80 años del paracaidismo militar argentino
Esclarecer los orígenes, el desarrollo y la evolución del paracaidismo militar argentino es una forma de valorizar la trayectoria de la especialidad que se acrecentó y vigorizó su empleo en las fuerzas armadas merced a la labor de fundadores, precursores y pioneros que deben ser tenidos en cuenta por las nuevas generaciones. Muchos de sus integrantes fueron soldados conscriptos.
En este recorrido histórico, partiré de los antecedentes y conflictos mundiales que hicieron lugar al empleo del paracaídas como medio de transporte rápido para llegar al lugar del combate a bordo de aeronaves aptas para lanzamientos masivos. De tal evaluación, surge una primera etapa en nuestro país, luego de experiencias de otras fuerzas armadas y de una evolución de la especialidad que determinaron una convocatoria del Ejército en 1942, invitando en sus filas a quienes desearan ser paracaidistas militares.
Tras dicha convocatoria, el 11 de octubre de 1943 se creó la Escuela de Tropas Aerotransportadas, que tuvo su primer asiento en la Escuela de Infantería de Campo de Mayo. Se coordinaron la instrucción y los entrenamientos con la Aviación de Ejército y se presentó la Escuela en Buenos Aires el 9 de julio de 1944, con motivo del aniversario de la Independencia Nacional.
El 30 de noviembre de ese mismo año, quien fuera designado primer director, el mayor Ulises Efraín Ibarra, junto a ocho oficiales y dos suboficiales efectuaron el primer salto desde un avión Ae.M.S.1, de empleo sanitario, producido en la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba en 1935. Dicha aeronave estaba al mando del suboficial piloto militar Jorge Ignacio Gallo, y la práctica se concretó en la FMA, con un solo paracaídas de asiento que se plegaba en la pista, en una actividad que comenzó al amanecer y se extendió hasta el atardecer, en lo que fueron los primeros lanzamientos individuales.
Al mes siguiente, el 19 de diciembre, tuvo lugar un lanzamiento conjunto desde un avión Junker JU 523 en el aeródromo de Quilmes, con motivo de la inauguración de la Fábrica de Aviones Impa. Por ese entonces, la iniciativa del Ejército Argentino ubicaba al país en la quinta fuerza armada a nivel mundial en propiciar tropas aerotransportadas, entre las cuales estaban Alemania, la Unión Soviética, el Reino Unido, Irlanda del Norte y los Estados Unidos.
Nace una nueva fuerza
Con motivo del rol que desempeñó la aviación durante la Segunda Guerra Mundial, el Poder Ejecutivo resolvió el 14 de febrero de 1944 la creación del Comando en Jefe de Aeronáutica, del que pasó a depender la Escuela de Tropas Aerotransportadas con asiento en la Guarnición Aérea Córdoba, en enero de 1945 incorporada por la naciente Fuerza Aérea.
Con la denominación de Escuela Militar de Paracaidistas, continuó siendo su director el mayor Ulises Efraín Ibarra y al personal proveniente del Ejército se les impuso la graduación de Aeronáutica.
En este período, las elementales nociones del paracaidismo se tenían de misiones extranjeras que llegaban al país. Entre otros, se encontraban ejemplos como el de José Ignacio Izquierdo, quien en 1925 saltó con un paracaídas de su invención fabricado por costureras de Chascomús, y principalmente de la paracaidista y aviadora francesa Enriqueta Fruchard de Jarfelt, quien se integró por su valiosa experiencia a esta Escuela Militar como encargada del taller de paracaídas y posteriormente fue considerada precursora del paracaidismo femenino en América del Sur.
Había otros pioneros del paracaidismo civil, como Alberto Aníbal Galati, quien fue asimilado como suboficial mayor y pasó a ser el primer instructor de la Escuela. Posteriormente, en mérito a su actuación, fue condecorado por el Reino de España con la Cruz de décima clase al Mérito Aeronáutico.
También en calidad de técnicos en lo que respecta al material de lanzamiento fueron incorporados los italianos Aimone Regoli y Evans Cassini, quienes reunían experiencias de la Segunda Guerra e intervinieron en la modificación de velámenes que en principio eran de procedencia extranjera. Recién el 12 de julio de 1950 se produjo una serie de 113 paracaídas de espalda para uso militar por la Fábrica de Paracaídas dependiente del Instituto Aerotécnico.
Desde 1945, la Escuela adquirió un rol protagónico, integrando una plana mayor de oficiales, suboficiales y soldados, con lo que se logró implementar y organizar la especialidad a partir de un verdadero centro de pruebas del material de vuelo, lanzamiento y programas de instrucción adoptados conforme a los avances en el orden internacional, pero con recursos nacionales. Representó así un laboratorio en evolución
Paracaidistas españoles
Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial, España se encontraba carente de posibilidades de formación de paracaidistas militares en Europa, y al tomar conocimiento de la Escuela en Argentina, la superioridad dispuso que los integrantes del Ejército del Aire capitán Ramón Salas Larrazábal, teniente Eduardo Pérez Rodríguez Villamil y brigada Pablo Fernández Corral integraran una misión de instrucción. Hicieron sus primeros lanzamientos con sus camaradas argentinos el 14 de mayo de 1947, hasta obtener el título de paracaidistas militares y usaron el distintivo correspondiente.
Al retornar a España este personal, compenetrado de la nueva especialidad en materia de organización y adiestramiento, fundaron el paracaidismo militar español. El capitán Ramón Salas Larrazábal encabezó el primer salto de 12 militares el 23 de enero de 1948 en la Escuela Militar de Paracaidistas que había sido creada el 15 de agosto de 1947 en Alcantarilla, provincia de Murcia, y que hoy lleva el nombre de Méndez Parada, en un vínculo con los orígenes del paracaidismo argentino.
La especialidad retorna al Ejército
Desde 1944 y hasta 1950, la Escuela estuvo bajo la conducción del mayor Ibarra, quien había pasado a la Aeronáutica proveniente del Ejército, llegó al grado de comodoro y retornó finalmente a las filas del Ejército con el grado de coronel.
En su gestión, se planteó la dependencia de la especialidad y se resolvió que como a nivel mundial se orientaba al arma de Infantería, el Ejército retomara la conducción de lo que había creado en 1943.
A partir de una transición en 1952, a través del arma de Infantería y bajo la denominación de Escuela de Tropas Aerotransportadas, se reactivó otra etapa bajo la dirección del mayor de Ejército Juan Carlos Vega, y se dotó a la unidad de tres aviones Douglas DC3 para los lanzamientos.
Tras variados cambios de conducción y orgánicos, se proyectó el paracaidismo –además del arma de Infantería– a comunicaciones, ingenieros y artillería, y correspondió al Grupo de Artillería 4 una reconocida actuación en el conflicto de Malvinas.
El centro principal de instrucción prosiguió ubicado en Córdoba hasta la actualidad a través de la IV Brigada de Infantería Aerotransportada, con unidades dependientes localmente y en otras provincias, integrando las denominadas Fuerzas de Desplazamiento Rápido aptas para acudir en situaciones de emergencia, ya sea por situaciones de defensa nacional, catástrofes naturales o de otra índole.
La simbiosis y complementación entre Ejército y Fuerza Aérea fortalecieron la necesidad de aerocooperación, facilitada por la experiencia alcanzada por el Estado Mayor Conjunto. Tanto la Fuerza Aérea como la Armada mantuvieron grupos de rescate para sus necesidades operativas. Como resultado del avance del equipamiento técnico y la capacitación, los efectivos aerotransportados hicieron numerosos operativos conjuntos en toda la geografía del territorio nacional, con una adecuada preparación para afrontar los más variados requerimientos.
Contemplaron también aspectos deportivos como los campeonatos nacionales e internacionales interfuerzas, que incluyeron la participación con sus equipos representativos en eventos propiciados por la Federación Argentina de Paracaidismo, tal como aconteció en mayo de 1919 en el 14° Campeonato Mundial disputado en la Escuela de Aviación Militar, con la intervención de personal militar masculino y femenino integrando el equipo argentino.
Desde su creación, numerosas clases de soldados paracaidistas prosiguieron la actividad en instituciones civiles que se fueron creando a lo largo y ancho del país, lo que constituyó una reserva activa para distintas necesidades en materia de búsqueda y salvamento.
Diversas marcas y récords nacionales y mundiales rubrican lo actuado por el paracaidismo militar en estos 80 años que se celebran el 11 de octubre como Día del Paracaidista Militar, para recordar a quienes se inmolaron en una especialidad que requiere valor, disciplina y sacrificio para sostener moral y físicamente las aptitudes.
* Doctor en Ciencias de la Comunicación; titular de licencias y experto en temas aeronáuticos
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