El Cronista @cronistacom: Pros y contras de la dolarización

Pros y contras de la dolarización

En un escenario de alta inflación como la Argentina la dolarización es una herramienta que debería estar disponible para cualquiera que quiera diseñar un programa económico para sacar al país del proceso de estanflación que ya tiene una década. Sin embargo, la dolarización no reemplaza a las reformas estructurales, es más, las exige. Porque básicamente dolarizar la economía implica resolver los problemas que ha causado la política monetaria eliminándola y como consecuencia de ello no se puede usar este instrumento para limar las asperezas en aspectos como el fiscal o la competitividad externa. Por ello, es que a medida que la credibilidad de la moneda se deteriora, la opción por la dolarización crece en probabilidades.

En efecto, dolarizar la economía implica eliminar la política monetaria y, por lo tanto, la inflación va a estar atada -a la larga- a la inflación internacional. Obviamente el costo de esto es el de no tener capacidad para hacer política monetaria. Si Argentina termina con problemas inflacionarios muy grandes como por ejemplo sucedió en el ’89 con la hiperinflación, la credibilidad en la moneda y por lo tanto, en la política monetaria sería despreciable y así tampoco hay posibilidad de hacer política monetaria.

Por otra parte, la dolarización posee una gran ventaja para cualquier programa monetario que se quiera establecer: efectividad. La dolarización permite obtener resultados positivos muy rápidamente si el programa económico que acompaña a la dolarización es creíble. En primer lugar, la inflación bajaría muy rápido, aunque no instantáneamente. Para entender esto pensemos que si hoy se dolarizara a $ 500, probablemente, la inflación tardaría más en bajar que si se lo hiciera a $ 200. Esto dependerá del tipo de cambio real que equilibre el mercado, lo cual a su vez dependerá de la credibilidad del programa. Por lo tanto, dependerá del tipo de cambio de dolarización y de la credibilidad del programa.

En segundo lugar, dependerá de cuantos dólares que hoy estén «abajo del colchón» salgan al mercado. El último dato indica que hay $ 240 mil millones de activos argentinos en moneda física y depósitos en el exterior. Si solo una décima parte de esto entrara al sistema, cambiaría la economía. Tengamos en cuenta que al dólar de mercado, todos los depósitos del sector privado están apenas por encima de los u$s 50.000 millones. Por lo tanto, si solo un cuarto de los activos líquidos externos del sector privado entrarán al sistema, provocarían una duplicación del crédito privado total.

Entre las contras, el principal problema es la poca flexibilidad que tiene este esquema, en materia de tipo cambio real ante shocks externos. Por ejemplo, si hubiera una caída del valor de los commodities que exporta argentina, el ingreso de dólares proveniente de las ventas al exterior caería y provocaría una baja en la demanda de bienes no comercializables (no transables), como por ejemplo los servicios como restaurants, peluquerías, cemento, entre otros. Ello también incluiría muchos salarios. Para mantener el pleno empleo, deberían bajar los valores en dólares de todas estas cosas y a veces eso es difícil de lograr. Esta es una de las principales críticas de Milton Friedman a los esquemas de tipo de cambio fijo.

La otra característica importante, es que se requiere un sistema financiero extremadamente sólido. La razón de esto es que, al no haber un prestamista de última instancia que pueda brindar liquidez al sistema, en caso de una crisis financiera, debe haber algún seguro o reserva de dólares que pueda usarse para cuando hay algún evento crediticio que pueda poner en riesgo al sistema financiero.

Muy vinculada a estas dos últimas características que acabamos de mencionar, está la cuestión fiscal. En efecto, en un sistema donde es un riesgo que los precios de los bienes no comercializables internacionalmente se encarezcan por demás y donde los eventos crediticios pueden generar un daño considerable, el equilibrio fiscal debe ser una regla de oro. Ojo, no estamos hablando del equilibrio primario, que es el que no incluye intereses, sino de equilibrio financiero, o sea, superávit primario. Inclusive sería recomendable, tener superávit financiero también, al menos en los buenos tiempos como para generar un fondo anticíclico, que el Gobierno pueda usar cuando, por ejemplo, caiga el precio de la soja.

En Argentina, los principales eventos crediticios se dieron por defaults del Estado Nacional, principalmente. O sea, cuando el Estado entra en default. También las fuertes apreciaciones cambiarias con tipo de cambio libre, que es otra forma de ver a las subas en el precio relativo de los bienes no comercializables, fueron provocados por grandes endeudamientos del Estado con deuda externa, que generaron artificialmente grandes entradas de divisas, «abaratando el dólar».

Pero además decíamos que la dolarización exige reformas estructurales. Eso se debe a que una vez dolarizado, no se puede ganar competitividad vía devaluación. Todas las mejoras de competitividad deben ser por vía de productividad, para ello hay que eliminar dramáticamente todas las restricciones y regulaciones que traban el acceso a tecnología, la flexibilidad de los mercados y el funcionamiento en general de la economía. Lo mismo va para la presión tributaria, que no puede ser mayor a las que sufren otros países, porque no hay manera de corregir esos problemas con correcciones cambiarias.

La dolarización claramente implica una gran mejora para los ahorristas, inversores y trabajadores argentinos, respecto de la situación actual. Sin embargo, no carece de problemas que deben enfrentarse con reformas de fondo. Aquí intentamos, establecer algunas características de un proceso de dolarización, pero claramente hay mucho más para decir sobre esto, incluso las diferentes formas de dolarizar. Lamentablemente, el espacio es limitado. Sin embargo, podemos decir que a medida que la inflación se acelera y la credibilidad de la moneda local se desploma, aumentan los beneficios de dolarizar y se reducen muchos de los costos. En el extremo, si hay hiperinflación no va a quedar muchas alternativas a dolarizar de alguna manera (sea con el BCRA comprando la base monetaria o con una libre competencia de monedas inicial). Las preguntas que debemos hacernos realmente son ¿Cuál es el estado real del peso argentino? ¿Se puede salvar aún? ¿A qué costo? O ¿lo damos por muerto y nos pasamos al dólar?

https://www.cronista.com/columnistas/pros-y-contras-de-la-dolarizacion/


Compartilo en Twitter

Compartilo en WhatsApp

Leer en https://www.cronista.com/columnistas/pros-y-contras-de-la-dolarizacion/

Deja una respuesta