La Voz del Interior @lavozcomar: A 10 años del tornado en Villa del Rosario, el peor desastre natural de su historia

A 10 años del tornado en Villa del Rosario, el peor desastre natural de su historia

El lunes 2 de diciembre de 2013, entre las 18.40 y las 19, la ciudad de Villa del Rosario sufrió el peor temporal de su historia.

Todo empezó con una intensa lluvia, en un día de un calor sofocante. Después llegó la piedra y también el viento, en su forma más severa: el tornado. Esta columna de aire, con forma de embudo, arrasó con parte de la ciudad.

Su furia, con ráfagas de hasta 200 kilómetros por hora, se llevó dos vidas humanas, dejó más de 40 heridos, destruyó fábricas enteras, colegios, clubes, plazas, viviendas, galpones y autos, tiró por el piso cientos de árboles y postes y dejó sin luz y sin agua a toda la ciudad. Un escenario de película de ciencia ficción, pero en la vida real.

Normalizar materialmente la ciudad les llevó a las autoridades y a los vecinos más de dos años. Con el tiempo se plantaron casi cuatro mil árboles, se colocaron nuevas luminarias. Los negocios y las fábricas reabrieron, unos con más dificultades que otros. Las escuelas se repararon y muchas casas afectadas fueron reconstruidas.

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“Esos quince o veinte minutos se vivieron como si fueran un siglo”, recuerda ahora Daniela, y cuenta que ese día estaba tomando unos mates con su mamá cuando comenzó a llover. “Cuando empezó el viento intenté sostener una ventana para evitar que el aire ingresara y embolsara mi casa, pero fue imposible”, dice. El tornado le destruyó gran parte de su casa.

A Germán lo agarró adentro de su departamento. “Soy amante de los fenómenos naturales. No les temo, pero ese día te juro que tuve miedo. Me sentí vulnerable. Intentábamos hablar con mi pareja, que estaba a un metro, y no nos escuchábamos”, cuenta a La Voz.

El tornado de diciembre de 2013 en Villa del Rosario

Como estos hay cientos de testimonios en Villa del Rosario.

“Nos marcó a todos. Aún hoy somos muchos los que nos asustamos cuando se viene una tormenta”, resume Cristian, marcando también la huella psicológica que les dejó el temporal.

El sueño de la casa propía, por el aire

La casa prefabricada que Paola Díaz compartía con sus dos hijos, de 7 y 5 años, voló en pedazos por el aire.

La familia quedó a la intemperie, bajo un cielo negro, a merced del tornado. Hacía sólo un mes que habían alcanzado el sueño de la casa propia. Pero, como a un globo, vieron como el viento se la llevaba. No podían ni sospechar que estaban en medio de uno de los peores tornados que recuerde Córdoba.

Primero empezaron a temblar los vidrios, haciendo un sonido estridente. Luego sintieron que la casa crujía, como si intentara seguir amarrada al piso. Finalmente el viento la arrancó por completo. Paredes, ventanas y puertas se desparramaron a varios metros. Paola, que es enfermera en Villa del Rosario, recuerda que “todo volaba”.

Un panel, que dividía un ambiente de otro, cayó encima de su hijo Santiago, entonces de 5 años, que además quedó aplastado por otros objetos.

No fue sólo el tornado. Se sumó una pedrea intensa y helada que agregó complicaciones. La mujer se puso como escudo de su otro hijo, Lautaro –de 7 años–, y lo cubrió con su espalda, recibiendo ella los piedrazos en una casa ya sin techo. Desde esa posición veía cómo la tormenta le arrebataba todo. Los niños tuvieron miedo de morir. El más grande le preguntó si podía rezar.

La prefabricada estaba cerca del río. En ese sector sólo había tres vecinos, alejados entre sí, por lo que la ayuda tardó en llegar. Un hombre sacó a Santiago y a Lautaro y los resguardó en su casa.

Tras el tornado los niños estuvieron con tratamiento psicológico “porque todo los asustaba”. La mamá cuenta: “El más grande sentía que se movían las paredes y empezaba a gritar ‘se van a caer, se van a caer’”.

Se fueron de Villa del Rosario un tiempo. Volvieron y en el mismo terreno se construyeron su nueva casa, ahora de material. Hubo ayuda oficial, de los vecinos y de los familiares.

El tornado de diciembre de 2013 en Villa del Rosario

Solidaridad entre escombros

Vecinos y autoridades de Villa del Rosario coinciden en que después de la tormenta hubo mucha solidaridad. Familias enteras limpiaban la costanera con sus propias herramientas. Esa fue una de las zonas más afectadas. Sólo el 20 por ciento de los árboles resistieron la tormenta.

“Apenas pasó la tormenta nos pusimos a trabajar. La ciudad estaba dada vuelta. Había miles y miles de toneladas de basura en las calles. Cada vez que paraba y hablaba con mi familia me ponía a llorar”, cuenta uno de los funcionarios de aquella gestión.

En ese contexto, y para evitar la circulación de gente, Roberto Herrera, entonces intendente de la ciudad, decidió adelantar el cierre del ciclo lectivo.

Varios municipios colaboraron en las tareas de limpieza. Y el Gobierno provincial envió subsidios para comprar 50 tanques de agua, abrió una línea de ayuda a empresas y envió kits de viviendas. Además, mandó colchones y comida para los damnificados. El Gobierno nacional aportó un millón de pesos.

Entre tanta congoja también hubo lugar para la especulación y el cálculo. Como la ciudad quedó a oscuras por varios días y sin el suministro de agua potable, un paquete de velas pasó de costar 2,50 a 20 pesos. También aumentaron los precios de equipos electrógenos y tanques de agua. “Se vieron las dos caras de la moneda”, señala otro funcionario municipal.

Viento mortal

Dos vidas se llevó aquel viento indomable: Miguel Bonaldi (32), un joven discapacitado que circulaba en bicicleta por la ciudad y fue alcanzado por la fuerte pedrea, e Ismael Pereyra (35), quien murió en la zona rural.

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