Advierten malnutrición y obesidad por la baja calidad alimentaria: escasez de recursos y de conocimientos
La malnutrición en niños y en adolescentes es uno de los fenómenos que preocupan a nivel local y nacional. Según la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, de 2020, cuatro de cada 10 niños, niñas y adolescentes sufren de malnutrición por exceso, derivada principalmente por el consumo elevado de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas.
La problemática atraviesa todos los sectores sociales, pero afecta en gran medida a familias con menos recursos que tienden a escoger alimentos de baja calidad y escaso valor nutricional por sus costos.
A nivel local, el Banco de Alimentos de Córdoba también realizó un estudio de mediciones antropométricas (peso y talla) en niños y en adolescentes, entre un grupo de 11 entidades beneficiarias, y observó que el 61% de los chicos y las chicas presentaban malnutrición por exceso (obesidad y sobrepeso); el 20%, malnutrición por déficit (baja talla y bajo peso); mientras que el 19% restante presentaba un estado nutricional adecuado.
¿Qué es la malnutrición? Rosana Forcato, del Colegio de Nutricionistas de Córdoba, señaló a La Voz que la malnutrición es una alteración en el estado nutricional adecuado a determinada edad o contexto biológico. Y la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace referencia a las carencias, a los excesos y también a los desequilibrios entre los alimentos que se consumen y lo que el organismo necesita para estar saludable.
El exceso de peso es el mayor problema, con una prevalencia en menores de 5 años y hasta 17; y en el caso de la malnutrición por déficit, los datos indican que la prevalencia de bajo peso y delgadez en todos los grupos es baja.
La nutricionista explicó que la malnutrición por déficit o exceso también puede ser por deficiencias específicas de micronutrientes. “Se puede tener un buen estado nutricional por antropometría (peso y talla), pero estar malnutrido porque faltan nutrientes esenciales que impactan en la salud”, indicó.
Y en el caso de la baja talla, implica carencias en la primera infancia, lo que impacta en el crecimiento, o bien por la genética del niño. La especialista indicó que lo más difícil de medir son las carencias de nutrientes específicos que se hacen en laboratorio, el profesional solo puede observar determinadas deficiencias, como proteínas, hierro y vitaminas.
“Hay sintomatologías que pueden impactar en la salud a largo plazo. Los controles pediátricos apuntan a que se cubran estos nutrientes, sobre todo en niños de 0 a 2 años, y otra etapa crítica es la adolescencia”, afirmó.
Ultraprocesados y bebidas azucaradas
En los últimos años, predomina el consumo de alimentos procesados o ultraprocesados (snacks, comida rápida y bebidas carbonatadas), y otros carentes de nutrientes, sobre todo en sectores sociales con recursos escasos para completar la canasta básica.
El aumento de estos alimentos contribuye a aumentar la obesidad y las enfermedades crónicas por su alto contenido calórico, de grasa, sodio y carbohidratos simples y refinados, así como atributos no nutricionales peculiares que promueven su consumo excesivo.
En el caso de la ingesta de bebidas azucaradas, diversas investigaciones describen un aumento del consumo entre los escolares. Los niños ingieren estas bebidas en la escuela como colación y en los hogares para acompañar las comidas principales.
La nutricionista Dolores Román, del Centro de Investigaciones en Nutrición Humana, de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), lideró una investigación, en 2018, en escuelas de la ciudad de Córdoba y observó que el 97% de los estudiantes consumían alguna bebida azucarada, con niveles similares en varones y en mujeres
En relación con el estado nutricional, el 24,20% de los escolares presentaron sobrepeso y el 21%, obesidad, con proporciones similares en escuelas públicas y privadas. “Actualmente, hay acciones para incentivar el consumo de agua en las escuelas y está previsto a futuro hacer un nuevo estudio”, subrayó.
¿Cómo mejorar la calidad alimentaria?
Forcato explicó que el contexto social y económico es complicado y se necesita, sobre todo, de la intervención del Estado, aunque se debe revisar qué tipo de ayuda se brinda desde las políticas públicas. “Se ofrece ayuda económica, pero no se educa acerca de qué alimentos comprar y cuáles son convenientes por los nutrientes”, señaló.
Para la especialista, es primordial el acompañamiento a mujeres que sostienen espacios como comedores y merenderos para que incluyan en las comidas productos con un alto valor nutricional y de bajo costo, pero comúnmente no se usan para consumo.
“Por ejemplo: las legumbres, que se adaptan a una gran variedad de comidas, y los huevos, que aportan proteínas, incluso pueden reemplazar a la carne. Además de las verduras y de las frutas de estación”, destacó.
También señaló que el Colegio de Nutricionistas, junto con universidades, elaboraron un manual técnico para organizaciones sociales sobre la reducción de desperdicios de alimentos. Como los sobrantes de frutas y de hortalizas que se desechan en las etapas de producción, comercialización y consumo.
La idea es acompañar a los espacios tanto de organizaciones como comedores barriales con una planificación y un trabajo en equipo para proveer de buena calidad nutricional a estos espacios en los que históricamente se buscó “llenar la panza y no nutrir”.
“Hay que cambiar ese paradigma, se necesita una organización. Hay un apoyo técnico con instituciones y tiene que haber un compromiso político. No es de un día para el otro, se necesita una organización”, destacó.
Comida sana
Para Román, la clave está en volver a la “comida casera” y evitar los alimentos que tienen un procesamiento industrial elevado. “Con respecto a los desayunos, lo importante es que los chicos se levanten y coman algo. Y no descuidar las fuentes de alimentos con calcio y con hidrocarbonos que no sean ultraprocesados”, destacó.
En el caso de las familias más vulnerables, deben aprovechar la ayuda con alimentos no perecederos –aconsejó– y frescos. Y tienen que ser acompañados de acuerdo con la característica de cada familia.
Además, dijo que hay que desmitificar los sándwiches y recomendó hacerlos en el hogar con verduras, huevos, semillas, entre otros alimentos. Evitar los empaquetados, “es preferible un criollo antes que una galletita”.
En esa línea, la licenciada en Nutrición Verónica Robinson, consultora en Políticas de Alimentación para la Alianza de Ciudades Saludables, indicó que una dieta saludable se basa en alimentos naturales y mínimamente procesados.
“La malnutrición por exceso, que incluye el sobrepeso y la obesidad, si bien es un problema multifactorial que afecta gravemente a las infancias, se agrava en contextos socioeconómicamente vulnerables”, apuntó.
En esos entornos, el acceso limitado a alimentos frescos y saludables favorece el consumo de ultraprocesados, mientras que la inseguridad en las calles reduce las oportunidades para la actividad física. Esta combinación de factores profundiza las desigualdades en salud y requiere estrategias integrales para su abordaje.
Robinson subrayó que es fundamental retomar los sabores auténticos de frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, carnes magras y lácteos, y evitar el exceso de ultraprocesados que dañan la salud por sus contenidos, como azúcares, grasas y sodio. Y, además, por su alto contenido de aditivos, conservantes y colorantes.
Para ello, es clave fomentar el consumo de agua y también la educación alimentaria y un entorno escolar y familiar saludable desde la infancia para un desarrollo y un crecimiento adecuados.
Hay un 60% de quioscos en proceso de transformación
De acuerdo con la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, el 80% de las escuelas venden bebidas azucaradas, casi la mitad de los chicos consumen estas bebidas al menos una vez al día, mientras que sólo el 44% toma la cantidad de agua que necesita.
La ciudad de Córdoba, a través del decreto N° 310/2024, es una de las pioneras en la implementación de la ley nacional N° 27.642 de Promoción de la Alimentación Saludable en el entorno escolar.
Para ello, estableció un plan progresivo en quioscos y cantinas escolares municipales para que las 38 escuelas ofrezcan exclusivamente opciones saludables y eliminen gradualmente la venta de productos ultraprocesados y de bebidas azucaradas.
Además, implementó puntos de hidratación con agua en todas las escuelas, capacitaciones para docentes y quiosqueros, y campañas de sensibilización para las familias y la comunidad educativa.
Robinson, que forma parte del proyecto, afirmó que hicieron hincapié en la venta de licuados, frutas, huevos, lácteos que no tengan sellos de advertencias, “alimentos caseros” a base de frutas o verduras.
“De las energías consumidas a través alimentos por parte de los chicos, el 35% proviene de los ultraprocesados. El plan es progresivo y requiere la adaptación de los quiosqueros, y la meta es llegar a 2026 con la totalidad de los quioscos que ofrezcan productos saludables”, destacó.
Actualmente, hay quioscos que están 100% transformados y un 60% está en proceso de transformación. Algunos de los alimentos saludables que se pueden encontrar en los quioscos son: “bolitas” de polenta rellenas con queso, flanes, helados de banana, pururú, budines sin harina de trigo y endulzados con miel, panes de lentejas, crackers de garbanzo, pizzas integrales, entre otros alimentos.
Una de las instituciones que ya cuenta con la cantina totalmente saludable es la escuela municipal Dr. César Romero, de barrio Sacchi, con jugos naturales, licuados, mix de frutos secos, tartas, budines, postres, ensalada de frutas y yogures, además de huevos duros y sándwiches caseros.
“Las mamás son las que cocinan y abastecen el quiosco. Y tenemos un grupo de alimentación saludable en WhatsApp, con recetas. Es una excelente experiencia que reforzamos con educación. Ahora estamos en un proyecto de salud, alimentación y ambiente, y trabajamos con plantas nativas y las recetas con frutos de esas plantas”, contó la directora María Gabriela Cafferata Nores.
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