El crimen de Johana Galdeano: denuncian un plan para encubrir al femicida, un poderoso sindicalista de la Uocra en San Luis
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La madre de Johana Galdeano, asesinada a balazos por su ex pareja, quiere una justicia completa. La prisión preventiva del femicida, un poderoso gremialista de Villa Mercedes, San Luis, no la conforma y exige que también rindan cuentas las personas sospechadas de alterar la escena del crimen para encubrir la verdad. Sabe que no será fácil. “Tuvimos que pelear un montón para que la jueza del caso reconociera el femicidio, aun cuando había un cadáver con cinco disparos efectuados con un arma de guerra. En algún momento hasta deslizó que la culpa era de la víctima. El amiguismo y la complicidad que tiene el Poder Judicial con el asesino es muy evidente”, denuncia la abogada querellante.
El 26 de mayo, cerca de las 15.30, Johana, que el 9 de junio hubiera cumplido 29 años, se bajó del Honda Civic negro frente al galpón ubicado sobre la calle Sarmiento entre Tallaferro y Nelson, propiedad de Juan Carlos Solalinde, su ex pareja de 45 años, padre de su único hijo y secretario general de la Uocra en Villa Mercedes. El hombre, acostumbrado a moverse armado, la estaba esperando con un revólver Taurus calibre .357 Magnum.
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Según la autopsia, la primera bala le entró por el codo; la segunda atravesó la mano de Johana, que intentó cubrirse; las dos siguientes fueron al pecho y le causaron la muerte por sangrado; la última le destrozó la mejilla y fue disparaba a una distancia no mayor a los 30 centímetros y con la víctima en el suelo. La única finalidad posible de esa acción fue rematarla.
Lo que siguió fue la ejecución de un plan que buscó encubrir o, al menos, disimular la alevosía del crimen. El cuerpo de Johana fue arrastrado desde la vereda, donde ocurrió el hecho, hasta dentro del galpón de Solalinde, y una vez allí le “plantaron” un cuchillo de cocina en una de sus manos.
La reconstrucción hecha por la abogada Leticia Latini, que representa a la madre de Johana, estableció que luego de los disparos, Solalinde llamó por su celular al abogado Gonzalo Estrada y al subcomisario Ángel Abraham, ambos amigos suyos. También estuvo en el lugar Federico Cortez, un empleado de Solalinde que dijo haber estado cortando el pasto en la casa lindera al galpón donde vive Flavia Castro, actual pareja del femicida.
“La declaración de un vecino confirmó que antes de que llegara la policía al lugar, ya estaban allí Estrada y Abraham, pero ninguno llamó al 911. Incluso, Abraham estacionó su auto en plena escena del crimen, donde había manchas de sangre y eso, siendo subcomisario, es imperdonable”, se queja Latini.
La abogada destaca además que tanto Abraham como Estrada son íntimos amigos de Solalinde y que el supuesto jardinero en realidad es un empleado suyo, una suerte de “mano derecha” que, entre sus múltiples funciones, tenía la de seguir e informar los movimientos de Johana.
“Cortez y Castro declararon que no escucharon ningún disparo aun cuando estaban pegados al galpón. Pero fueron quienes acompañaron a Solalinde a entregarse a la comisaría 8a. El cuchillo que le plantaron a Johana era de la misma marca que los cuchillos que Flavia Castro tenía en su casa. Es un indicio muy claro de que pudieron haber intervenido en la modificación de la escena del crimen, pero la Justicia nunca los investigó”.
Lazos con el poder
Antes de que la jueza Mirta Ucelay le dictara la prisión preventiva por “homicidio doblemente calificado por haber mantenido una relación de pareja y femicidio”, Solalinde era el segundo dirigente gremial en importancia en San Luis después de Marcos Sosa, secretario general de la Uocra. Los lazos de Solalinde con el poder provincial se volvieron oficiales en 2018, cuando el ministro de Gobierno, Justicia y Culto, Eduardo Mones Ruiz, lo designó como jefe del Programa Relaciones Laborales.
“Él separó a Johana de sus amistades, ni siquiera la dejaba subir fotos a Facebook. La seguía constantemente, no quería que se juntara con nadie. Yo le decía que esa no era vida, la quería sacar de ese mundo en donde ella estaba viviendo. Era un pajarito, encerrada en una jaula”, se lamenta Gladys Soria, la madre.
La obsesión de Solalinde con Johana llegó a niveles cinematográficos. Usaba drones para seguirla y tomarle fotos cuando no estaba con él y hasta le instaló en su auto un GPS con micrófono para también escuchar sus conversaciones.
“En esos años, Solalinde se llenó de plata, se rodeó de gente pesada, tenía muchos contactos políticos. Con Johana salieron seis años, pero en el último tiempo ya estaban separados. Ella acudió a mí porque tenía miedo de dejarlo. Él le había puesto un revólver en la cabeza varias veces. Yo le decía que hiciéramos la denuncia, pero ella me respondía que todos los policías eran amigos de él”, dice Latini. Agrega: “Quiero que todos los que estuvieron involucrados sean imputados como cómplices o partícipes necesarios. El femicidio ya está probado, pero nosotros planteamos que hubo personas que se prestaron a tapar un homicidio. Esa gente también tiene que cargar con la pena que les corresponda”.
Hace 19 años, el padre y el hermano de Johana se ahogaron en el dique Paso de las Carretas, inaugurando la tragedia familiar. “Quiero que se haga justicia y que este hombre y los que lo ayudaron no salgan más de la cárcel. Sé que eso no me va a devolver a Johana, pero al menos van a pagar por lo que le hicieron. Dejaron a un bebé sin mamá y a mí me quitaron lo único que me quedaba de mi matrimonio”, concluye Gladys Soria.
Una ciudad movilizada por el reclamo de justicia
El pasado 3 de junio, al cumplirse seis años del primer #NiUnaMenos, las mujeres salieron a manifestarse en todo el país, y Villa Mercedes no fue la excepción. Incluso, esa marcha fue la más numerosa de toda la provincia de San Luis. El reclamo de justicia por el crimen de Johana Galdeano, cometido pocos días antes, se convirtió en la principal bandera de esa movilización. Entre todas las presencias destacó la de Gladys Soria, su madre, quien asistió acompañada de Ian, su nieto de dos años.
La imagen del niño sentado en su cochecito junto a un cartel con la leyenda “Que mi papá pague por lo que hizo” y otra sosteniendo una pancarta que acusaba “Juan Carlos Solalinde asesino” fueron de inmediato viralizadas y en muchos casos discutidas.
“Sentí que debía estar en la marcha por Johana y por todas las otras chicas; yo no tengo con quien dejar a mi nieto y por eso lo llevé conmigo. Fue idea mía colgarle el cartel porque él también merece que se haga justicia por su mamá”, explica Gladys.
El reclamo por Johana dominó la jornada y provocó la movilización hasta la sede de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra) donde el femicida Solalinde era secretario general por Villa Mercedes. En el frente del edificio realizaron un escrache con carteles y un minuto de silencio en memoria de Johana y de todas las mujeres asesinadas.
Las oradoras también denunciaron que el Poder Judicial de la provincia “actúa sin perspectiva de género” y advirtieron: “Vamos a visibilizar todos los femicidios que hubo en San Luis porque el ‘nos están matando’, que fue el reclamo original, sigue vigente”.
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