Las mentiras del falso médico que atendió a más de 500 pacientes
seguridad
Para su familia, Carlos Alberto Murguía trabajó toda su vida como médico. Durante más de 16 años, Murguía habría logrado engañar a propios y extraños. Recetó remedios, firmó certificados de licencia por enfermedad, atendió a por lo menos 226 niños en la clínica Luzuriaga, de Llavallol, donde se desempeñó como director técnico del área de medicina laboral, pero no era médico.
Hasta el momento ningún funcionario del Ministerio de Salud bonaerense explicó cómo fue posible que Murguía trabajara cómo médico en una clínica, a la vista de centenares de pacientes, sin tener el título que lo habilitara, mediante la usurpación de la matrícula de una doctora y con la utilización de un sello que adquirió a través una aplicación de internet.
Con la detención del presunto falso médico, quedó al descubierto la fragilidad del sistema de controles del Ministerio de Salud provincial, que tiene el poder legal para, eventualmente, clausurar los centros asistenciales en los que se desempeñó el acusado.
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Durante los dos años en los que trabajó en el área de medicina laboral de la mencionada clínica situada en el partido de Lomas de Zamora, Murguía atendió a más de 500 pacientes. Según fuentes judiciales, esta presunción se fundó en la cantidad de historias clínicas que fueron secuestradas durante el allanamiento realizado hace una semana, documentos que tienen el sello y la firma del falso médico. Aunque existen firmes sospechas que atendió a más personas en otros centros asistenciales.
Esta presunción se fundó en los dichos de algunos integrantes del entorno familiar, que aseguraron que “la detención de Murguía los sorprendió porque trabajó toda su vida como médico. No le conocieron otra ocupación en los últimos 16 años”.
En su descargo los responsables de la clínica en la que Murguía trabajó desde 2017 hasta septiembre de 2019, indicaron que dicho centro asistencial está dividido en dos partes. En un sector se desarrolla la atención de los pacientes con patologías de complejidad media a grave y de medicina general. Mientras que el otro sector está tercerizado y allí funciona el área de medicina laboral con algunos consultorios externos. En este sector se desempeñaba Murguía, de 69 años.
Pero Murguía no solo trabajaba en la clínica. También tenía su domicilio en dicho centro asistencial. En ese lugar se desempeñó hasta septiembre de 2019, cuando una médica, identificada por fuentes de la investigación por sus iniciales S.C.S. lo confrontó y lo grabó con su teléfono celular cuando le firmaba y sellaba la receta para comprar un remedio.
En ese momento Murguía no sabía que la mujer a la que terminaba de atender era la titular de la matrícula que figuraba en el sello que colocaba al pie de la firma de las recetas y certificados que extendía.
La consulta con la titular de la matrícula terminó cuando el falso médico, además de recetar un remedio, le entregó a S.C.S. un certificado para presentar en su trabajo por 48 horas de reposo a raíz de una afección en las vértebras cervicales.
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Al salir de la clínica, S.C.S. llamó al número de emergencias 911 y los efectivos de la policía bonaerense detuvieron durante unas horas a Murguía. Con la captura del falso médico se inició un expediente penal en la Unidad Funcional de Instrucción N° 8 (UFI), de Lomas de Zamora. Debido a que la calificación penal fijada en ese momento correspondía a un delito excarcelable, Murguía recuperó la libertad en cuestión de pocas horas.
Una trampa al descubierto
Durante esta etapa de la investigación, la instrucción del sumario apuntó a la recolección de pruebas y documentación que avalara una eventual citación a indagatoria de Murguía. Hasta ese momento, los responsables de la pesquisa contaban con la grabación realizada por la titular de la matrícula, la receta y el certificado firmados por el falso médico. Entonces, los investigadores se enfocaron en tratar de conseguir más damnificados con el objetivo de establecer un patrón de conducta que sirviera para fundar un eventual pedido de detención.
Pero, en ese momento, Murguía desapareció de la clínica Luzuriaga y se ocultó, lejos de las miradas que lo pudieran identificar como el falso médico que atendía en una clínica de Llavallol. No obstante, el fiscal Javier Martínez, que asumió como flamante titular de la UFI 8 siguió su rastro, al mismo tiempo que agregaba pruebas en el expediente.
Una de las circunstancias que pudo reconstruir el representante del Ministerio Público fue el método utilizado por el falso médico para usar la matrícula duplicada sin que la verdadera titular lo advirtiera.
Así fue que el fiscal logró establecer que la médica damnificada se desempeñaba en el asesoramiento y auditoría a empresas prestatarias de servicios de salud. Esto significa que, por el trabajo en el que se desempeñaba, no requería que estuviera en contacto directo con pacientes. Por tal motivo no recetaba medicamentos ni firmaba certificados de licencia laboral. La verdadera titular de la matrícula aplicaba sus conocimientos y formación universitaria en un área específica de la salud que no la obligaba a estar cara a cara con los pacientes.
Según fuentes de la investigación, este detalle constituyó una de las claves que puso al descubierto la mentira de Murguía y que alertó a verdadera médica. Debido a que todos los laboratorios realizan auditorías para establecer cuáles son los médicos que recetan cada uno de los medicamentos que elaboran, llamó la atención de la verdadera titular de la matrícula la cantidad de mensajes que comenzó a recibir con avisos de las distintas empresas sobre remedios que había recetado cuando, en realidad no había hecho nada de eso.
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Entre 2018 y 2019 se produjo otro episodio que alertó a S.C.S sobre que estaban usurpando su matrícula. Una paciente que se atendió con Murguía en la clínica Luzuriaga le solicitó la confección de un certificado médico para presentar ante el consulado de España porque necesitaba iniciar un trámite para cobrar una pensión del país europeo. Pero, la solicitud de la ayuda social de la paciente fue rechazada porque le informaron que el número de matrícula que figuraba en el sello del certificado médico correspondía a una médica, no a Murguía.
Al contar con el nombre de la verdadera titular de la matrícula, la paciente comenzó a buscarla. Así fue que estableció una comunicación a través de una red social de contactos laborales. Este fue el segundo detalle que puso en alerta a S.C.S quien decidió concurrir a la clínica y confrontar a Murguía.
Con estas pruebas, más la declaración de la doctora S.C.S, el fiscal allanó el centro asistencial donde trabajó el falso médico, en Llavallol y apresó a Murguía en su casa, situada en Moreno. Los policías que detuvieron a Murguía lo interceptaron cuando salía de su vivienda y estaba por subir a su automóvil para ir a trabajar como médico. En el momento de la detención, los uniformados secuestraron un maletín con el estetoscopio y otros elementos utilizados para la atención de los pacientes, un sello, talonarios de recetas y de facturas.
Al revisar las facturas, los investigadores judiciales determinaron que Murguía, después de abandonar la clínica Luzuriaga, en septiembre de 2019, se mudó de Llavallol, se instaló en Moreno y comenzó a trabajar en otros centros de salud en los que facturaba hasta $ 22.000 en concepto de honorarios.
El diploma en la pared
Según fuentes de la investigación, hasta el momento, no se acreditó que Murguía hubiera cursado alguna materia de la carrera de medicina. Se pudo determinar con certeza que no estudió en la universidad privada que figura en el diploma que exhibía en el consultorio. Se trata de una burda falsificación que no hubiera resistido un peritaje escopométrico.
Actualmente, Murguía está detenido en el destacamento Banfield Oeste de la policía bonaerense, donde recibe pocas visitas. En las últimas horas, el juez de Garantías de Lomas de Zamora, Sebastián Monelos, rechazó el pedido de excarcelación presentado por la defensa del falso médico, debido a la existencia de los denominados riesgos procesales como peligro de fuga y entorpecimiento de la investigación.
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En el momento de ser detenido en su casa de Moreno, Murguía fue acusado de supuesto ejercicio ilegal de la medicina, en concurso real con usurpación de títulos y honores y falsificación de documentos, a partir de la confección de las recetas y certificados con una matrícula que no le pertenecía.
Con la detención confirmada de Murguía, los investigadores judiciales comenzaron a revisar el talonario de facturas del imputado para tratar de establecer cuáles fueron los centros asistenciales en los que trabajó después de desaparecer de la clínica de Llavallol cuando su mentira quedó al descubierto por acción de la titular de la matrícula
La clínica en la que Murguía atendió más de 500 pacientes fue objeto de una inspección realizada por las autoridades del Colegio Médico, que revisó si los profesionales que trabajaban en dicho centro asistencial tenían la matrícula y el título universitario que los habilitara a ejercer la medicina.
Hasta el momento no se presentó ningún reclamo por supuesta mala praxis contra el acusado que trabajaba como médico, aunque no lo era.
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