Massa y Milei definen al sucesor de Alberto Fernández en la Presidencia
el país.
En lo que promete ser una de las elecciones más reñidas de los últimos 40 años, los candidatos a presidente Sergio Massa, del frente oficialista Unión por la Patria (UxP), y Javier Milei, de la coalición opositora La Libertad Avanza (LLA), disputarán hoy el segundo ballottage de la historia política argentina, con el objetivo de definir quién sucederá a Alberto Fernández en la Casa Rosada a partir del próximo 10 de diciembre.
A lo largo de una extensísima campaña -que prácticamente comenzó a fines de junio, con el anuncio oficial de las listas- Massa y Milei se encargaron de dejar en claro al electorado que ofrecen dos visiones casi antagónicas en sus proyectos de país, no sólo en lo económico, sino también lo político, social y cultural, tanto a nivel doméstico como en el manejo de las relaciones internacionales.
Por un lado, el ministro de Economía -enrolado dentro del peronismo moderado- remarca la necesidad de fortalecer un perfil productivo, industrial y exportador, con una fuerte presencia del Estado como apuntalamiento, con los objetivos de frenar la inflación y revertir los indicadores recesivos.
Por el otro, el diputado nacional -que se define como un abanderado del liberalismo- propone una profunda reorganización económica, con una drástica reducción del organigrama estatal a través de privatizaciones, el cierre del Banco Central y el reemplazo del peso por el dólar estadounidense como circulante para erradicar las subas de precios.
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Los contrastes entre ambos no se limitan únicamente a estos puntos: el manejo de la seguridad, la defensa, la salud, la educación, los derechos humanos y la geopolítica también revelaron las profundas diferencias entre las plataformas electorales de uno y otro, tal como quedó evidenciado durante sus exposiciones en los tres debates presidenciales.
El candidato oficialista apuntó durante toda la campaña a mostrarse como el potencial líder de un gobierno de unidad nacional, en el que pueden convivir los antiguos valores y sistemas de creencias del PJ con los aportes de sectores progresistas, radicales y socialdemócratas, en busca de un amplio consenso para lograr acuerdos.
Con el respaldo de gobernadores, sindicatos y organizaciones sociales, Massa busca mostrarse como el impulsor de una nueva etapa del peronismo, pero al mismo tiempo promete mantener todo aquello que reconoce como logros del kirchnerismo, en especial en materia de derechos colectivos. La presencia del actual jefe de Gabinete, Agustín Rossi, como compañero de fórmula parece resumir bien el concepto.
Con menor experiencia y estructura política, el postulante de LLA, en tanto, construyó su candidatura en base a un rechazo a la clase política tradicional, a la que no dudó en calificar como «la casta» culpable del estancamiento nacional.
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En cada una de sus presentaciones no dudó en explicar con cifras y estadísticas lo que considera como graves errores macroeconómicos cometidos por los diferentes gobiernos de las últimas décadas.
Acompañado por un electorado joven y mayormente desencantado por la falta de respuestas de la clase dirigente, su candidatura -junto a la abogada Victoria Villarruel como vice- fue avanzando en medio de polémicas declaraciones sobre tópicos extremadamente sensibles como la venta de órganos, la portación de armas, la última dictadura, el derecho al aborto y la cuestión Malvinas.
En paralelo, Milei sumó también las adhesiones de sectores liberales, conservadores y macristas, quienes lo percibieron como una reivindicador de las políticas implementadas en los años 90 por Carlos Menem y Domingo Cavallo.
Semejantes diferencias discursivas entre los candidatos, tanto en las formas como en los contenidos, alimentaron durante estos meses -y especialmente en las últimas semanas- la percepción de un duelo ideológico sobre el pasado, presente y futuro del país.
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Ambos postulantes ya se enfrentaron dos veces en las urnas, con un triunfo para cada uno. En las PASO de agosto, el libertario sorprendió al obtener el primer lugar, con el 29,86%, superando a Juntos por el Cambio (28,00%) y UxP (27,28%).
El segundo choque se registró en las generales del 22 de octubre, y en esa oportunidad Massa logró imponerse con el 36,78% contra el 29,99% de Milei, un resultado que los ubicó en segunda vuelta, de acuerdo con las reglas electorales de la Constitución.
A horas de una definición que mantiene expectante a todo el país, los analistas políticos coinciden en señalar que el resultado puede ser sumamente ajustado y con pronóstico incierto.
Lo único concreto es que esta noche la Argentina no sólo tendrá un nuevo mandatario electo para el período 2023-2027, con una agenda cargada de desafíos y cuentas pendientes, sino que también comenzará a transitar el último capítulo de la opaca gestión de Fernández.
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