La contracultura del compromiso
negocios
“La mayoría de nosotros hemos tenido esta experiencia: navegar a través de innumerables opciones en Netflix, sin poder comprometernos a ver una película determinada, y perder tanto tiempo leyendo reseñas que ya es demasiado tarde para ver nada. Estamos atrapados en el ‘modo de navegación infinita’ y creo que es una característica de nuestra generación, tener tantas opciones abiertas, pero no tomar ninguna”.
Con esta idea provocadora Pete Davis, escritor y fundador de una red que apoya políticas que fomenten la democracia, abrió su discurso de graduación como doctor en leyes en Harvard en 2018. Ocho minutos que lograron 30 millones de reproducciones y que fueron el germen de su nuevo libro Dedicated, the case for commitment in the era of infinite browsing (Simon and Schuster, 2021), donde intenta demostrar por qué comprometernos con algo o alguien, aún cuando las opciones son infinitas, nos da sentido y propósito a lo que hacemos.
Un semáforo amarillo para el trabajo híbrido
Esta cultura de inquietud e indecisión, argumenta Davis, nos está causando tensión: queremos mantener todas nuestras opciones abiertas y, sin embargo, anhelamos la cercanía, la comunidad y la profundidad que solo pueden provenir de compromisos profundos con algo o alguien y con proyectos más grande que nosotros mismos.
Davis menciona ejemplos e historias de docentes, enfermeros, líderes y colegas a los que llama “héroes de largo recorrido” que se comprometen con lugares, profesiones y causas particulares, que renuncian a la “supuesta libertad” de un futuro abierto a cambio del profundo compromiso y la verdadera dedicación a algo o alguien. El libro funciona como un recordatorio de la importancia de dedicarlo tiempo, cuidado y empeño a las cosas que nos importan y que elegimos, sin gastar tanta energía en padecer todo ese resto que “nos perdemos” o que sentimos que nos perdemos. Menciona a la palabra “dedicado” en dos sentidos: el primero, en elegir algo y hacerlo sagrado.
Esa idea me hizo recordar al Principito domesticando al zorro. Y en segundo lugar, luego de elegirlo, decidir quedarnos por un buen tiempo ahí cultivando esa relación, esa elección. En una era de supuestas miles de opciones, poder avanzar por una de ellas aporta calma y funciona como refugio.
Cuando elegimos una puerta tenemos un lugar de pertenencia, una de las cosas que más sentido nos da a las personas. Dice Davis: “Nadie quiere quedarse encerrado atrás de una única puerta, pero tampoco queremos deambular por un eterno pasillo lleno de puertas sin llamar a una de ellas. La gente que más me inspira abandonó el pasillo, eligió qué puerta abrir. Quiero elegir una, comprometerme y quedarme ahí por un bien tiempo. Elegir una es apostar a la contra cultura del compromiso y abandonar la búsqueda infinita”.
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