La nueva vida del Oso Arturo, instalado en Miami: “Me di cuenta de que no iba a poder progresar más”
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Hace casi un cuarto de siglo, debutó uno de los personajes más amados y divertidos de la televisión argentina: el Oso Arturo. En 1997, el muñeco hizo su primera aparición en la pantalla de la mano de Marcelo Tinelli e integró los equipos de VideoMatch y ShowMatch por más de 11 años.
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Entre sus actuaciones más recordadas se encuentran las peleas que tuvo con otros muñecos que querían reemplazarlo o los tiros al aro de básquet con los que ganó varias apuestas al conductor. También protagonizó un incidente que quedó inmortalizado en la memoria de los televidentes: en pleno vivo del programa, protegió al entonces presidente Fernando de la Rúa de un militante que interrumpió en el estudio y se acercó con vehemencia al mandatario.
Los cambios de formato que sufrió el ciclo, que priorizó los escándalos y las polémicas entre los participantes del Bailando por sobre el humor, hicieron que el Oso Arturo perdiera protagonismo y que el hombre debajo del personaje buscara nuevas oportunidades fuera del país.
En 2004, Javier Adarvez, quien interpretó al personaje por ocho temporadas, emigró a Estados Unidos con la intención de buscar otros rumbos. Desde Miami, donde se radicó hace 10 años junto a su familia, habla sobre su presente, su pasado y aquellas situaciones que aún recuerda con nostalgia.
“Extraño mucho aparecer en televisión, pero realmente extraño el viejo VideoMatch, los compañeros y los amigos, el grupo en sí y la complicidad con Marcelo. ¡Fue una época hermosa!”, asegura Adarvez en diálogo con LA NACION.
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“Me fui de Argentina en diciembre de 2004. Pero veníamos hablando con mi mujer muchos años antes y lo veníamos postergando por mí. Y realmente me di cuenta que no iba a poder progresar más, como que había un techo. Así que vendimos lo poco que teníamos y nos vinimos para Miami con mi hijo, que en ese momento tenía tres años y medio”, indica.
En la actualidad, Adarvez, de 47 años, trabaja en una empresa que brinda servicios de TV por streaming y desempeña funciones relacionadas con publicidad, promociones y marketing.
En cuanto a las razones por las que decidió abandonar la televisión, explica que lo hizo para priorizar a su familia, compuesta por su mujer Verónica y sus hijos Fabrizio (20), futuro estudiante de abogacía, y Renata (15), bailarina en el Miami City Ballet. “Entendía que dentro de un muñeco no podía hacer más. No creía que estuviera reconocido como tal, no hablaba, el muñeco no tenía gestos. Transmitía todo con movimientos y transpiraba como loco con tantas horas adentro del muñeco. Como no veía que podía crecer económicamente, decidí jugármela”, señala.
La carrera televisiva de Adarvez arrancó casi de casualidad por una canción llamada “El Dinosaurio Bernardo”. El autor del tema era Pablo Granados, quien había grabado el disco Las canciones de Pablo y Pata junto a su pareja en aquel momento, Patricia Liberati.
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“En 1994, yo trabajaba en el Shopping Sur de Avellaneda. En la semana, animaba y supervisaba a los chicos que festejaban su cumpleaños en el paseo de compras. Y, los fines de semana, me ponía un traje de mono. Junto a una banda de músicos y bailarinas (entre ellas, Verónica, mi mujer actual) recorríamos el lugar saludando y animando al público, y bailando y haciendo locuras”, recuerda.
“Pablo Granados hizo un convenio con el shopping para que su disco tuviera entradas a los juegos. Y un domingo fuimos a Ritmo de la noche a promocionar el shopping. Yo estaba vestido con el traje de mono y la persona que tenía que hacer del Dinosaurio Bernardo nunca llegó. Me pidieron si lo podía representar yo y esa fue mi primera aparición en la televisión que duró dos minutos. Después de eso, me saqué el traje”, dice Adarvez, quien tenía 20 años en ese entonces.
Esa misma semana, el cantante tenía que presentar su disco en distintos locales durante 15 días y pidió que Adarvez continuara en la piel del personaje. “Granados habló con el gerente del shopping para que le prestara a la persona que había hecho del Dinosaurio Bernardo. Yo arreglo con Granados para trabajar con él durante dos semanas y fuimos a varias disquerías. El último día de la promoción, cerramos la presentación del disco en VideoMatch. Y ahí se terminaba mi trabajo. Me puse al lado de Marcelo y empecé a hacerle muecas y burla desde atrás. Y me preguntó de qué cuadro era porque quería hacerme de San Lorenzo. Yo me puse firme y le dije que era de Independiente. Ahí Marcelo dijo: ‘Yo le doy una semana más y si no se hace de San Lorenzo, lo echo’. La gente empezó a llamar al programa para que no me echaran y ahí empezó el juego entre nosotros dos y la rivalidad. Y todo sin guión, porque nunca me dijeron: ‘Tenés que hacer esto’, fue siempre todo espontáneo. Y fueron dos años y medio del Dinosaurio Bernardo y el comienzo de toda esta locura”, relata.
Después de casi tres años, el productor Claudio Villarruel le informó al actor que era tiempo de cambiar al dinosaurio por otro personaje. “Me comunicó que el muñeco no iba más y me pidió bocetos para hacer otro para la temporada siguiente. Con mi hermano, que es muy bueno dibujando, nos pusimos a ver que salía y finalmente eligieron al Oso Arturo. El traje lo mandamos a hacer con la misma chica que hizo el del Dinosaurio Bernardo”, cuenta Javier, quien también se puso el traje del Conejo en las cámaras ocultas del falso programa Vale Valeria, que conducía Valeria Lynch en VideoMatch.
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A partir de ese momento, las participaciones del Oso Arturo fueron celebradas por millones de personas que cada noche se sentaban adelante de la pantalla para ver qué nuevas y desopilantes situaciones viviría el muñeco. Entre las más destacadas a lo largo de las ocho temporadas, algunos recordarán la ocasión en la que entró a caballo al estudio, su propio musical en el Bailando o, claro, el inolvidable episodio con De la Rúa.
Este último hecho sucedió en el año 2000, cuando el expresidente visitó el programa. Apenas entró en escena, un joven saltó de la tribuna y se acercó para hacerle un reclamo. Y fue el Oso Arturo quien detuvo al activista para que la situación no se desbordara.
“Realmente me dio mucho miedo porque no sabía que podía llegar a pasar. Por un momento pensé que se podía poner muy feo y encima nadie reaccionaba. Todos, incluso el personal de seguridad, quedaron paralizados”, reconstruye Adarvez sobre el incidente.
De su relación con Tinelli dice: “El vínculo con Marcelo es muy bueno. Siempre hay un mensaje o un saludo. Y cuando viene a Miami o yo voy para Argentina, normalmente nos vemos. Hace poco nos juntamos acá en Miami y hablamos de todo: familia, trabajo… Fueron muchos años”.
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Javier cree que volvería a ponerse el traje del muñeco, pero con una condición indeclinable. “Lo volvería a interpretar 100%, pero con las circunstancias en las que Marcelo no me meta 10 muñecos para pelear porque ya no me dan los pulmones como a los 20 años”, asegura, entre risas.
Y confirma que lo que más extraña de aparecer en la televisión bajo la piel del Oso Arturo es el amor del público. “Básicamente el cariño de la gente, verlos reír. Que un nene se me acerque para darme un abrazo… Ese cariño no tiene precio y me llenaba el alma”.
Aunque también admite el lado negativo de su experiencia. “Lo que menos extraño es la falta de aire y lo que transpiraba dentro del traje. Pasaba horas sin sacármelo. Una vez, en una apertura lo tuve puesto seis horas. Y hoy la gente se queja porque no se banca la mascarilla anti-Covid por media hora”, bromea.
De su paso por la televisión, nombra a tres celebridades que se dio el gusto de conocer gracias al icónico personaje. “A Ricardo Bochini, el ídolo del Rojo, lo conocí en un partido a beneficio y me pasó una pelota. Es tan crack que hasta el Oso Arturo hizo un gol con él. Después estuve en el cumpleaños de una de las hijas de Diego Maradona y también lo vi en el canal. Años más tarde, con mi trabajo actual, pude hablar con él por teléfono. ¡Un grande! Y por último, Robbie Williams. El tipo se puso a bailar conmigo en el programa. Me sorprendió su humildad en el momento más alto de su carrera cuando otros, que hoy están desaparecidos, ni te miraban”, sostiene.
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Para finalizar, Adarvez revela una incógnita que intriga al público desde hace años: ¿qué pasó con el traje del Oso Arturo? “Está acá conmigo. Y no está de acuerdo con nada de lo que dije”, concluye el intérprete del personaje más querido, pero también el más incorrecto del que tienen memoria los argentinos.
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