France”, contaba por esos días el héroe de la jornada.
La fiesta fue interminable. Belgrano volvía a ser noticia nacional, con una conquista inédita que lo consagraba como el mejor del interior. Fue uno de los títulos más esperados y celebrados de las 58 conquistas oficiales logradas por el club, pero también el último grito triunfal, ese que hace más de tres décadas espera volver a enronquecer las gargantas piratas.
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