“Al Gobierno no le sobra nada, va a llegar a 2023 con el último aliento”
“Es un gobierno de resistencia que llegará a 2023 con lo justo. Es incapaz de recuperar la agenda política”. Con esas palabras, el politólogo Juan Negri describió el escenario que se le presenta a la gestión de Alberto Fernández a partir de la crisis política generada por la derrota en las PASO y la rebelión del ala kirchnerista del Gabinete.
En diálogo con este medio, el director de las carreras de Ciencia Política y de Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella advirtió que “los actores políticos, sociales y económicos de adentro y de afuera no esperan nada de este gobierno” y que “no creen que pueda hacer ningún tipo de reforma relevante”.
Además, analizó la carta de Cristina Kirchner y sostuvo que la vicepresidenta “ya cedió 2021” y que exige cambios en la gestión porque “está mirando a 2023”. “Vamos a seguir viendo un gobierno débil donde hay pases de factura, tensiones a flor de piel e incapacidad de proponer soluciones a problemas que son acuciantes”, evaluó.
–¿Cómo define lo que está sucediendo? ¿Es un “golpe palaciego”?
–La palabra ‘golpe’ tiene una connotación de quiebre del orden democrático que yo no creo que sea lo que está pasando. Sí creo que hay un componente palaciego, se lo podría llamar ‘conspiraciones palaciegas’. No es un golpe, sino una crisis política, que podría llegar a ser institucional según cómo se canaliza. Es la crisis más importante desde el conflicto con el campo, desde esas noches de zozobra donde incluso de hablaba de una renuncia de Cristina a la presidencia. Es el reflejo de que el Frente de Todos terminó siendo un acuerdo electoral y no una coalición de gobierno, donde las visiones sobre casi todos los temas son muy dispares y eso se materializó en un gobierno al que le costó encontrar un discurso unificado. Las tensiones personales eran un secreto a voces y ahora quedaron explícitas.
–¿Qué lectura hace de la carta de Cristina?
–Hay mucha incomodidad entre Cristina y Alberto. La derrota electoral expuso esas tensiones y hubo un error de cálculo de ambos. Alberto, ante la presión de la derrota electoral, juega a resistir, y los dos van subiendo la apuesta. La carta demuestra que Cristina está dispuesta a escalar más alto. Después de la elección, Alberto se mostró con Santiago Cafiero y Matías Kulfas y dio una señal de que bancaba a esos ministros. Cristina hizo la jugada de pedir la renuncia de los ministros que le responden, en el medio salieron los audios de Fernando Vallejos, y finalmente Cristina dijo ‘no voy a aflojar: si querés ir a la guerra, vamos a la guerra’. Obligó a Alberto a subir la apuesta o aflojar, y yo creo que va a acordar.
–Cristina afirmó que las renuncias eran “para facilitarle al presidente la reorganización de su gobierno”, pero lo termina debilitando…
–Claramente quedó debilitado, porque termina cediendo ante la presión de su vicepresidenta. Es algo que la sociedad ya sabe, no hay sorpresas en ese sentido.
–¿Cómo se sostiene el gobierno los próximos dos años después de esta fractura y sin mayoría en el Congreso?
–Alberto no va a renunciar, va a terminar su mandato, pero vamos a seguir viendo lo que vemos hasta ahora: un gobierno débil donde hay pases de factura, tensiones a flor de piel e incapacidad de proponer soluciones a problemas que son acuciantes. Al Gobierno no le sobra nada, va a llegar a 2023 exhausto, con el último aliento. Los actores políticos, sociales y económicos de adentro y de afuera no esperan nada de este gobierno, no creen que pueda hacer ningún tipo de reforma relevante. Es un gobierno de resistencia que llegará a 2023 con lo justo. Es incapaz de recuperar la agenda política.
–¿Esto se hubiera evitado si el Frente de Todos habilitaba internas en las PASO?
–No estoy seguro. Las primarias hubiesen dado una información que, de todos modos, ya sabemos: los votos hoy los pone Cristina. Hoy ni Alberto ni Sergio Massa ponen los votos. De hecho, como Cristina se ocupa de subrayar, sacaron menos votos que los que ella sacó en 2017 cuando se postuló a senadora por Unidad Ciudadana, con el peronismo dividido. El dato ya lo conocíamos, el problema es que hay lecturas distintas sobre qué se hace con ese dato. En el kirchnerismo creen (y es lo que expresa Vallejos) que ellos pusieron a Alberto ahí. Y el ‘albertismo’ responde que ganaron porque el compromiso electoral de 2019 era otro: no era hacer kirchnerismo, sino ir con un peronismo unificado, y perdieron ‘votos moderados’ porque ‘se cristinizaron’. No sé si las primarias hubiesen resuelto ese problema.
–¿Hay una falla de origen cuando Cristina nombra a Alberto como candidato a presidente?
Cristina hizo eso por debilidad, pero nunca estuvo dispuesta a no influir. El Frente de Todos tiene su origen en la preocupación central de Cristina, que es que si el macrismo llegaba a ganar un segundo período, ella podía terminar en la cárcel. Se dio cuenta de que con ella sola no alcanzaba y se terminó armando el Frente de Todos. El defecto de origen es que pensaban distinto sobre muchos temas y que Alberto no termina siendo el líder que ella imagina que es. Ella quiso recrear en 2019 el espíritu exitista de los primeros años de kirchnerismo, la épica de la vuelta hacia 2003 más que hacia el kirchnerismo tardío, con Alberto Fernández y no Aníbal Fernández. Pero terminó siendo un gobierno con muy poco volumen político y Alberto mostró que ese prestigio de operador que tenía, en realidad, era producto de la bonanza económica de ese momento y de la inercia que le daba Néstor. Terminó siendo un líder muy mediocre.
–¿Esta crisis hará que al Frente de Todos le vaya peor en noviembre?
–No imagino otro resultado que es que les vaya igual o peor. Me cuesta pensar que el votante moderado que los acompañó en 2019 y ahora está enojado pueda volver a votarlos. Es un espectáculo patético que los debilita fuertemente. Cristina ya cedió 2021, está mirando a 2023 y cree que se requieren cambios porque, según ella, así no vamos a ningún lado.
–¿Qué rol le cabe a la oposición en todo esto?
–Institucional, ninguno, porque en el fondo es una pelea por espacios de poder al interior del gobierno. La oposición no puede hacer nada. Es una decisión exclusiva de la Casa Rosada. Puede tratar de no poner leña al fuego, pero nada más.
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