Las últimas definiciones, casi en tiempo suplementario
el país.
Junto a la acumulación de días grises, muchas interpretaciones y conjeturas sobrevolaron la terraza de la sede gubernamental de calle 6 a partir del por momentos vacilante futuro político inmediato de Axel Kicillof quien, pese a que ser “candidato natural” por la reelección bonaerense emergió como una de las opciones presidenciales del ahora denominado Unión por la Patria (UP).
Por lo bajo se tejió una suerte de operativo clamor para la reelección del Gobernador motorizado por algunos integrantes de la liga de intendentes peronistas del Conurbano e interior. Pero desde “arriba” y con la discusión sobre la mesa de las candidaturas hasta se llegó a especular que sea Máximo Kirchner quién figure en la boleta bonaerense como hipotético aspirante a gobernador.
“Por ahora vamos contra Wado o Máximo”, especulaban desde el sciolismo. Y hasta arriesgaron pronósticos. “Kicillof está muy bien posicionado para cualquier cargo, el tigrense Sergio Massa para sumar tiene que estar en la papeleta electoral aunque no quiera y no descarten a Felipe Solá que, de vuelta, está con CFK”.
En perspectiva política, la opción más lógica para Cristina Fernández hubiese sido coronar a Kicillof con una candidatura al sillón presidencial por su probada fidelidad con el proyecto del kirchnerismo ortodoxo, pero, se sabe, el objetivo de “mínima” del oficialismo es retener la botonera gubernamental de la Provincia y el actual mandamás podría asegurar esa victoria electoral en tierras bonaerenses.
“La verdadera rebeldía es enfrentarse a los poderosos, estar junto al pueblo y motorizar los cambios para construir un futuro mejor”, tuiteó Kicillof generando todo tipo de suspicacias en medio del fuego cruzado del microclima político antes que finalice el plazo para la inscripción de precandidaturas.
En paralelo y como truco de magia, el oficialismo parece querer ocultar la frágil gestión presidencial ante la crisis inflacionaria en productos alimenticios.
El Gobierno nacional, fracturado en dos desde el comienzo, y con una convivencia imposible, es salvado sólo por el instinto de supervivencia que ha demostrado el peronismo a lo largo de toda su historia.
Según distintos intérpretes del arco parlamentario, el electorado bonaerense deberá seguir “padeciendo en el último vagón del tren el proyecto que armó el kirchnerismo”, que terminó profundizando la crisis económica y social que había heredado del macrismo.
La oposición, en tanto, debería procurar impedir que aquellos que tienen idénticas aspiraciones pero posiciones distintas, como se advierte con la precandidaturas presidenciales del PRO a nivel nacional, dejen de tirarse “dardos envenenados” que después terminan contaminando el espacio bonaerense de JxC que hoy reparte voluntades entre los candidatos a la Gobernación, Néstor Grindetti por el bullrichismo y Diego Santilli por el larretismo.
Juntos por el Cambio se encuentra inmerso en una intensa batalla interna, tanto a nivel nacional como en la provincia de Buenos Aires. Esa disputa por el poder ha expuesto fisuras y diferencias ideológicas entre sus miembros, amenazando con debilitar su influencia y capacidad de acción.
Ahora, con la configuración de las fórmulas y listas que competirán en las PASO de agosto, el trabajo de los principales armadores del espacio pasará por preservar las reglas de juego y las normas internas de convivencia para que, pasada esa elección doméstica, todas la partes se puedan unir, de cara a “la batalla principal” que será contra el oficialismo.
El conflicto que estalló en Jujuy, por un lado interrumpió la campaña del gobernador Gerardo Morales, pero por el otro, sirvió como fundamento para una foto de unidad de JxC en la previa del cierre de listas, algo impensado días atrás. Además, le dio al radical una centralidad en que no había tenido durante la campaña electoral.
Al mismo tiempo que el conflicto sirvió como catalizador en la oposición, de igual manera en el oficialismo actuó como un elemento ordenador y aglutinador. Se corrió el foco del enemigo interno por un rato y se volvió a la clásica grieta bipartidista, que por ahora sacó de la cancha a los terceros en discordia, por caso el libertario Javier Milei, que tuvo casi nula participación en las discusiones sobre el conflicto.
La lucha interna en JxC también tiene un componente de disputa por el liderazgo. Con la posibilidad cierta de alcanzar el poder una vez más, la pelea por la lapicera de las decisiones se volvió más descarnada.
Todos los referentes políticos dentro de la coalición están enfrascados en una competencia personal que ha generado tensiones, debilitando la cohesión y la capacidad de acción conjunta. Pero más allá de las diferentes miradas o matices acerca de la estrategia a seguir, también quedaron expuestas las diferencias ideológicas que los separan.
En la Provincia, y casi en tiempo de descuento, Milei oficializó a la platense Carolina Píparo como postulante a la Gobernación. La exdiputada comenzó su trayectoria política con María Eugenia Vidal como gobernadora, pero después se sumó a las filas del liberalismo en 2021 cómo compañera de fórmula de José Luis Espert.
Así consiguió una banca de diputada nacional. Tras la decisión de Espert de sumarse a JxC, Píparo pegó el volantazo y se subió al armado del economista Milei en “La Libertad Avanza”. En términos discursivos es una “abanderada” de la lucha contra la inseguridad y de la política de mano dura.
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