Argentina y Estados Unidos, historia y contrastes sobre las universidades públicas
Existe una ola bien definida de retórica inflamatoria en contra de las universidades públicas en años recientes, especialmente en Argentina y en Estados Unidos. Ambos países tienen historias complejas sobre el conflicto entre sus casas de altos estudios y los políticos de turno que las gobiernan.
Meses atrás, el presidente argentino Javier Milei ha dicho que las universidades públicas desempeñan el rol de “hacer negocios turbios y adoctrinar” y las amenazó con auditar sus recursos. Las caracterizó también como “enemigos de la libertad” y dijo que la educación pública “ha hecho mucho daño lavando el cerebro de la gente” .
En Estados Unidos, el expresidente estadounidense Donald Trump las acusó de fomentar “adoctrinamiento de la izquierda radical” y amenazó con revocar sus estatus de estar exentas de impuestos. Los políticos conservadores también han introducido y enviado leyes que podrían limitar la libertad académica y la autonomía de las universidades por motivos que estas instituciones “están adoctrinando” a sus estudiantes.
Para entender las situaciones políticas de universidades públicas en Argentina y de los Estados Unidos, es crítico examinar el contexto histórico que rodea la relación complicada entre las casas de altos estudios y los gobiernos.
Una investigación revela diferencias claves entre los dos países en su percepción de educación superior además de similitudes sorprendentes.
El rol de las casas de altos estudios en Argentina
Argentina tiene una tradición rica de las universidades públicas que históricamente florecían a pesar de conflictos políticos.
Los jesuitas fundaron la primera universidad en territorio argentino – que funcionó en el Colegio Máximo de la ciudad de Córdoba – desde el 19 de junio de 1613. Se enfocó en principio en la enseñanza de teología debido a su modelo.
El apodo La Docta que tiene Córdoba se debe a que durante más de dos siglos fue la única universidad del país.
Este énfasis puramente religioso contrastó con el de la Universidad de Buenos Aires en 1821 (doscientos años después), una institución que se orientó a una nueva dirección en resolver los problemas prácticos de la comunidad. Se marcó así el comienzo del enfoque profesional de las universidades públicas de Argentina.
Era difícil para las universidades públicas funcionar de una manera regular debido a las guerras civiles que definieron el siglo XIX. Sin embargo, las universidades ofrecían una luz de esperanza para las familias “decentes” sin dinero para enviar a sus hijos a estudiar ahí, según un artículo de Pablo Buchbinder, un historiador destacado que se especializa en estudiar las universidades argentinas.
Este hecho se realizó en las universidades desempeñando un rol crítico en formular las prósperas clases medias a través de educar a los abogados, médicos e ingenieros en el siglo XX. Según Buchbinder, este resultado afirmó que las universidades pueden lograr “el ascenso social” para los argentinos.
La obra teatral “M’hijo el dotor” publicada en 1903 capturó cómo esta oportunidad para mejorar su estatus socioeconómico crea tensión cultural. También reveló un choque de puntos de vista entre la parte de Argentina conservadora y la rural, y la nueva parte más moderna y urbana que definieron la percepción de las universidades públicas.
No obstante, fue la Reforma Universitaria de Córdoba en 1918 que estableció las casas de altos estudios como una parte integral de la identidad nacional argentina.
El movimiento estudiantil de la Universidad Nacional de Córdoba exigió reformas para modernizar su sistema universitario que todavía contrastaba con los cambios económicos, sociales y políticas que ocurrieron en el país y el mundo. Por ejemplo, había 1.500 varones pero ninguna mujer cursaba en las aulas, y la universidad no usaba materiales científicos que contradijeran la enseñanza religiosa.
Las ideas de la Reforma luego contribuyeron a hacer la gratuidad de las universidades públicas y el cogobierno de las universidades por estudiantes, docentes y graduados. Así que la Reforma derivó en una vida más democrática en las universidades en Argentina y fue clave para una sociedad en ascenso.
Por eso, atacar la universidad pública parece igual que atacar una parte importante de la identidad argentina.
El rol de las casas de altos estudios en EE.UU.
La historia de las universidades públicas estadounidenses tiene algunas semejanzas con las de Argentina, pero la naturaleza era diferente.
Aunque las casas de altos estudios en ambos países empezaron con raíces religiosas, mientras Argentina tenía a los jesuitas, las colonias norteamericanas tenían a los presbiterianos. Sin embargo, el modelo estadounidense estaba inspirado por el modelo inglés que se enfocaba en la enseñanza de los textos griegos y latinos.
Según el historiador Laurence Veysey, estos “colegios” eran diseñados para confirmar el estatus respetable de una persona antes del siglo XIX por su entrenamiento clásico.
Hasta el comienzo del siglo XX, el modelo religioso exigía “la disciplina mental” para justificar la enseñanza de temas como filosofía moral y las lenguas clásicas, según Veysey. La universidad era un lugar que promovía el ejercicio del cerebro a través de “la gimnasia mental” y la religión para crear hombres virtuosos.
Esta meta empezó a cambiar -en el medio de este siglo- con el avance de negocios y las ciudades grandes con la presión para que las universidades fueran útiles en un mundo más industrializado. No había un énfasis en preparar a los alumnos para ser un profesional, un rasgo que los reformistas querían cambiar.
Según Veysey, aparecían tres escuelas de pensamiento que desafiaban a la filosofía dominante de disciplina mental con tres metas diferentes para la universidad: el servicio público, la investigación y la cultura.
El Acto Morrill de 1862 le daba 17 millones de acres de tierra para los Estados con el fin de que sean usados para establecer las universidades públicas que enseñaban “la agricultura y las artes mecánicas”. El acto creó 68 universidades en las décadas que siguieron. Su legado era que las casas de altos estudios necesitaban servir al pueblo a través de investigación aplicada.
Así que surgió un movimiento en las universidades que empezaban a cambiar su rol a ser “utilitarias” en lugar de centros de desarrollo moral y religioso con el crecimiento de las ciencias físicas y sociales. Se forjó la idea de que las universidades necesitaban servir para “la vida real” en un entorno universitario de democracia y de formación profesional.
Sin embargo, otros conceptos de las casas de altos estudios desafiaban este punto de vista práctico y de servicio público.
Los defensores de las “ciencias puras”, inspirados por el modelo universitario alemán, propusieron que el conocimiento e investigación debían ser estudiados por su propio bien y para mejorar a los estudiantes talentosos en lugar de a todos. Esto condujo al desarrollo de departamentos especializados en cada universidad.
Los defensores de “la cultura liberal” opusieron la especialización de los modelos utilitarios e investigadores y promovieron una idea de educación superior como la cultivación por el gusto literario y estético y la comprensión que puede desarrollar un carácter moral e ideas elevadas sobre la vida.
Según Veysey, estas tres filosofías sobre los roles de la universidad “chocaron” durante el resto del siglo, y a menudo continuaban este conflicto hasta el día de hoy.
Ataques contra de la universidad pública en ambos países
Debido a su poder en formar jóvenes, las universidades públicas en Argentina y los Estados Unidos enfrentaron y continúan enfrentando oposición. La historia de las universidades públicas revela que hay al menos tres formas de atacarlas: ataques físicos, discursivos y económicos.
En Argentina, el Poder Ejecutivo usó la primera estrategia en contra de las universidades. Después del golpe de Estado en 1966 que reemplazó la democracia constitucional con la dictadura de Juan Carlos Onganía, el rector de la Universidad de Buenos Aires convocó a los estudiantes, graduados y profesores y los aconsejó a esperar por “el restablecimiento de la democracia”. La UBA también publicó una declaración que intentaba proteger su autonomía universitaria.
Onganía se enojó y promulgó un decreto para eliminar la autonomía universitaria como una respuesta a la declaración de UBA. Cuando los estudiantes y profesores resistieron sus medidas, la Policía Federal (al mandato de Onganía) entró a UBA para reprimirlos y los golpeó brutalmente. Ahora esta ocurrencia se inmortalizó como La Noche de los Bastones Largos.
Una situación similar se desató en los Estados Unidos en la misma década en el campus de la Universidad de California Berkeley. Los estudiantes protestaron por los límites impuestos en sus derechos a la libertad de expresión durante el movimiento de derechos civiles. Ellos también apoyaban a la autonomía de los estudiantes y profesores de restricciones impuestos por Berkeley. La policía entró en el campus y arrestó a los 800 alumnos por dirección del gobernador de California, Edmund Brown.
Sin embargo, el gobierno también puede usar los ataques discursivos para reprimir las universidades públicas. Este tipo de ataque se enfoca en socavar la credibilidad y el prestigio de las universidades a través de frases dogmáticas que a menudo están ofrecidas sin evidencia.
Un ejemplo en Argentina -sobre ese punto- se manifestó en Milei, el mandatario que directamente acusó a las universidades argentinas de adoctrinamiento. Dijo que “la educación pública se convirtió en un centro de adoctrinamiento marxista” en una entrevista con La Nación y denunció a la Universidad de Belgrano por perseguir a un estudiante “por ser liberal”.
Un ejemplo estadounidense -parecido- se manifestó en las palabras del expresidente Donald Trump. Él ha dicho que su administración va a “recuperar de la izquierda radical nuestras otrora grandes instituciones educativas” y eliminar a los “maníacos y lunáticos marxistas”.
Estas frases sobre los entornos de las universidades tienen un gran efecto en la percepción de ellos en los ojos de la ciudadanía.
Sin embargo, los ataques económicos son los más peligrosos para las universidades públicas debido al hecho de que se basan en fondos gubernamentales.
Por ejemplo, bajo la administración de Milei, el presupuesto para las universidades públicas como un porcentaje de PBI es el más bajo que en la década pasada, según los datos provistos por el Instituto Nacional de la Administración Pública.
En EE.UU., 10 estados han pasado leyes que prohíben la enseñanza de los “temas divisivos” en las universidades públicas que incluyen la discusión del racismo y género. También, una década de recortes profundos de fondos educativos también ha debilitado las universidades públicas estadounidenses y ha dañado la reputación general de la educación pública en el país.
El poder mezclado de las universidades públicas
Es claro que las universidades desempeñan un papel importante en Argentina y los Estados Unidos. Hoy en día, a menudo se convierten en campos de batalla para las “guerras culturales” en las que participan los políticos.
No obstante, estos conflictos han revelado la importancia de las casas de altos estudios para la gente.
En abril, cientos de miles de argentinos marcharon en las calles de Buenos Aires y otras ciudades como Córdoba para exigir más fondos para las universidades públicas. Debido al hecho de que Argentina es conocida por la calidad de su educación superior, probablemente este apoyo estuvo vinculado con un sentido de identidad cultural. Luego, el Gobierno destrabó parte de los fondos universitarios.
Este nivel de relevancia es menos pronunciado en los Estados Unidos, en donde los partidos políticos tienen mucha influencia. Según una encuesta conducida por Pew Research Center en 2024, 74% de votantes demócratas creen que las universidades tienen un impacto positivo en comparación con 31% de votantes republicanos.
Hay factores que podrían crear estas diferencias en la opinión pública. Las universidades públicas son gratis en Argentina mientras que cuestan decenas de miles de dólares cada año en los Estados Unidos. Este costo surgió como una consecuencia de la disminución de fondos de los gobiernos estatales.
* Mia Osmonbekov, estudiante de comunicación de la Universidad Estatal de Arizona (ASU).
https://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/argentina-y-estados-unidos-historia-y-contrastes-sobre-las-universidades-publicas/
Compartilo en Twitter
Compartilo en WhatsApp
Leer en https://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/argentina-y-estados-unidos-historia-y-contrastes-sobre-las-universidades-publicas/