La Nación Economía: Abuso de menores: carta abierta a la Corte Suprema

Abuso de menores: carta abierta a la Corte Suprema

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Pasaron ya tres años desde que se concretó el juicio en la mega causa contra el sacerdote Justo Ilarraz, que terminó en uno de los más contundentes e impactantes fallos existentes sobre este tema -el abuso de menores- en los tribunales de Entre Ríos, de la Argentina y del mundo. Y hace ya más de un año se dio por finalizado el proceso judicial en esta provincia, con el rechazo a la impugnación del fallo condenatorio por los abusos. Expresó entonces el juez de la Sala 1 en lo Penal del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos, Bernardo Salduna: “Los abusos perpetrados contra menores en el Seminario están definitivamente acreditados” y reconocidos. De hecho, agregó: “La defensa del sacerdote Ilarraz no cuestionó los hechos que se le indilgan y que la sentencia de casación tuvo por probados”.

Es una definición impactante, sólida e incuestionable la de este magistrado y sus pares del tribunal, referida a las conclusiones a las que llegaron luego de un largo camino transitado en el Poder Judicial. Hubo un proceso de investigación que debió superar el obstáculo de la (supuesta) prescripción, y luego, un juicio que determinó una condena de 25 años de prisión para el acusado.

Haber transitado todas las instancias en el plano judicial provincial y haber logrado un fallo a favor de los sobrevivientes y sus familiares son cuestiones más que satisfactorias. Ahora, un pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia de la Nación debería terminar de coronar tan gran acontecimiento, que hasta tuvo entre sus efectos la aprobación de una ley nacional, la 27.206, de “respeto a los tiempos de las víctimas” de delitos contra la integridad sexual.

Hubo en todo el camino una sucesión de actos heroicos; primero estuvieron la valentía y el coraje de las víctimas, ahora sobrevivientes, que han superado sus dudas, temores, amenazas y trastornos de salud, y que han podido contar en forma detallada todas las situaciones vividas con el sacerdote. Fueron abusos cometidos por una persona adulta con menores que estaban su cargo en un internado. Hubo también un esfuerzo sobrehumano en la tarea de la procuración, los fiscales y los abogados, partícipes en esta carrera admirable en busca de justicia. Estamos agradecidos, desde ya, por su compromiso y su valor.

Después de la maratónica carrera judicial en Entre Ríos, que tuvo repercusión en otros países, como España, y que fue mencionada en una película ganadora del Oscar (Spotlight) y hasta en el mismo Vaticano, solo esperamos que el expediente que ahora está en la Corte Suprema de Justicia de la Nación no quede abandonado en algún rincón, ya que, como también ha manifestado el citado representante del tribunal entrerriano, este tema es de suma importancia para la sociedad en general. El juez Salduna le pidió a la Corte que se pronuncie de forma “imperiosa e impostergable en la sensible temática que convoca”, para así dilucidar “definitivamente la cuestión, fijar doctrina legal y hacer que sirva de directriz para todos los tribunales del país”.

La causa contra Ilarraz anima a tener esperanzas frente a otros juicios abiertos en la Argentina, no solo por los delitos de abuso sexual a niños en el ámbito eclesial, sino también por los cometidos en otros espacios de la sociedad.

Son años de mucho sufrimiento, de muchos sometimientos y extorsiones, de perversas sugerencias hechas por los implicados y los encubridores, quienes intentan imponer temores y la idea de pecado y castigo con actitudes despectivas, de división, desarraigo, discriminación y acusación, aludiendo además a faltas como una traición a la doctrina.

Lejos estamos de querer hacer daño quienes promovemos estas causas, y en esto levanto la voz en nombre de muchas personas, incluso de la mayor parte de mis familiares, amigos y conocidos, ya que somos católicos comprometidos con la religión y con la sociedad.

Solo tratamos de actuar defendiendo nuestros derechos y obligaciones, propios y ajenos, estando hermanados en un mismo objetivo como hombres y mujeres de bien, a quienes muchos altos funcionarios no hacen caso, porque se insensibilizan y echan por la borda el esfuerzo de tantas personas comprometidas con el objetivo de una sociedad más equitativa y justa. También hay jueces y fiscales, además de ciudadanos comunes y corrientes, que viven con valores y con templanza, tratando de arrojar un poco de coherencia y estímulos ante tanta indiferencia, perversidad, tormento, avasallo y dolor.

Excelentísima Corte Suprema de Justicia de la Nación, no torne infinita esta espera, no aplace ni postergue tanto sus tiempos para pronunciarse, no se demore. Necesitamos que actúe con premura. La sociedad argentina lo necesita, sobre todo por tratarse de una cuestión tan relevante para niños y jóvenes y también para personas adultas. Se necesita este respaldo, ya que, como bien lo expresa la ley, se debe tener “respeto a los tiempos de la víctima”. Eso quiere decir que las denuncias se hacen cuando se puede, no cuando se quiere. Uno se expresa cuando logra quebrar esa atadura de la vergüenza, la culpa y el temor impuesta por los actores perversos de este tipo de hechos.

También ahora es tiempo, para los sobrevivientes, de cerrar esta espeluznante historia, tras haber logrado impulsar esta causa en particular y que se abran otras. Esto fue posible por personas valientes que, con coraje y valor, logran dar luz, confianza e ilusión a tantas otras.

La sociedad de la ciudad de Paraná y de muchos otros lugares está esperando. Excelentísimo Tribunal, con mi mayor respeto pero con contundencia, les pido que no eternicen los tiempos y que se pronuncien a la brevedad.

El autor es sobreviviente en la causa Ilarraz

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