Bad Boys: Dos policías en apuros, pero con la mira puesta en hacer reír
Deudora del ingenio pochocleril de Michael Bay y de George Gallo, la nueva entrega de la saga de Bad Boys se erige en un espectáculo de acción sumamente efectivo, con una pareja protagónica que ya es todo un ícono de las buddy movie frenéticas y siempre necesarias para mantener en buen estado de salud al cine popular.
Bad Boys: Hasta la muerte, cuarta entrega de la franquicia iniciada en 1995 por Bay y por Gallo (director y guionista de las dos primeras), trae de regreso a los policías amigos Mike Lowrey (Will Smith) y Marcus Burnett (Martin Lawrence), nuevamente dirigidos por Adil El Arbi y por aBilall Fallah (también directores de la anterior, de 2020), quienes logran otra historia explosiva con un enemigo duro de matar y con personajes secundarios que ayudan a que la trama fluya con soltura.
Esta vez Mike y Marcus tienen que investigar la corrupción dentro de la Policía de Miami y enfrentarse a McGrath (Eric Dane), un villano desconocido que pertenece a un peligroso cártel y que compromete la reputación del fallecido capitán Howard (Joe Pantoliano), acusado de haber estado involucrado con la mafia rumana.
Esto obliga a los amigos policías a sacar de la cárcel a Armando (Jacob Scipio), el hijo de Mike reconocido en la entrega anterior, para que los ayude a identificar a McGrath.
Pero las cosas se complican porque el resto de la Policía se entera de la fuga y empieza a perseguirlos, tanto a Armando como a los policías, que devienen fugitivos. Hasta que, con la ayuda de Dorn (Alexander Ludwig), de Kelly (Vanessa Hudgens) y de Rita (Paola Nuñez), logran armar el plan para vencer a McGrath, quien tiene a Christine (Melanie Liburd), la mujer de Mike, como rehén.
La clave de las Bad Boys siempre estuvo en esa justa y efectiva mezcla de humor y acción apoyada en el carisma y en la química de ambos actores, sobre todo en las ocurrencias delirantes de Marcus/Lawrence, cuyos gags sacan más de una carcajada.
Es justamente Marcus quien deberá enfrentarse con la muerte, lo que lleva a la película a jugar con la idea del destino, la novedad de la trama, con escenas desopilantes y con muchos tiros y peleas cuerpo a cuerpo.
Adrenalina pura
La dirección de Adil y de Bilall tiene brío y una puesta en escena vertiginosa, muy a lo Rápidos y furiosos (a la que se le perece en más de un aspecto), con planos que no duran ni un segundo y con movimientos rápidos de la cámara que, aun así, se entienden a la perfección y ayudan a que el ritmo no ceda.
Bad Boys recuerda que el cine tiene que ser una fiesta para la clase trabajadora. Y esta es una película que cumple con eso y que durante casi dos horas sumerge en su historia y divierte sin distraer un segundo. El cine acá se erige en espectáculo pasatista, ajeno a cualquier rasgo de autor o pretensión artística.
El público siempre sale agradecido con esta saga, porque siente que se lo respeta, que no se lo distrae con caprichos esnobs o con pretensiones autorales. Bad Boys enaltece al cine popular, al cine que se entrega al divertimento con historias que se dirigen a todo el público. Y si encima tiene personajes carismáticos como los de Smith y Lawrence, la fiesta está asegurada.
Para ver
Bad Boys: Hasta la muerte (Bad Boys: Ride or Die, Estados Unidos, 2024)
Acción
Calificación: muy buena.
Dirección: Adil El Arbi y Bilall Fallah.
Guion: Chris Bremner y Will Beall, basado en los personajes creados por George Gallo.
Elenco: Will Smith, Martin Lawrence, Vanessa Hudgens, Jacob Scipio, Alexander Ludwig, Paola Nuñez, Eric Dane, Ioan Gruffudd, Melanie Liburd, Tasha Smith, Rhea Seehorn, Tiffany Haddish, Quinn Hemphill y Joe Pantoliano.
Fotografía: Robrecht Heyvaert.
Música: Lorne Balfe.
Duración: 115 minutos.
Apta para mayores de 16 años.
En cines.
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