Frente a un contexto de incertidumbres internas
el país.
Una intensa niebla sigue cubriendo la ruta del oficialismo. Mucho humo perturba el Frente de Todos desde que se tensó la crisis interna entre los dos sectores que lo hegemonizan. Aquellos que se alinean con el presidente Alberto Fernández y los que reportan sin fisuras a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
El cortocircuito entre estas dos terminales opuestas dentro de la Casa Rosada aporta particulares lecturas políticas. El peronismo ortodoxo siempre discute con intensidad cuestiones de fondo (como una crisis económica o la suba de precios en góndolas) que “van a impactar en el bolsillo de la gente”.
Otros actores más cercanos al círculo duro de La Cámpora y los alcaldes del Conurbano, en cambio, reflexionan con mayor virulencia sobre las políticas nacionales contra la inflación: “Tiene que haber mayor dureza con ciertos sectores del poder financiero y económico en Argentina, que al final son la oligarquía de campo, como se llama tradicionalmente”, señalan dentro del esquema parlamentario del FdT bonaerense.
Frente a ese peligroso fenómeno político atmosférico al gobernador Axel Kicillof y su tropa ministerial parece no quedarles otra que conducir la gestión institucional de la Provincia en medio de un banco de niebla.
La jefa del bloque de senadores del Frente de Todos, Teresa García, sostuvo que el frente oficialista, “cruje pero no se tiene por qué romper”, pese a las diferencias públicas.
“Cuando desde el Frente Renovador votamos en contra de permitir un mandato más a los intendentes bonaerenses, nadie nos culpó. Las diferencias que existen dentro del FdT son sanas, ya que debatir y defender ideas, es parte de nuestra colación de gobierno”, aclaró un portavoz autorizado del massismo parlamentario.
En ese contexto de incertidumbres internas dentro de la coalición gobernante, Kicillof logró posicionarse como un dirigente equidistante, y al mismo tiempo necesario, para la unidad de todos en el territorio bonaerense, que, se sabe, es “la madre de todas las batallas” que hay que librar a la hora de construir cualquier proyecto de poder viable.
En el FdT lo saben, y no quieren repetir la experiencia de 2015. Y en este sentido habrá que ver cuáles serán los movimientos de un actor imprescindible en estas lides, como el tigrense Sergio Massa, quien, dicen en las diagonales, lanzaría “más temprano que tarde” un candidato a gobernador propio por el firmamento renovador.
Días atrás, Massa parece haber reflotado su vieja idea de la ancha avenida del medio, incluso abogó por un Pacto de la Moncloa criollo. ¿Será su trampolín a una nueva candidatura presidencial? Muchos creen que luego de meses de construcción silenciosa, sería este el momento ideal para mover sus fichas.
Se sabe que Massa tiene muy buena sintonía con el líder de La Cámpora, Máximo Kirchner, pero también con los intendentes bonaerenses, e incluso, con algunos alcaldes de la oposición. Con el porteño Horacio Rodríguez Larreta, por ejemplo, los une una gran amistad personal.
Por el momento, en la Provincia las aguas electorales todavía están reposadas, y en esa tranquilidad, la administración de Kicillof marcha con viento a favor.
Entretanto en la vereda de enfrente, en Juntos por el Cambio no pocos se preguntan si la oportunidad de imponerse en la agenda pública pasó, y ahora tienen que correr desde atrás en la lista de temas que le proponga el gobernador mientras, al mismo tiempo, se encuentran enfrascados en su propia pelea rumbo a 2023, que parece complejizarse un poco más cada día que pasa.
El PRO. por caso, suma candidatos a gobernador casi todos los días, con Diego Santilli lanzado, se suma Cristian Ritondo, y por lo bajo el intendente de Lanús, Néstor Grindetti también se posiciona. La UCR por ahora no tiro nombres propios, pero ya avisó que tendrá su candidato para el Ejecutivo de calle 6.
Por cuerda separada, referentes amarillos que representan un número relativamente importante en órbita legislativa, alientan la necesidad de extender alianzas electorales hacia la derecha liberal poniendo el foco en los economistas Javier Milei y José Luis Espert, básicamente.
De esa manera, podría consolidarse una vertiente interna en Juntos por el Cambio que proyecta capturar los votos de los libertarios, una fuerza política con aspiraciones de dar nuevos batacazos electorales.
Aquí, a diferencia del oficialismo, los posicionamientos nacionales por el proyecto presidencial, juegan en la interna bonaerense. Hay varios proyectos dando vueltas, nuevos y conocidos, como el del expresidente Mauricio Macri, que parece no resignarse a un rol secundario.
Por lo bajo, el alcalde porteño Rodríguez Larreta sigue construyendo en silencio, ladrillo a ladrillo, y juntando fierros, como se dice en la jerga política, para dar la pelea de fondo. De a poco ha ido drenando de dirigentes a otros sectores para su propio proyecto presidencial.
En voz alta, los radicales Gerardo Morales y Facundo Manes le suben a su vez el precio al radicalismo, y avisan que darán la pelea grande por la Nación y la Provincia.
Quien por ahora no habló, es Elisa Carrió, una socia fundadora del espacio opositor, y que en los últimos tiempos ha moderado su discurso, posicionándose más cerca de las palomas que de los halcones.
Pero se sabe que en algún momento la opinión de la líder de la Coalición Cívica se hará oír. Reconocida por su gran talento y olfato político, seguramente estará esperando el momento indicado. Y se sabe, cuando “Lilita” habla, más de uno tiembla.
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