La Nación Economía: Luis Majul: “¿Y si fuera Cristina la que tuviera que buscarse otro laburo?”

Luis Majul: “¿Y si fuera Cristina la que tuviera que buscarse otro laburo?”

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Cristina y Alberto se pelean para ver quien saldrá mejor parado después de las elecciones. Mientras tanto la gestión, la de ambos, es un desastre, y los que sufrimos las consecuencias somos nosotros. Es decir: nosotros, los más de 45 millones de argentinos cuyos ingresos han sido devaluados. Nosotros, los parientes y amigos de los casi 100 mil muertos por el Covid-19. Nosotros, en el medio de un futuro incierto, donde lo único que aparece nítido, en el Frente de Todos, es la pelea por cajas millonarias, (como la de la hidrovía) o los lugares en las listas de candidatos de la provincia de Buenos Aires y el resto del país. Como escribió Joaquín Morales Solá, estamos frente al reino de la incompetencia y del autoritarismo, la búsqueda de la impunidad, la venganza y la persecución.

El expresidente Macri lo acaba de denunciar: “El gobierno busca venganza y tienen como objetivo a mis hijos”. Macri menciona expresamente a la vicepresidenta, el procurador general del Tesoro y vacunado VIP Carlos Zannini. Es por el pedido de quiebra de Correo SA. Pero volvamos a lo que sucede desde que el nuevo Presidente asumió, cuatro meses antes de la pandemia: todo se ha venido en picada. Pero lo más sorprendente, es que Cristina Kirchner, co-responsable del desastre, actúa como si fuera la oposición. Bad information. Ella es “el Gobierno”. Manda dentro del Gobierno, manda dentro del Frente de Todos. Y ahora también es la jefa de campaña, es decir: está al comando de la nave escorada que ella también timonea. O sea: sería, más que una testigo involuntaria, una cómplice. Parte del “Frente disfuncional de Todos” que nos pidió el voto y nos prometió volver para hacernos más felices.

Vamos de lo más reciente a lo más medular: ¿Por qué el Gobierno tardó siete meses en comprar vacunas de Pfizer, Jansen y Moderna, produciendo, por omisión, la muerte de 20 mil argentinos? Porque Cristina así lo quiso. Porque fue su subordinada, Cecilia Moreau, la inexperta diputada que incluyó la palabrita “negligencia” que impidió la firma del contrato. Y sino que le pregunten a la misma Cristina, cuando se vanaglorió de haber conseguido la Sputnik V en detrimento de las vacunas de los laboratorios norteamericanos. O que le pregunten al gobernador que no gobierna pero grita, Axel Kicillof, quien un día se tiró flores al decir que fue él quien compró la vacuna rusa y, ya que estamos, le preguntamos desde acá: “Señor gobernador, si tiene línea directa con el Kremlin ¿por qué no nos explica por qué Rusia tarda tanto en enviar la segunda dosis que usted compró y promovió?”. Es más, antes de eso, ¿por qué no nos explica, también, cuál es la razón por la que la Ciudad aplica casi de inmediato todas las vacunas que le llegan y la provincia todavía tiene más de 2 millones de dosis sin aplicar? Nosotros tenemos una hipótesis: su deficiente sistema paralelo de vacunación militante, el mismo que reivindica Cristina, el que prescinde de los 1.700 centros de salud que se podrían haber usado para inocular a millones de bonaerenses. Y esto, sin mencionar irregularidades específicas en el certificado de vacunación, como la inexistencia del sellado y la ausencia de la firma de los vacunadores responsables.

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Cristina, no insulte nuestra inteligencia. No nos diga más que no tiene nada que ver con el actual estado de las cosas. Ni usted, ni Axel, ni toda la comparsa oficial y extraoficial del cristinismo vernáculo. Es decir: los mismos que nos acusaron de estar obsesionados con la única vacuna que se le puede aplicar a los niños. La misma vacuna que 300 mil padres están esperando para que sus hijos con enfermedades preexistentes puedan vincularse con sus amigos y sus compañeros de estudio. Y cuidado. Porque esto no le quita a Alberto Fernández responsabilidad política. Ahora sus voceros dicen que se cansó, y que por eso decidió presentar el último Decreto de Necesidad y Urgencia. Pero si fuera verdad, todavía le faltaría explicar porqué acaba de firmar algo que hasta hace poco lo ponía “en una situación muy violenta”. ¿Era, entonces, para no enojar a Cristina que tuvimos que soportar miles de muertes evitables?

Lo mismo se puede inferir sobre la brutal decisión de impedir que miles de argentinos regresaran al país en vuelos que ya tenían programados para evitar la entrada de la variante Delta. Se trató de una orden de la Directora General de Migraciones, Florencia Carignano. Ella es una subordinada funcional y política de Eduardo Wado de Pedro, ministro del Interior. Y Wado, a su vez, es un incondicional de Cristina, la vice que gobierna pero que se presenta como una opositora. Primero: estamos en condiciones de anticiparles que muy pronto van a flexibilizar las condiciones. Es que ni siquiera desde el prejuicio, el resentimiento o el odio de clase es una medida que se pueda sostener. Segundo: el cepo a los vuelos es algo que desde Kicillof hasta los chicos grandes de La Cámpora se cansaron de agitar y defender. ¿Eso no quiere decir, Cristina, entonces, que sus protegidos no forman parte también de los funcionarios que no funcionan o es usted misma la que no funciona y usa al Presidente para esconder su propia ineptitud? ¿Puede ser que, como usted misma aconsejó, tenga que buscarse otro laburo?

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