Presión impositiva: deuda privada, reforma tributaria y agenda internacional
En diálogo con El Cronista, Gustavo Scravaglieri, socio líder de impuestos internacionales y precios de transferencia de EY Argentina, analiza en profundidad el actual sistema tributario, las complejidades que presenta y su impacto en las empresas argentinas, así como las posibles reformas con el cambio de gobierno.
Para Scravaglieri, una cuestión central que se encuentra presente en la mayoría de las compañías argentinas es la acumulación de stocks de deudas con sujetos del exterior.
«Dentro de la agenda nacional y en el plano fiscal, hay una gran acumulación de deudas entre compañías de un mismo grupo económico, deudas que tienen las compañías argentinas, ya sea por intereses, regalías, servicios, que hace años que no pueden pagar. Esa cantidad de dinero que está pendiente de pago es muy fuerte», explica.
Este monto acumulado de deuda privada impaga es en parte, consecuencia de los controles cambiarios que dificultan la normalización de la situación. Esto se agrava al considerar que más del 70% del comercio internacional se da entre compañías del mismo grupo económico y que este tipo de deuda implica un saldo negativo para las empresas argentinas. Muchas de esas deudas provienen de costos que no se han deducido en los balances fiscales de las compañías argentinas deudoras, incrementando el impuesto que tuvieron que pagar en estos años. En un contexto de falta de divisas, el problema es significativo.
Ante una eventual devaluación del tipo de cambio oficial, Scravaglieri analiza los posibles escenarios para las empresas que tienen sus activos y pasivos monetarios en moneda extranjera.
«En relación a los activos, con una devaluación hay mayor ganancia, pero con inflación hay una pérdida. El tema es que, si la devaluación es muy abrupta, es probable que genere una utilidad por encima del ajuste de la inflación por el atraso que tiene. Esto, además de ser un contexto difícil, puede obligar a las compañías a pagar un impuesto sobre una ganancia que en definitiva tampoco ven», resume.
En cuanto a los pasivos, destaca: «Los pasivos en moneda extranjera generarán diferencias de cambio negativas. Es tan grande el nivel de los pasivos intercompañía que una devaluación puede generar una verdadera distorsión en los balances. Es decir que los balances no están preparados todavía para reflejar esa distorsión y, si hay una gran devaluación, va a haber que tener medidas temporarias para poder regularizar este tema. Por otro lado, los ajustes correctivos por inflación solamente están previstos para las operaciones en moneda extranjera en Argentina. Quiere decir que, si una compañía tiene en el exterior una tenencia, esa tenencia se revalúa, pero no hay un ajuste correctivo por inflación, lo cual es muy importante».
Sin embargo, no hay que desatender la agenda tributaria internacional: la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) está impulsando un rediseño del sistema tributario internacional a través de dos iniciativas, Pilar 1 y Pilar 2.
«El Pilar 1, que viene bastante demorado, consiste en la creación de un nexo tributario en los países de mercado, es decir, países donde se encuentran consumidores y usuarios, para gravar a las empresas multinacionales que operan desde el exterior sin tener una presencia física. Con lo cual, el dilema que se tiene es cómo sujetar a impuestos a compañías que no actúan en el país, pero que sus consumidores están consumiendo plenamente y las ven como locales», señala.
El Pilar 2, por su parte, busca implementar una tributación mínima a nivel global para las empresas multinacionales, de un tipo impositivo del 15% y con un consecuente impacto en la estructura tributaria nacional.
«El objetivo es desincentivar la utilización de jurisdicciones de baja tributación por parte de los grupos multinacionales. De esta manera, si en alguna jurisdicción la tributación termina quedando por debajo de la tasa efectiva del 15%, algún país en los que tiene presencia el grupo podría terminar cobrando un impuesto complementario. Esto es complejo porque va a cambiar el escenario de incentivos que se dan en muchos lugares para atraer inversiones y reducir impuestos, porque lo que se reduce en un lado, se termina gravando en el otro. Realmente es algo que puede alterar completamente la tributación a nivel mundial. Hay que ver cuál es la reacción de Argentina ante esto», explica Scravaglieri.
El impuesto mínimo aplicará a las empresas multinacionales cuyos ingresos superen los 750 millones de euros de los países. Sin embargo, si bien el acuerdo se aprobó en octubre del 2021 por 137 países y jurisdicciones que integran el Marco inclusivo sobre BEPS de la OCDE y el G-20, todavía no hay una hoja de ruta clara sobre su aplicación inmediata.
Nuevo escenario político y reformas tributarias
La reforma tributaria a partir de «la eliminación y baja de impuestos para potenciar el desarrollo de los procesos productivos» de la actividad privada fue uno de los lemas de campaña del Presidente electo, Javier Milei. En ese sentido, se esperan nuevas medidas en materia tributaria con la nueva presidencia luego del 10 de diciembre.
«Algunos de los ejes que podrían esperarse son la simplificación tributaria, tanto para eliminar o reducir impuestos, como para simplificar el costo de cumplimiento que tienen los administrados actualmente. El actual sistema tributario se fue distorsionando al punto de que ya no es casi ni sistema: es muy difícil entender algunos impuestos, hay confusiones de siglas e impuestos que recaudan muy poco, pero generan un montón de sensibilidad», menciona.
Destaca, además, que es necesario que desde el Estado se revisen los impuestos distorsivos como el Impuesto sobre los Créditos y Débitos Bancarios, el Impuesto de Sellos, Impuesto sobre los Ingresos Brutos, Derechos de Exportación, entre otros.
«En los últimos años hubo creaciones de impuestos extraordinarios que muchas compañías tenían que asumir que no estaban definidos por una ley, sino por una resolución de la propia AFIP y que eran verdaderos impuestos encubiertos. Hay que simplificar el sistema, no se va a recaudar menos por hacerlo. Son dos conceptos diferentes», agrega.
Lo que se viene: inteligencia artificial y automatización de procesos
No quedan dudas de que la tecnología atraviesa transversalmente a todas las industrias y segmentos. El sistema tributario no es ajeno, tampoco, a estas transformaciones tecnológicas que evolucionan a pasos agigantados.
Entre ellas, las industrias ponen especial atención en el impacto que puede tener en el futuro próximo la inteligencia artificial: «Yo creo que lo más importante es que vamos a empezar a ver cosas que no veíamos. La inteligencia artificial nos va a permitir estructurar la enorme cantidad de información con la que trabajamos para obtener datos de campos clave».
Además de la automatización de procesos, la inteligencia artificial va a permitir identificar tendencias, detectar posibles fraudes e infracciones, y mejorar tareas de compliance.
«Va a haber procesos que hoy se hacen manualmente que probablemente sean reemplazados. De esta manera, vamos a dedicar menos tiempo a las tareas repetitivas y nos vamos a poder enfocar en tareas que generen mayor valor agregado», concluye.
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