La homosexualidad en la escena nacional, una historia compleja
teatro
La escena porteña tiene un extenso historial en el abordaje de piezas de temática LGBTIQ+. Si apretamos la tecla del Big Data, indica que la primera pieza referida al tema, es Los invertidos (1914) del rosarino José González Castillo (1885-1937). El dramaturgo utilizó un recurso político para hablar de la homosexualidad de un hombre de la clase alta. Su intención: denunciar los actos de corrupción de la burguesía porteña a través de sus ocultas inclinaciones sexuales. Su protagonista es un juez (inspirado en un personaje real), casado y con hijos, que tiene sexo a escondidas con un amigo de la infancia, con el que se encuentra en un club de hombres, un lugar típico para la época. Por la descripción que Castillo hace del dolor que vive su personaje y su fatal desenlace, su texto se acerca a De Profundis, de Oscar Wilde. La obra que se conoció a poco de ser escrita, en el teatro El Nacional fue prohibida por la Municipalidad. Luego tuvo varias representaciones a lo largo de las décadas. Una de las más resonantes fue la que en 1990, dirigió Alberto Ure para el teatro San Martín, con Antonio Grimau, Tony Vilas, Cristina Banegas y Willy Lemos, entre muchos más. En los años 90, Ure estrenó otra pieza de temática gay: Amor, valor, compasión, de Terrence McNally, en el Metropolitan 2, la que refiere a la historia de cinco amigos homosexuales, con un elenco que integraban Pablo Alarcón, Damián de Santo, Oscar Ferrigno, Osvaldo González, Iván González, Adrián Yospe y Jorge Prado.
Luego de la puesta en vigencia de la Ley del Matrimonio Igualitario, en 2010, al año siguiente Mariano Dossena llevó nuevamente al escenario de El Extranjero Los invertidos, de González Castillo, con Gustavo Pardi y Fernando Sayago al frente del elenco. En una nota de Julia Montesoro, publicada en LA NACION, el 26 de febrero de 2011, el director señalaba que la pieza, “en cuanto a estructura es perfecta y extremadamente poética, tiene cosas que todavía hoy se dicen sobre los gay. Eso es un hallazgo de Castillo, muy de avanzada para la época en que concibió la obra”.
La fiesta de los chicos, de Mark Crowley –que murió en marzo del año pasado–, que se estrena hoy en el Astral, con dirección de Ricky Pashkus y actuaciones de Sergio Surraco, Roberto Peloni, Nicolás Riera, Fernando Dente, Tomás Fonzi, Agustín Suárez, Nicolás di Pace, Tupac Larriera y Santiago Pedrero, se estrenó originalmente en 1968, en el Off Broadway y llegó a realizar 1000 funciones. En la Argentina se la conoció con el título de Extraño clan, en el desaparecido teatro Odeón y, a dos días de su estreno, recibió el golpe de la censura y se suspendieron sus funciones. Un dato curioso es que en su aviso de promoción, publicado en el diario Clarín, las fotos de sus protagonistas –Norberto Suárez, José María Langlais, Oscar Ferrigno, Gianni Lunadei, Alberto Argibay, Héctor Pellegrini, Enrique Fava, Raúl Lavié y Sebastián Vilar– aparecían al revés, haciendo referencia a que los personajes de la pieza eran un grupo de “invertidos”. Su director fue Román Vignoly Barreto y logró estrenarse tiempo después en Mar del Plata con algunos cambios en el elenco. Luego, el 5 de abril de 1994, se estrenó con el título Los muchachos de la banda, como importante reapertura del teatro Empire, en manos de la gran Eloísa Cañizares. Se estrenó como Los muchachos de la banda, dirigida y protagonizada por Fernando Lewis, además de Walter Ferreyra Ramos, Nicolás Frías, Ariel Abadi, Rubén Martín, Juan Carlos Olivier, Miguel Ángel Paludi, Javier Mussano y Carlos Romero Franco.
Si se retoman los polémicos sixties, en los que se conoció The Boys in the Band, el Instituto de Arte Moderno (IAM), dirigido por Marcelo Lavalle, que funcionaba en la calle Florida, estrenó dos textos también controvertidos para la época. Uno de ellos fue La escalera, de Charles Dyer, con Oscar Ferrigno (que también actuó en la censurada Extraño clan, de 1970) e Ignacio Quirós, sobre el conflicto de una pareja de dos hombres gay. Lavalle también puso en escena la discutida El inmoralista (1954), de André Gide, obra con la que debutara en el teatro neoyorkino, el mítico James Dean.
El vanguardista Instituto Di Tella, de la calle Florida, también formó parte del colectivo que irritaba a las autoridades locales, durante el gobierno de Juan Carlos Onganía. A los numerosos creadores que allí actuaban, según cuentan, los censores locales no les quitaban los ojos de encima. La faja de clausura del lugar llegó con el estreno de una performance de Roberto Plate, en 1968. La misma consistía en invitar al público a que escribiera lo que le viniera en ganas en las paredes de unos cubículos que simulaban ser baños. Sus grafitis de índole sexual y criticando a los políticos del momento, rebalsó la paciencia de un censor y el mítico Di Tella cerró para siempre.
Durante la primavera alfonsinista abrió sus puertas El Parakultural, que funcionaba en la calle Venezuela y Balcarce –donde hoy se ubican las instalaciones del Suterh, el sindicato de porteros–. Allí además de animar sus concurridas noches las míticas e irreverentes Gambas al ajillo (Alejandra Flechner, María José Gabin, Verónica Llinás y Laura Market), un trío despertaba hilarantes risas y no dejaba de sorprender, fue el integrado por Alejandro Urdapilleta, Humberto Tortonese y Batato Barea, que inmersos en sus personajes travestidos, recitaban poesías y discutían entre “ellas” con el más absoluto desparpajo. Allí también surgió el grupo de clown El club del claun, que años más tarde estrenaría en el Teatro Santa María, de Montevideo y Córdoba, una versión de Don Juan de las calzas verdes, de Tirso de Molina, en la que Batato Barea hacía el personaje de la seductora Doña Ana.
A principios de los años 80 fue un éxito del off la aplaudida obra vanguardista Proceso interior, idea de Jorge Lozano Soriano, dirigida por Rodolfo Ledo, con Hugo Asencio, Orlando Carrió y Guillermo Francella, en la que se planteaba, a través de un conflicto sexual entre dos hombres, el enfrentamiento u oposición que cotidianamente ocurre entre el fin trascendente humano y la hipocresía del medio cultural y social que rodea a los personajes.
Dos dramas carcelarios sobre la temática gay marcaron la escena porteña. Uno de ellos fue Pabellón 7, de Paul Vanderberg, en la que el actor Alberto Mazzini, según se dice realizó el primer desnudo integral, en un escenario porteño. Luego en mayo, de 1983, llegó al escenario El beso de la mujer araña, de Manuel Puig, sobre la relación de un detenido político y un joven homosexual, encerrados en la misma celda, en tiempos de dictadura militar en algún país latinoamericano. Estaba dirigida por Mario Morgan y protagonizada por Osvaldo Tesser y Pablo Alarcón. Y en 2009 hubo otra versión con Humberto Tortonese y Martín Urbaneja, en El Cubo.
En la década del 80 otras dos obras dejaron su marca en la escena alternativa: Proceso a un inocente, Gilberto Rey; y Polo y Bebe, de Alberto Alejandro, en el Teatro del Plata y en el mítico Teatro del Este, respectivamente. La primera toma como eje a la soledad que vive cada uno de los protagonistas y el juicio a un taxiboy acusado de un crimen que no cometió. Estaba dirigida por Miguel Spera, y protagonizada por Gabriel Daneri, Mabel Cohen, Walter Ferreyra Ramos, Víctor Bazán, Rodolfo Molinaro, Luis Rosatti, Ricardo Pienien y Alberto Ceballos. Basado en un hecho real, el argumento de Polo y Bebe cuenta la historia de dos hermanos en una sociedad inquisidora que se maneja con rótulos y contó con las actuaciones de Hugo Asencio, Walter Ferreyra Ramos y Pablo Dupuy, dirigidos por Alejandro.
En 1995, al teatro Lola Membrives llegaría la versión musical de El beso de la mujer araña, que sobre el texto del autor de Boquitas Pintadas realizó Terrence McNally, con canciones de Fred Ebb y John Kander. Fue protagonizada por Valeria Lynch, Juan Darthés y Aníbal Silveyra. La versión de McNally, dirigida por Harold Prince, se había estrenado en el Shaftesbury Theatre, en 1992. Cabe aclarar que la versión musical surgió a raíz del éxito del film de 1985, que dirigió Héctor Babenco, con William Hurt, Raúl Juliá y Sonia Braga.
Estrenada en Teatro Abierto 1982, dos años después la obra Príncipe azul, de Eugenio Griffero fue representada en Salón Dorado del Teatro Nacional Cervantes, con interpretaciones de Jorge Rivera López y Villanueva Cosse. Cálido y emocional, el relato va desmenuzando la unión de dos amigos, los que se prometieron que cincuenta años después de conocerse, se iban a volver a encontrar para sellar el amor que los unía. Y así lo hicieron. La dirección fue de Omar Grasso.
Durante su gestión como director del Cervantes (2017-2019), Alejandro Tantanian estrenó dos piezas de Copi (las que ya se habían conocido en representaciones previas en nuestra ciudad): El homosexual o su dificultad de expresarse y Eva Perón, con Benjamín Vicuña como protagonista. En coproducción con la Comedie de Caen, Francia, ambas piezas fueron dirigidas por Marcial Di Fonzo Bo (que en 2004 también personificó a la abanderada de los pobres). A continuación transcribimos lo mencionado en el programa del TNC en aquel momento: En una entrevista imaginaria que publica Le Figaro en su edición del 24 de febrero de 1970, Copi le pregunta a Eva Perón: “¿Qué tono desearía usted que le dé a la pieza?”. Eva le responde: “El más atroz”. Luego del estreno mundial a cargo del Grupo TSE en el teatro L’Épée de Bois, Copi tuvo prohibido su ingreso a la Argentina hasta 1984. Travestismo, androginia y homosexualidad recorren ambas piezas, en un díptico que no dejó de sorprender al público local.
El transformismo, si bien había tenido atisbos previos, a principios de los ´80 se consolida con la llegada del bailarín, coreógrafo y actor francés, Jean-François Casanovas, creador del grupo Caviar. Humor disparatado, caricaturesco, fonomímica y situaciones tan absurdas, como imprevisibles, definieron cada uno de sus shows, marcados por el perfeccionismo en vestuario, pelucas y accesorios. Uno de los hitos sobre el género fue el espectáculo Fénix (1984, en el Odeón), en el que coincidieron, además de Casanovas, Renata Schussheim, en vestuario y Oscar Araiz, en dirección y coreografía.
En 1975 se estrenó La jaula de las locas, de Jean Poiret, sobre una pareja de homosexuales, que dirigen un club drag y reciben la visita de su hijo y su novia, junto a los padres de la chica, lo que provoca situaciones de absurda comicidad. Estuvo protagonizada por Osvaldo Miranda, Tincho Zabala y Jorge Martínez, con Elina Colomer, Virginia Faiad, Eloísa Cañizares, Eduardo Muñoz y Juan Carlos Puppo, entre otros artistas, dirigidos por Eduardo Vega, en El Nacional.
En 1986 con los protagónicos de Carlos Perciavalle –también productor– y Tato Bores llegó al Metropolitan, su versión musical, La cage aux folles, de Harvey Fierstein y Jerry Herman. La producción, de casi 40 personas en escena, invirtió unos 250 mil dólares y funcionó a sala llena hasta que bajó de cartel. Junto a ellos estaban Darío Grandinetti, Juan Manuel Tenuta, Lucrecia Capello, Henny Trayles, Aníbal Silveyra, Sandra Cappa y Guido D’Albo, entre muchos otros. Y la tercera versión (no musical), fue dirigida por Ricky Pashkus y se estrenó también en el Metropolitan, en enero de 2007, con Miguel Angel Rodríguez, Roberto Carnaghi, Alberto Martín, Mario Alarcón, Noemí Morelli, Betty Villar, Gonzalo Heredia, Brenda Gandini, Carlos Bacchi, Dan Breitman, Daniel Campomenosi, Guillermo Gramuglia, Jorge Priano y Martín Ruiz.
En 1997, Alejandra Boero estrena en su sala Andamio 90, junto a Julio Baccaro, Ángeles en América, la obra emblemática de Tony Kushner y al año siguiente dan a conocer Perestroika, su segunda parte. Ambos textos refieren simbólicamente a la problemática del sida a través de distintos personajes, en la década del 80, época en la que el virus comienza a cobrar sus primeras víctimas en los Estados Unidos.
En 2003 y 2004, primero en el Centro Cultural Rojas y luego en Korinthio teatro (hoy El Opalo), el grupo Los Barones estrena Lamento equino, de Carlos Schroder, el autor de esta nota, Cruz Zaikoski y Gustavo Comini, con los protagónicos de estos dos últimos. La historia, en formato de performance coreográfica, muestra una relación bisexual, la que surge imprevistamente a partir de que ambos personajes son abogados y comparten un mismo ámbito profesional.
Una sala que en los últimos años ha incorporado a su programación las temáticas LGBTIQ+ es el Margarita Xirgu, a cargo de la UNTREF. Algunas de sus más interesantes propuestas han sido Hystorika, de Ramiro Guggiari, inspirada en el ensayo Heliogábado… de Antonin Artaud, la que refiere a la transexualidad como concepto político y cuenta las aventuras de una princesa travesti, en Roma, en el siglo III. En la misma sala se destacó Princesa del futuro, que magníficamente personificó Manu Fanego y que escribió y dirigió Paula Cancela. El texto refiere a las aventuras de una chica trans, la que a través de su imaginación se interna en un mundo mágico, revalorizando los cuentos de hadas. Le continúa Beya Durmiente (dj Beya), que a partir de la nouvelle Le viste la cara a Dios, de Gabriela Cabezón Cámara, y con el protagónico de una actriz-dj (valiosa actuación de Carla Crespo), es un espectáculo performático musical que narra las peripecias de una joven que intentará sobrevivir a la violencia machista en un puticlub de Lanús.
El año pasado el Complejo Teatral de Buenos Aires produjo y estrenó, primero en el Regio, luego en La Ribera y después por streaming Siglo de Oro trans, basado en Don Gil de las Calzas Verdes, de Gonzalo Demaría, con Maiamar Abrodos, Rodrigo Arena, Pachuca del Pueblo y Monina Bonelli. Una figura destacada de la escena transgénero es la actriz y narradora cordobesa Camila Sosa Villada, de la que se destacan sus experiencias performáticas con textos como Carnes tolendas y Oda a mis tetas. A su vez, si se acercan a El Tinglado, los jueves se puede conocer 30 aniversario, que refiere a la relación de pareja, de dos hombres que cruzaron los 50, uno de ellos tiene una hija, y en la que con humor y canciones de Raphael y Chabuca Granda, se llevan estruendosos aplausos Gaby Almirón, Daniela Nirenberg y Andrés Vicente.
https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/teatro/la-homosexualidad-en-la-escena-nacional-una-historia-compleja-nid09072021/
Compartilo en Twitter
Compartilo en WhatsApp
Leer en https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/teatro/la-homosexualidad-en-la-escena-nacional-una-historia-compleja-nid09072021/