Amor clásico: ella de Belgrano, él de Talleres y sus hijos eligieron entre la “B” y la “T”
Belgrano. Talleres. Amor por los colores. Amor por el otro. Respeto por el otro. Por la pasión del otro. Una familia unida por esos sentimientos justo cuando sólo está “dividida” por Belgrano y por Talleres. Cosas de la vida. Cosas del fútbol. Cosas mágicas en una casa donde hay magia. Donde los nenes toman muñequitos de plástico que representan a jugadores de Belgrano y Talleres y hacen un partidito sobre una mesita y relatan goles de un clásico ficticio pero muy real en sus imaginaciones.
Que la lleva Pablo Vegetti. Que la toma Diego Valoyes. Que gol mío. Que gol tuyo. Y mamá y papá miran y acompañan la escena con la emoción de saber que lograron que ellos, los chicos, quieran a sus equipos y que se quieran el uno al otro, con tolerancia. Sin cargadas pesadas ni desmedidas. Ni insultos. Como corresponde, como debe ser. Porque la pasión no es excusa para el exceso. Es la familia Barrera-Palomeque.
Ana Laura Palomeque, 43 años, hincha de Belgrano de siempre. Desde que sus bisabuelos se establecieron cerca de barrio Alberdi. Criada en un núcleo de celestes, de esos que van a la cancha sin cesar, acá en Córdoba o en el sitio en el que Belgrano esté.
Vadim Barrera Povarchik, 38 años, de Talleres hasta la médula. Viajero por el equipo, de los que están en las buenas y en las malas, de los que alienta con amigos, de los que está en la cancha que sea para acompañar a la “T”.
El fascinante choque de planetas se dio en un bar de la cañada de Córdoba. Mirada de encanto. Cúpido jugando su partido. Y primera charla surgió con la presgunta… “¿de qué equipo sos?”. Risas, cargadas… pero el amor fue y es más fuerte.
“Me quiso conquistar mostrándome que había salido en La Voz por una nota que le hicieron. Él salía cantando una canción de Talleres que se había hecho viral, ja, ja”, se acuerda Ana Laura mientras Vadim muestra ese video de Youtube que, sin querer queriendo, es parte de sus vidas. Por Talleres, por Belgrano.
Ahí nació la pareja que administró su rutina sentimental con la del otro amor que tienen ambos: el amor por Belgrano y el amor por Talleres. Y esa compleja rutina es la de volver a casa y hablar de fútbol y de gestionar los humores que provocan las victorias y las derrotas y los empates que se sienten como victorias y derrotas.
Claro que algunas veces se picó la relación. “Lo normal, lo que genera el fútbol, ja, ja. ¿Cuántos días habremos estado sin hablarnos, ja, ja?”, bromean Ana Laura y Vadim y recuerdan que ella le regaló “algunas millas” que tenía acumuladas para que él viaje con Talleres al partido en San Pablo, Brasil, por la Copa Libertadores de 2019. Y él rememora la vez que le hizo “el aguante” cuando ella recorría el país en la campaña de Belgrano del año pasado, que incluyó los viajes por La Rioja, Santa Fe, Villa Mercedes por Copa Argentina, y el del ascenso, en San Nicolás.
Ninguno “impide” al otro. Esto es así en los Barrera-Palomeque. Esto será así para siempre en esa casa, en esa familia ensamblada de pasiones “opuestas pero iguales”.
Ana Laura y Vadim extendieron su familia con el nacimiento de Pedro, hace seis años. Y ahí apareció el primer asunto. Vadim salió corriendo a hacerle el carnet de socio de Talleres. Ana Laura hizo lo mismo. Pedro tenía los primeros suspiros en el planeta y ya tenía dos carnés. El tema fue que Pedro creció. Y fue a ver a los dos equipos.
Hasta que levantó la mano y avisó que le gustaba Belgrano, que le tiraba Belgrano. Porque sí. Porque ser hincha es “porque sí”, es un flechazo del cupido de la locura. No se explica. Se siente. Y el ciclo de elección natural, no impuesto ni sugerido, se repitió con la llegada de Bruno, hoy de cuatro años. Porque a Bruno le pintó Talleres. Le hizo latir el corazón. Y ahí quedó, de Talleres.
Ana y Pedro van a ver a Belgrano. Vadim y Bruno, a Talleres. Y está bien. Y se acepta. Y se fomenta esa dinámica. Lo dice Vadim: “Acá está prohibido que se traten mal, que se digan cosas hirientes sobre el otro equipo. Les enseñé que hay cánticos que atrasan, que no se pueden repetir, que en la vida, acá en Córdoba, van a encontrar amigos de Talleres y de Belgrano y que hay que respetarlos”.
En la habitación de los chicos no hay pósters. Se comparte el espacio. Cada cual tiene un osito de su equipo. Tienen sus chiches de Belgrano y Talleres, los que son retratados en las fotografías de Facundo Luque, en la producción para La Voz.
Este domingo, la familia hará lo de siempre. Separar caminos por un rato, lo que dure el clásico Belgrano-Talleres de la fecha 17 de la Liga Profesional 2023. Ana Laura y Pedro van al Gigante de Alberdi a ejercer de hinchas de Belgrano. Vadim y Bruno van a comerse un asadazo mundial y a ejercer de hinchas de Talleres viendo el partido por la tele.
El domingo a la noche, las miradas lo dirán todo. Y las reglas implícitas y explícitas de la familia establecerán respeto. Obvio, si viven hermosamente unidos, disfrutando de su división pasional. El Belgrano-Talleres, el fútbol, la vida y los Barrera-Palomoque.
El video de La Voz la familia Barrera-Palomeque antes de Belgrano y Talleres
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