La Nueva @lanuevaweb: La Provincia, ante el cambio de color político en Casa Rosada

La Provincia, ante el cambio de color político en Casa Rosada

el país.

En el hall de entrada a la era presidencial del libertario Javier Milei y de la segunda gestión de Axel Kicillof como gobernador reelecto se abre un capítulo de nuevos desafíos para la Provincia frente a la falta de un Gobierno nacional alineado partidariamente y el complejo entramado político que se plantea en la oposición dentro de la Legislatura bonaerense.

El entorno cercano a Kicillof entiende que le esperan años difíciles. Desde antes de asumir, Milei lanzó una campaña diciendo que «no hay plata», casi para justificar, de antemano, un ajuste fiscal y monetario. Eso, en términos discursivos, por ahora, no se traduce en medidas concretas que permitan trazar un panorama de certeza en la Provincia.

El Gobernador anticipó que dará pelea en la discusión por la coparticipación, a partir de las señales que fue dando el Presidente electo, en el sentido de un fuerte ajuste en el gasto público y la amenaza de “paralizar” la obra pública.

«Milei necesita construir capital político en el corto plazo, para poder navegar una delgada línea que separará el pragmatismo de la improvisación”, anticipan en las diagonales.

Kicillof reasumirá este lunes con un discurso por partida doble. Primero, el tradicional mensaje frente a la Asamblea Legislativa, y después otro más politizado ante los militantes que lleguen a la convocatoria en la plaza San Martín de La Plata. Probablemente, el gobernador ensaye algún tipo de posicionamiento opositor a Milei, aunque se asegura la idea es comenzar la relación “institucional” con el menor nivel de fricción posible.

«Ahora esperamos saber qué fichas del tablero va a mover. El debate teórico lo vamos a ver en la práctica, y recién ahí podremos abrir los ojos sobre qué significa la puesta en marcha de la motosierra», es la respuesta gubernamental ante la indefinición del armado del gabinete ministerial en la PBA.

Claramente, un lugar relevante es el Ministerio de Seguridad  y resulta entendible que Kicillof pretenda retener al indomable ministro Sergio Berni, pese a su cuestionado perfil de exposición pública.

Berni –que fue electo senador bonaerense- es una suerte de pararrayos ante la estructural crisis de inseguridad y tiene como objetivo central “controlar o impedir” que algún episodio de “ impacto negativo” termine salpicando políticamente la fachada gubernamental.

Otro sillón que vuelve a recuperar protagonismo es el ministerio de Gobierno, después de la decisión de suprimir la Jefatura de Gabinete tras el affaire de Martín Insaurralde, quien debió renunciar tras la difusión de fotos junto a una modelo en Marbella.

Del área de Gobierno depende la necesidad de aceitar vínculos con los intendentes y las máximas autoridades del ámbito parlamentario a la hora de negociar leyes, como por ejemplo, la Ley de Presupuesto Bonaerense y la Ley Fiscal Impositiva para el año que viene, y algún pedido para contraer endeudamiento por parte del Ejecutivo.

De hecho, el clima de ruptura por la “rebelión en la granja” dentro de los bloques parlamentarios bonaerenses de Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza (copiando conductas propias de la “casta polítca” que los libertarios decían combatir) le viene como anillo al dedo a un oficialismo que puede encontrarse ahora con varias terminales políticas donde negociar distintas leyes, coinciden curtidas espadas peronistas en medio de la disgregación opositora.

Es que, tras un par de días de “furibundas negociaciones”, el diputado montehermoseño Alejandro Dichiara, con el silencioso empujón de intendentes peronistas y el visto bueno de Máximo Kirchner, se quedó con la presidencia de la Cámara Baja por 12 meses, cuando le pase la manija a su par massista Alexis Guerrera, ya que se pactó mandato rotativo. 

La Cámpora y los renovadores que responden al tigrense Sergio Massa tuvieron una fuerte injerencia en la decisión final, aunque debieron dejar algunas diferencias de lado para alcanzar los consensos internos que, entre otras cosas, reclamaba Kicillof, además que se le garantizará a su hombre de confianza y también diputado por la Sexta, Carlos “Cuto” Moreno, una de las vicepresidencias en la casa de la avenida 53.

La oposición legislativa bonaerense finalmente se dividió en bloques separados y en la práctica, a partir de ahora, funcionarán como interbloque. Esa metodología fue la que se usó todos estos años en la Nación no así en la Provincia donde hasta ahora funcionaban como un solo bloque.

Cabe aclarar que la figura de interbloque no existe en la Legislatura por lo tanto o deberá reformarse el reglamento interno para crear la figura del interbloque, o funcionarán en la práctica políticamente como interbloque, pero no así administrativamente.

El principal desorden brotó en Diputados, donde se dividió en bloques el PRO, la Coalición Cívica, y la UCR que a su vez, sufrió un desprendimiento de legisladores radicales que responden al neurocientífico Facundo Manes.

Por lo pronto, en el Senado bonaerense donde las cuentas son más sencillas, también hubo sesión preparatoria para tomarle juramentos a los legisladores electos (6 de la Sexta entre ellos), definir los cargos administrativos y votar las autoridades de los bloques.

La nueva composición del recinto será ligeramente favorable al oficialismo: 21 legisladores del universo peronista, 20 de JxC y 5 libertarios, pero divididos en un bloque oficial de puertas abiertas para incorporar macristas; otro conformado por tres senadores y un monobloque.

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