Mercedes Morán estrena «El Reino»: «Quería componer una mujer muy oscura»
cine y series
Desde su primera aparición, nos queda claro que es quien reina en escena. De una forma tal vez, imperceptible pero profunda, la Pastora Elena evidencia un control sobre todo lo que va aconteciendo pero sus señales pueden pasar desapercibidas si no se mira bien.
«¿De dónde venís vos?», le pregunta con tono imperativo a su hija Ana (Vera Spinetta) que regresa a su cuarto. Sí, la familia convive en el mismo establecimiento, un templo evangélico que edificaron para profesar su aparente devoción. Con una respuesta rápida su hija intenta reprocha la pregunta e inventa una excusa: que fue al baño. «El baño está para allá», insiste la matriarca. Una escena chica pero con una amplia dimensión del personaje que compone impecable Mercedes Morán.
Un adjetivo por supuesto no utilizado al azar sino una capa -como la que ella regala- para describir la composición de una mujer sobria, meticulosa, rígida, que aparenta mantenerse en los márgenes que se les tiene asignado a las esposas, y a las esposas de mujeres poderosos, porque su marido, el Pastor Emilio (Diego Peretti) es candidato a convertirse en el vicepresidente de la Argentina. Y es que aunque no sea evidente, aunque parezca que juega en segundo plano dentro del tablero que es la serie, no deja de apoderarse, y dominar en sus espacios.
—Prometemelo— le pide a Emilio como garantía de sus palabras. —¿Prometer? nosotros no prometemos— responde. —A mí sí— continúa ella con la mirada viva y al frente. —Te lo prometo— obedece el Pastor antes de iniciar su oración.
«Construyo los personajes a partir de sus vínculos, y realmente las relaciones de la Pastora con su familia, la Iglesia y después con la política son muy complejas. La relación con el marido, donde ambos están intervenidos por tantas cosas no sólo por la fe sino por todo lo que les acontece fue realmente un desafío. Quería hacer de este personaje una mujer muy oscura, lo que es una contradicción porque alguien que se siente iluminada por la fe. Fue algo muy difícil de hacer», cuenta Mercedes a Filo.News, ya no en un templo sino en una habitación reesplandeciente, a espaldas de un balcón con plantas. Vida.
Mercedes llega al proyecto convocada por Netflix y K&S FILMS pero de entrada el personaje estaba pensado para ella. Me lo contó la escritora Claudia Piñeiro, que junto con su coequiper Marcelo Pineyro (cineasta que adaptó la novela de la autora Las Viudas de los Jueves en 2009) forman la dupla creativa de la ficción.
«Juro que mientras escribíamos nos miramos y dijimos ‘te imaginás si Mercedes hace esta escena lo que va a hacer’. Ya la pensábamos escrita para Mercedes«, garantizó la guionista y también dramaturga, autora de esta serie que oscila entre el thriller, la religión y la política. Pero esa es otra nota.
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Una vez contaste que al momento de elegir un nuevo papel «me da mucho miedo repetirme», ¿te pasa esto? ¿Cómo llegó la propuesta de interpretar a La Pastor, un personaje que vemos evolucionar a lo largo de los episodios?
La Pastora tenía todas esas características por las que me gusta tomar un trabajo porque no se parecía a ninguno de los personajes que había hecho antes. Implicaba un riesgo enorme, porque tenía que mixturar un carácter muy opaco/serio con una gran expresividad a la hora de manejarse como lo hacen las pastoras y pastores con sus fieles, siendo muy extrovertidos.
Todo lo que pude conseguir no lo hice yo sola. Estuve sostenida por un libro que contenía todas estas cosas, dos directores con los que entendía y combinábamos en ese criterio y con un equipo increíble, con el elenco (Nancy Dupláa, Joaquín Furriel, Peter Lanzani, Chino Darín, Santiago Korovsky, Sofía Gala y más) qué te puedo decir, habla por sí mismo.
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Uno de los mayores pilares de la serie son como comentabas los vínculos entre personajes, ¿cómo fue el trabajo con el elenco? ¿qué anécdota recordás?
La Pastora tiene un vínculo muy especial con su hijo (Patricio Aramburu), hijas (Vera Spinetta y Victoria Almeida) y yerno (Alfonso Tort). Nos reíamos mucho porque era muy estricta, tiene unos principios éticos muy conservadores que no todos los hijos los obedecen. Viven todos juntos y una de sus hijas tiene actividad sexual intensa y a la Pastora la incomoda escucharlos. Es un personaje que tiene un problema importante con la sexualidad.
Una cosa era actuarlo pero cuando terminaban las escenas por supuesto que nos reíamos y contábamos cuentos en la medida que el protocolo nos permitía estar juntos que no era tanto como hubiéramos querido.
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Si de personajes hablamos, Mercedes obtuvo uno de sus resonantes protagónicos en cines con «Betibú» (2014), la adaptación de la novela de Piñeiro, dirigida por Miguel Cohan. El camino volvió a unir sus talentos al servicio de la cultura y la actriz le puso el cuerpo a una escena con una notable densidad emocional.
Avanzando entre los episodios, el Pastor Emilio se debate entre asumir un cargo político que no era el esperado. Mataron a su compañero de fórmula, el candidato a presidente. ¿Dios, acaso le pide que tome su lugar? No lo ve así la Pastora, quien lo amedrenta con la misma pregunta, aunque señalando para la dirección opuesta: «¿Vos no creés que esto es una señal de Dios? Renunciá a la política y volvé con nosotros».
No obstante, hacia final del episodio, el religioso resuelve comunicarle a sus fieles que efectivamente se presentará en el cargo. Y la Pastora monta un número impactante al grito de «El demonio es la política», convocando a fieles, hasta desplomarse en el altar.
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¿Cómo fue ponerle el cuerpo a esa escena?
Era una de las escenas que yo más temía porque se ponía en práctica esto de pasar de un personaje muy aducto a pelar un gran histrionismo, que es lo que caracteriza a los pastores y también los políticos: discursos que dan ante una platea de fieles donde se hecha mano a un gran histrionismo porque si no no hay manera de llegar.
Es un fin de capítulo con todo lo que deja. Era muy mandada: esa decisión que toma de subirse y hacer ese acting arriba del escenario donde está reinando el Pastor frente a todos los fieles es una decisión que toma en escena porque ahí se entera de algo que la pone muy mal y esa es la estrategia que utiliza. Era una escena difícil por todos lados así que pedí no ensayarla mucho. Le conté al director de ese capítulo cómo la había imaginado, me dio la libertad de hacerla así para que el factor sorpresa rindiera y por suerte quedó muy bien de entrada. Fue como un piletazo que salió.
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Mercedes Morán nació un 21 de septiembre, el día de la primavera pero del 1955, plena revolución libertadora. «Así que mientras que mi mamá me daba a luz en la clínica del pueblo a mi papá se lo llevaban preso por peronista», narró cuando realizó su unipersonal «¡Ay Amor Divino!» (Teatro Maipo) donde Mercedes se construyó a Mercedes como personaje.
Entre las verdades que relató sobre el escenario, la política y la religión se destacaron. «Estaba tan ilusionada con tomar la primera comunión, con el vestido que me iba a poner para casarme con Dios, ya sé que no era un casamiento pero en el catecismo me decían que me iban a meter a Dios adentro de la boca, y eso era más que un casamiento», señala ante una platea de risas.
Algo del histrionismo que mencionaba en relación a su personaje, se vincula con esa sala de teatro llena pre pandemia. Y con la cuota de humor, el espacio para hacer catarsis y sincerarse. Lo que me llevó a preguntarle:
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En tu espectáculo contaste que uno de los 4 amores que marcaron tu vida fue Dios… ¿cómo está hoy esa relación? ¿qué sensaciones, reflexiones te movió la serie?
Mi relación con Dios fue cambiando con el tiempo. Fui hija de una madre muy católica y de niña crecí creyendo fervientemente en eso, y a medida que fui atravesando la vida fui reflexionando sobre todas las grandes ideas: sobre el amor, Dios, todo.
Ha ido cambiando esa relación. Sigo siendo considerando que hay algo más que nos trasciende y que llamamos Dios, y que es para cada uno lo que cree cada uno. He investigado sobre muchas religiones y fui tomando lo que me gusta y me genera fe pero no pertenezco a ninguna iglesia en particular ni tampoco soy atea.
Tuve que enterarme un poco de esta iglesia que interpretamos, recibimos información. Como pasa con la católica, y las demás hay muchas corrientes algunas más conservadoras, radicales o fundamentalistas. Esta es una ficción y tiene todas las libertades del mundo en los dos universos que maneja: religión y política. No tenemos que ser fieles a una verdad instituida y disfrutamos el proceso de hacerla.
Mercedes Morán llega a Netflix como la Pastra en «El Reino». Escrita por Marcelo Piñeyro y Claudia Piñeiro, desarrolla la historia de un Pastor Evangelista que tras una serie de eventos termina postulándose como candidato a presidente de la Argentina. Ocho episodios cargados que proponen visitar la religión, la política y el thriller y cuánto se relacionan.
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