Adjudican comportamiento temerario a “Bebelo” Reynoso
La localía en el fútbol es fundamental a la hora de hacerse fuerte para lograr un resultado favorable. Pero ir en contra de la integridad física de alguien por su sola condición de “visitante” no se condice con el fair play. El móvil de la pelea de la madrugada del último sábado que terminó con varios jóvenes lesionados y el futbolista Emanuel “Bebelo” Reynoso detenido en la cárcel de Bouwer fue la “inoportuna” presencia de chicos de otro lugar en una fiesta de barrio Chino.
Los mal llamados “códigos” barriales, cuyo quebrantamiento puede costar vidas, ya forma parte del salvaje pulso de algunos barrios de la ciudad de Córdoba. En el extremo sudeste de la metrópoli se inserta el barrio Chino, una colectividad oriunda de una villa de emergencia que a principios de siglo se ubicaba en el sur del parque Sarmiento y fue trasplantada a la zona de Ituzaingó y Ferreyra.
La fiesta clandestina en una casa de barrio Chino con la presencia de jóvenes de Ferreyra terminó con el salvaje castigo a los forasteros.
Esto es lo que surge de los relatos de los primeros testigos que ya escuchó la fiscal Milagros Gorgas, a cargo de la causa y quien para preservar la fidelidad de esas declaraciones decidió mantener detenido al volante del Minnesota (Estados Unidos) de paso por su terruño para disfrutar las fiestas de fin de año.
La principal víctima denunciante es acaso el mayor damnificado, el único menor de 18 años de cinco jóvenes de barrio Ferreyra que denunciaron haber sido golpeados por estar en esa fiesta donde no fueron bien recibidos por ser intrusos.
Brutal ataque
“DO” tiene 17 años, está en el secundario y también juega al fútbol. Hincha de Instituto, también es volante, pero lo hace en el equipo de 4° división del Amsurrbac, la mutual de los recolectores de basura.
Llegó a la fiesta con otros cuatro compañeros por la invitación de un amigo que ya estaba en la casa de Miguel Rasero al 6.800. “Era una fiesta ‘clandestina’ y a la media hora empezaron a vernos con mala cara”, relató el adolescente a La Voz.
En el lugar, con jardín y patio, había entre 60 y 70 jóvenes que consumían bebidas alcohólicas y fumaban marihuana, según atestiguaron algunos asistentes.
Pocos minutos después, ya habían sido empujados por otros jóvenes que pasaron por ahí y empezaron a reprocharles ser de otro barrio. También les exhibieron armas.
Asistido por el penalista Carlos Nayi, DO relata que poco después llegó “Bebelo” Reynoso, a quien conoce de hace años por los torneos de la zona y por su paso al fútbol grande, por Talleres y Boca Juniors. “Entra Bebelo en modo brusco y empieza a hablar muy mal. Nos dice: ‘Quién es el que se hace el malo; ustedes son visitantes’”.
Después de esto, siempre según el relato de DO y otros testigos de la causa, el “diálogo” siguió con “Bebelo” pegándole una cachetada a uno y otro de los chicos de Ferreyra. Después, sacó un revólver de su cintura y le dio un culatazo en el ojo izquierdo a DO.
El adolescente dice que cayó casi desvanecido y que en el piso recibió una andanada de trompadas, patadas y golpes con objetos. En un alto del ataque y cuando sintió algo de fuerzas, alcanzó a pararse y saltó por una pequeña verja que separaba el patio con el de la casa vecina. Allí lo asistió una joven que cuando se recuperó un poco le advirtió que tenía que irse porque, si no, iba a “tener quilombo”. Él le planteó que si salía le iba a ir mal, pero ella insistió que hablaba en serio porque iba a tener problemas.
La dialéctica que proponen los códigos hizo que DO saliera nuevamente a la calle. Nomás llegó al jardín, fue asaltado por un hombre armado que lo vio indefenso y le apuntó a la cabeza con un arma. Él le explicó que ya lo habían castigado y en el piso le habían robado la billetera, con 120 pesos.
Segundos después fue visto otra vez por los que lo habían castigado “en la fiesta” y otra vez terminó derribado en la calle. De rodillas, otra vez recibió una andanada de golpes. La solidaridad llegó de la mano de unas mujeres que lo llevaron a lugar seguro. Cuando escuchó las sirenas seguía el castigo a los osados que fueron a una fiesta selecta.
Sobreseído en causa anterior
Por lo que representarían estos hechos, la fiscal Gorgas imputó a “Bebelo” por lesiones leves calificadas, amenazas calificadas por el uso de arma de fuego y robo agravado por circunstancias de infortunio de la víctima (también llamado robo calamitoso).
Además, por la gravedad del hecho y para garantizar la prueba, en particular los testimonios, decidió privar de la libertad a “Bebelo” y, por su seguridad, lo mandó directamente a la cárcel de Bouwer.
Sobre la continuidad de esta medida cautelar, en la jornada de este martes se especuló mucho respecto de la posibilidad de que “la situación procesal” de Reynoso podía modificarse en los próximos días, una vez que los testigos digan lo que realmente saben.
Pero también terció en esas especulaciones lo que pueden pesar los “antecedentes” que tiene el futbolista en la vía pública, en particular cuando está en Córdoba. Hace unos años fue imputado y enviado a juicio por un incidente de abuso de armas, lo que lo llevó a las puertas de un debate oral en la Cámara 3ª del Crimen. Pero allí obtuvo “una buena” para su suerte: la vocal María de los Ángeles Palacio de Arato lo sobreseyó “por criterio de oportunidad” (artículo 59, inciso 5 del Código Penal) que tiene que ver con una conciliación con la víctima. Este beneficio puede obtenerse sólo una vez.
“Lo bueno” para “Bebelo” es que esto no va a pesar a la hora de decidir su soltura, como así tampoco fue tenido en cuenta cuando Gorgas lo detuvo. Lo malo es que, de algún modo, sigue siendo una señal sobre su tendencia a ser violento, particularmente con armas de fuego.
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