Los dramáticos minutos finales: “Gritaban desde los balcones”
el mundo
MIAMI.- Desde su balcón del cuarto piso, Cassondra Stratton sintió el temblor y vio cómo se hundía la pileta del edificio. De inmediato agarró su celular y llamó a su esposo, Michael, que estaba en Denver, a 3600 kilómetros de distancia.
Michael la escuchó describir el repentino sacudón del edificio.
“Y de pronto su teléfono se murió”, recuerda.
Era pasada la una del jueves y los vecinos más noctámbulos de las Champlain Towers South estaban despiertos mirando tele, hablando por teléfono o mirando el mar desde una reposera en el balcón. Después, el estruendo definitivo, y el luctuoso resplandor de los reflectores anaranjados sobrevolando el lugar donde hasta hace momentos había un edificio de 12 pisos.
Jueves 1.20: La central de rescate de bomberos del condado de Miami-Dade recibe una alerta de “derrumbe de cocheras”. El operador despachó a la autobomba 76 desde el cuartel de Bay Harbour, a apenas 3 kilómetros de distancia.
En la avenida Collins y la calle 88, justo al norte de la ciudad de Miami Beach, el complejo Champlain Towers South tembló y se sacudió repentinamente. La gente escuchó un estruendo, luego otro, mucho más fuerte. Tuvieron tiempo de levantarse de la cama y pasar a la habitación de al lado, para agarrar un teléfono o las llaves.
Y de repente, una gran parte del edificio dejó de existir. Simplemente se desmoronó. Unos 60 o 70 departamentos de hormigón, acero y mampostería, convertidos en una humeante pila de escombros.
En el video captado por las cámaras de vigilancia cercanas, el colapso parece ocurrir en cámara lenta. Una gran sección del edificio, en su lado norte, se hunde. Ocho segundos después, cae un segundo fragmento, el más cercano a la playa. En apenas 11 segundos, en ese lugar donde habían hecho su hogar cientos de personas ahora había un vacío.
“Oí un crujido atronador, como algo que se desgarra, y después vi la gran bola de polvo en el aire”, dice Buisine, un paisajista local que incluso recuerda la construcción del complejo Champlain, en 1981.
“Escuché el estruendo, fue como un efecto dominó: primero se vino abajo una parte, después la parte que estaba atrás. Se escuchaban los gritos de la gente del otro lado, el lado que todavía estaba en pie. Gritaban desde los balcones, porque no funcionaban los ascensores”.
Surfside, el epicentro de la vida de los poderosos de perfiles discretos
1.25: La nube de ceniza y humo se eleva hacia el cielo, junto con los gritos y alaridos de horror. Nicholas Balboa es de Phoenix, pero estaba visitando a familiares en la ciudad. Justo había sacado a pasear al perro de la familia por la Collins cuando sintió que el suelo temblaba bajo sus pies. “El ruido fue como una especie de trueno”, dijo. “Pensé que se venía una tormenta”.
Pero, de repente, entre los edificios se coló un latigazo de aire seguido de una columna de polvo y cenizas, y Balboa supo que no era un fenómeno de la naturaleza.
En el quinto piso de la torre, Esther Gorfinkel escuchó un ruido y sintió el temblor. Llegó el mal tiempo, pensó. En el sur de la Florida, tan propenso a las tormentas y los ciclones, un temblor no es necesariamente motivo de alarma. Pero entonces Gorfinkel, de 88 años y residente histórica de Champlain Towers, escuchó un anuncio en el intercomunicador del edificio, primero en inglés y luego en español: “Evacuar de inmediato”.
Corrió hasta la puerta de salida más cercana, pero se había deformado y no abría. De repente, pudo ver el cielo desde el interior de su edificio. Caminó a tientas hacia otra salida de emergencia, uniéndose a un grupo de otras 15 personas. Los demás ayudaron a Gorfinkel a atravesar esa mezcla barrosa de escombros y agua que se había acumulado en las cocheras. En determinado momento, dos hombres debieron cargarla al hombro, entre los automóviles volcados, hasta llegar a terreno estable.
1.29: El primer bombero de la autobomba 76 envía un mensaje al centro de operaciones: “Me parece que estamos hablando de un edificio entero”. Y empieza a contar: “Uno, dos, tres, cuatro… 12 o 13 pisos, ¡qué desastre!”.
Y después de una pausa, “Desapareció la mayor parte del edificio”.
1.50: Toda la avenida está cerrada, abarrotada con más de 80 vehículos de emergencia y rescate. Los bomberos y rescatistas ya trepan con sus linternas sobre la montaña humeante de escombros, en busca de víctimas. Un perro de rescate olfatea los restos en busca de sobrevivientes.
“Hay gente atrapada”, grita un bombero por radio, a la central. “El edificio corre riesgo de mayor derrumbe. Solicitamos refuerzos. Hay personas vivas entre los escombros. Necesitamos camillas de inmovilización, ¡urgente!”.
2.00: Balboa había caminado con su perro hasta el lado del complejo Champlain que da a la playa, y ahí escuchó los gritos. “Por la voz, me di cuenta de que era un chico”. Cuando vio una mano que asomaba entre los escombros, Balboa llamó a gritos a un policía y juntos se treparon a los bloques desgarrados de hormigón, mientras el policía pedía refuerzos por radio. “No me dejen”, lloraba el chico. “No me dejen”.
El chico dijo que su madre también estaba adentro, “pero no se la veía ni se la escuchaba”, recuerda Balboa. Los rescatistas sacaron al muchacho y le ordenaron a Balboa que se alejara de los escombros, por su propia seguridad.
El chico es Jonah Handler, de 15 años, y fue internado preventivamente, sin heridas graves. Su madre, Stacie Fang, también fue rescatada de entre los escombros, pero falleció en el Hospital Aventura, debido a la gravedad de sus heridas, según el examinador médico del condado.
4.30: Los perros de rescate hurgan entre los restos del edificio, y sus cuidadores guardan silencio a la espera de un ladrido que indique señales de vida. Los animales siguen mudos.
En los hospitales del condado está todo listo para recibir a los heridos. Pero las ambulancias no llegan.
Si todavía había personas vivas bajo los escombros, era necesario encontrarlas de inmediato. Los jefes del operativo de rescate ordenaron a los trabajadores que perforaran el montículo para abrir túneles a través de los cuales meterse a buscar. Se desplegaron más de 60 bomberos para que se introdujeran en los huecos dejados por el apilamiento de los fragmentos del edificio. Pero seguían topándose con obstáculos, gruesas barreras de hormigón y pequeños focos de incendio que parecían estallar cada vez que abrían un nuevo pasadizo.
8.15: Los oficiales de bomberos dicen que quien esté con vida todavía puede ser rescatado. En total, los rescatistas ayudaron a salir del edificio a 35 personas, según datos del condado.
11.10: Más de cien amigos y familiares de los desaparecidos se congregan en un centro comunitario de Surfside, donde los funcionarios anotaron los nombres de las personas de las que no se tenían noticias. Pero no tenían nada para ofrecer a cambio, y los familiares debieron movilizarse por su cuenta a través de las redes sociales o contactándose con los vecinos de la zona.
15.00: Un equipo israelí de siete rescatadores y un perro rastreador de cadáveres se unieron a la búsqueda en la pila de escombros. El estruendo de la maquinaria pesada y helicópteros dejó lugar a un luctuoso silencio, para concentrarse en escuchar hasta el sonido más débil que pudiese delatar la presencia de un sobreviviente.
22.00: Los relámpagos iluminan los lujosos edificios de la Collins, que corre paralela al océano desde la frenética Miami Beach hasta el tranquilo barrio de Surfside. Cerca de Fendi Chateau Residences, a seis cuadras del complejo Champlain Towers, hay cientos de personas acurrucadas bajo los paraguas, en su mayoría periodistas y algunos familiares que esperan noticias.
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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