Asalto y piedras: la historia del colegio adonde entraron a robar en plena clase
“Los profesores corrieron hacia afuera porque desde adentro de la escuela fueron alertados por el robo que estaba sucediendo mientras daban clase. Pero ahí fue cuando todo empeoró: les tiraron piedras y hasta les rompieron los automóviles”.
Las palabras de dolor pertenecen a miembros de la comunidad educativa del Ipem 176 Granadero José Márquez, tras uno de los picos de inseguridad que se vivieron allí en los últimos días.
No fue el único pero sí creen que fue “único”.
“Nunca antes nos habían robado mientras estábamos dando clase. Es un hecho inédito”, reclamaron.
En esta secundaria de barrio San Javier, en la zona sudeste de la ciudad de Córdoba, tanto las autoridades escolares como los padres de los estudiantes dicen que “no se debe naturalizar el robo a las escuelas”.
Y a continuación redoblaron: “Pero no debe existir algo menos natural que ver a un docente abandonar su curso porque afuera están robando en horario de clases”.
El insólito hecho sucedió el pasado martes, cuando dejó de salir agua de las canillas del establecimiento.
“Al mediodía, en la alternancia del turno mañana y tarde, nos dimos cuenta de que no salía agua de los baños. Aguas Cordobesas había intervenido por otros dos robos que sucedieron en estos días y había realizado una conexión directa. Subimos al techo y los encontramos robando”, relató el director del Ipem, Claudio Cossi, en diálogo con La Voz.
Un desconocido estaba parapetado detrás del tanque de agua de la escuela y echaba caños cortados hacia abajo, donde aparentemente otro sujeto lo ayudaba a concretar el ilícito.
Ahí mismo se dieron cuenta de que había cortado los caños galvanizados y se los estaba llevando. Eran unos seis caños de 12 metros cada uno, según detallaron en la escuela.
“Adentro estaban dando clases. Y mientras tanto veíamos cómo se iban con los caños por uno de los costados del edificio escolar. Mientras tanto, se hizo sonar la alarma comunitaria y se llamó al 911″, contó el directivo.
Todo fue empeorando. No bastó con el griterío de los estudiantes, o las súplicas de los docentes. La escuela estaba siendo golpeada por el delito, otra vez, y todos esperaban que los desconocidos depongan su actitud y dejen los elementos sustraídos. Pero eso no pasó.
“El ladrón empezó a vociferar y a amenazar con piedras. Finalmente, arrojó una y rompió la luneta del automóvil de un docente. El profesor se enojó, lo increpó y este sujeto le arrojó otra piedra, todo antes de que llegara la Policía”, reconstruyó Cossi.
El hecho derivó en el cierre momentáneo del establecimiento. “Ante la falta de agua, se hizo un acta y se informó a la Inspección de Nivel Medio del Ministerio de Educación. Cuando se arregle la cañería podríamos volver a las aulas y las reparaciones ocurrirían el jueves”, calculó el directivo.
Fuentes policiales confirmaron que por el robo fue detenido Carlos Antonio Funes (30) y se le secuestró un caño de agua y una llave de paso.
Para la Policía fue quien momentos antes sustrajo los elementos del techo del instituto.
No obstante, fuentes docentes de la misma institución manifestaron una “gran preocupación” por lo que se vive en la escuela.
“Hay una gran inseguridad porque estamos rodeados por un descampado. Los móviles policiales pasan cada tanto, a veces se quedan un rato pero los llaman y se van. El martes también robaron una motocicleta de un profesor, partes de otra moto y le arrebataron un celular a un docente que salía a buscar pertenencias de su auto”, advirtieron.
Desde la esquina de la escuela hasta los robos en la puerta
Padres y personal de la escuela reconocieron que es inviable el dictado de clases en medio del marcado incremento de hechos de inseguridad que golpean a la escuela.
Hasta hace poco, los arrebatos se producían en las inmediaciones del colegio, contaron. Sin embargo, ahora tienen lugar en la puerta del establecimiento y cuando los profesores y los alumnos están en plena actividad.
El temor se ha adueñado de las clases, dijeron.
El martes, en las aulas reinaba el desconcierto y el miedo. “Mi hija me llamó desde su celular. Es algo que no ocurre nunca. Me pidió que la fuera a buscar porque estaba con miedo”, contó una de las madres de la escuela de quien se reserva su identidad.
“Antes había un policía que hacía una guardia constante y de un día para el otro no hubo más personal. Allí comenzaron a perpetrar los robos”, agregó la mujer.
Varios docentes advirtieron que dan clase “con la puerta de seguridad cerrada”. “En cualquier momento vamos a terminar con los delincuentes dentro del colegio y en nuestras narices. Entran por cualquier parte, porque el patio tiene una pared perimetral pero ya han saltado por ese sitio trasero”, lamentaron.
Y pidieron que se refuerce la guardia nocturna que vigila la entidad. “Necesitamos seguridad policial a partir de las 7.15, cuando empiezan a llegar los estudiantes, hasta las 19. Los patrulleros se quedan durante una hora, pero el martes se fue el patrullero y a los 20 minutos se robaron la motocicleta”, sostuvieron.
En el centro vecinal del barrio también crece la preocupación por la inseguridad
Desde el centro vecinal de barrio San Javier también expresaron su preocupación.
La presidenta de la comisión, Margarita Ponce, se quejó: “Desde hace cuatro meses los robos son diarios. Estamos asediados por los motochoros y ahora entran en un auto, de a cuatro, y armados. Diseñamos estrategias con la Policía para que haya patrullajes, pero funcionan sólo algunos días y la delincuencia hace desastres cuando no están las patrullas”, señaló.
La vecinalista advirtió que los vecinos están optando por “armarse” para acompañar a sus familias a las paradas del transporte público y a las escuelas, porque están “hartos de la inseguridad”.
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