Adaptar costos para estudiantes del interior
La crisis que atraviesa la Argentina, con una inflación que supera con creces el 100% anual, golpea fuerte a las más diversas actividades. No hay sectores productivos, comerciales, del trabajo o del propio núcleo familiar que hayan quedado indemnes de una caída en picada y que aún no toca fondo.
Pero bien vale incluir en esa especificación a un segmento de innegable consideración social y académica: el de estudiantes universitarios del interior de la provincia de Córdoba, o de otras regiones del país, que deben radicarse en la ciudad Capital para iniciar o continuar una carrera de grado.
Es decir, está en riesgo también la formación universitaria de miles de jóvenes cuyas familias deben afinar el lápiz al extremo, de modo de sacar cuentas de los costos que deben afrontar para completar la educación de sus hijos.
Costos que se miden de manera mensual y que tienen como lógica prioridad el alojamiento. Los números asustan. En un contexto de déficit habitacional y de fuerte retracción de la oferta, alquilar un departamento de dos ambientes en Nueva Córdoba llega a orillar los $ 100 mil, sin contar las expensas y los impuestos de rigor.
Según un relevamiento de la Defensoría del Pueblo de Córdoba, cuyos datos fueron fuente de un informe que publicamos días atrás, un estudiante que concurra a la Universidad Nacional de Córdoba necesita hoy unos 152 mil pesos por mes para vivir y estudiar. Se trata de una estimación mínima que, a luz de la estocada inflacionaria, quedará como una foto desactualizada cuando arranque el ciclo 2024.
La situación presupuestaria se incrementa al ensayar estimaciones sobre una universidad privada. Según el informe, es factible establecer distintos niveles de poder adquisitivo de los estudiantes que llegan desde el interior. En tal sentido, asistir a una universidad de gestión privada y mantener un nivel de vida más elevado puede costar unos 600 mil pesos por mes.
Insistir en tarifas y en gastos no aporta nada nuevo en un país con una dinámica de precios desbocada. Y si bien es cierto que se abrieron universidades públicas en el interior cordobés, tampoco es razonable multiplicar casas de estudios superiores que demandan cuantiosos recursos y en muchos casos repiten áreas temáticas y currículas, cuando podría pensarse en mejorar los sistemas de becas y una política de mejora de la oferta académica en cada región, para que estudiar una carrera no termine siendo una aventura imposible.
Asimismo, el Estado debe aportar otras soluciones. Una de ellas es la promoción de las residencias universitarias a bajo costo, hoy saturadas y con menor disponibilidad de habitaciones, según admite la Defensoría.
En resumen, encaminar una situación que atañe nada menos que a la capacitación de grado, uno de los pilares del desarrollo y del futuro de una nación.
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