La Nueva @lanuevaweb: El peligro de las redes sociales

El peligro de las redes sociales

la ciudad.

La vida digital tiene hoy una importancia que era inimaginable un par de décadas atrás. Quienes superamos cómodamente los 40 años todavía no terminamos de dimensionar el fenómeno.

En la actualidad un posteo significa muchas cosas, que van desde la posibilidad de la viralización, que para el caso sería un sinónimo de éxito, a que no responda ni siquiera la gente que se arroba, lo cual implica el peor de los fracasos que es la indiferencia.

Hay gente que vive para las redes y, de hecho, hay profesionales que viven «de» ellas. Desde los influencers a los community managers, pasando por comunicadores que suman seguidores y con ellos sponsors, o músicos que no saben lo que es un disco pero que logran millones de reproducciones de sus canciones y así abultan sus cuentas bancarias.

Los políticos también encontraron allí un lugar para expresarse y cada día son más los que gastan fortunas suponiendo que la cosa va por ahí. Algunos, de hecho, parecen dedicarle un tiempo que tal vez no lo merece. Leer libros de vez en cuando les resultaría de mayor provecho.

Como sea, está cada día más claro que se trata de un juego que tiene sus peligros y el mejor ejemplo es el presidente Milei, amo y señor de las redes sociales, a quien la primera bala desde que inició su gestión le entró por una mala praxis en X, antes Twitter.

¿Por qué es la primera bala? Porque hasta ahora siempre dio la impresión de que en todas las polémicas, incluso las más políticamente incorrectas (haberes jubilatorios o restricción presupuestaria en universidades), Milei y su tropa se sentían muy cómodos en el lugar donde se paraban. Haciendo todo lo opuesto a lo que recomiendan los manuales de la política tradicional, los referentes y defensores de La Libertad Avanza siempre lograban fortalecerse frente a un amplísimo público harto de todas las fórmulas conocidas.

Pero el Criptogate generó algo inédito: Milei admitió que erró. Y el lugar del error fue en Twitter, su zona de confort.

Soy de los que creen que el Criptogate, salvo que escale muchísimo a nivel internacional, no dañará severamente a Milei ante la opinión pública nacional. La gente, según demuestra la experiencia, toma sus decisiones sobre los dirigentes políticos en función de su situación económica de coyuntura o por sus concepciones ideológicas previas. Para simplificarlo, un alto porcentaje vota peronismo o antiperonismo casi sin importar quién es la figura que represente una u otra cosa. El otro motivo es poder comprar electrodomésticos nuevos o cambiar el auto.

En el caso de $Libra, los perjudicados son un grupo reducido de jugadores de alto riesgo en el mercado cripto, con los cuales es muy difícil sentir empatía siendo un obrero, un enfermero o un empleado de comercio. Además, casi nadie conoce de manera directa a alguien damnificado, porque encima muchos serían extranjeros. Más aún: si bien la actuación del presidente en este escándalo merece una investigación a fondo, es bajísimo el porcentaje de argentinos que entiende qué es una criptomoneda.

No obstante, el episodio no se puede minimizar. Desde el plano judicial, por las consecuencias todavía impredecibles. Desde lo político, porque el gobierno debe estar atento a la postura que tomen, sobre todo, sus aliados. Es obvio que Unión por la Patria y la izquierda le van a saltar a cuello, la pregunta es cómo se manejarán los que hasta ahora le levantaron las manos en el Congreso.

Sin embargo, lo más grave, desde la lógica de LLA, es que a la figura presidencial se le abrió una rajadura frente a su ejército virtual, el cual podría empezar a titubear si Milei vuelve a mostrar semejante torpeza en redes, provocando que sus miles y miles de seguidores también queden como torpes al intentar defender lo indefendible.

La claque libertaria no está acostumbrada a lo que sucedió el fin de semana, a que se burlen de ella, a no contar de inmediato con una bajada de línea para la defensa y el contraataque.

Y, como todo el mundo sabe, las redes son el reino del ego. Si el líder considera que la calle digital es tan determinante, deberá tener cuidado de no volver a lastimar el órgano más sensible de sus fanáticos. Probablemente esa sea la principal lección que, hoy por hoy, preocupe a sus asesores.

 

PD: Joni Viale también tiene que cuidarse de los manejos en las redes.

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