¿Podía haber un gobierno que funcionara peor que el de Alberto y Cristina?
Ahora cuando vuelva el Presidente, se va a arreglar todo.
Seguramente Javier Milei estuvo al teléfono las 24 horas para que se resuelva la crisis del faltante de Gas Natural Comprimido que dejó sin funcionar a las estaciones de servicio de todo el país por primera vez en la historia según cuentan los más memoriosos del sector.
El frío se anticipó y disparó la demanda energética hogareña antes de que la conducción económica lo tuviera previsto. La demora en llenar a full el Gasoducto Néstor Kirchner por ahorrarse unos US$ 40 millones en obras para terminar las plantas compresoras derivó en la necesidad de salir a comprar de urgencia una docena de barcos de Gas Natural Licuado que posiblemente cuesten US$ 500 millones en total.
Además, cuando este fin de semana se intentó traer de raje uno de Petrobras, acá de Brasil, problemas con el pago demoraron su ingreso al sistema y la orden llegó en la madrugada de hoy a todo el país: se corta el suministro que usan remises y taxis pero también el dispendio a 100 industrias, hasta tanto no se resuelva el asunto.
Se supone, dijo el vocero presidencial, Manuel Adorni, que desde esta noche debería empezar a volver todo a la normalidad tras resolverse la cancelación del embarque que llegaba desde el país de Lula Da Silva, con el que se tejieron tan buenas relaciones que no cabe duda deben haber ayudado para que esto no pase (?).
La gestión de la energía quizás sea de las peores herencias históricas de los gobiernos kirchneristas en sus distintas variantes. El regalo de la luz y el gas por años derivó en el despilfarro de las reservas de hidrocarburos, drenó los dólares del Banco Central y generó una cultura de me-da-lo-mismo frente al uso de la energía que en todo el mundo se cuida como oro.
De arranque, por lo tanto, esta administración tiene margen para no hacer una peor performance en esa materia. Pero los problemas que se vieron en las últimas horas al menos siembran de dudas la capacidad de revertir la situación, o al menos de no empeorarla.
Una mezcla de desidia e incompetencia más el trasfondo ideológico de que el Estado tampoco tiene que ocuparse de tantas cosas generó con la falta de gas otra muestra de lo complicado que es para el gobierno de La Libertad Avanza hacer que los semáforos funcionen.
Ojo, es una frase hecha pero el choque que dejó 90 heridos y un susto enorme en el ferrocarril San Martín a principios de mes fue producto de que justamente no se giró el dinero para reemplazar los cables con los que andaba el semáforo de las vías por lo que fue reemplazado por señaleros humanos que siempre se pueden equivocar. La situación estaba llegando «al límite de lo prudente», habían advertido notas internas desde el área técnica a la jefatura política para que tomaran cartas en el asunto y mantuvieran un sistema andando aún con los miles de problemas acumulados durante los últimos 20 años.
La falta de campañas de difusión antes del pico de casos de dengue, o los problemas en la distribución de alimentos para los comedores populares repiten la misma lógica de mala gestión, torpeza y prejuicio político, y derivan en una respuesta pobre y tarde frente a los problemas concretos al punto que hasta Mirtha Legrand, la diva de los almuerzos que está políticamente mucho más cerca de Milei que los Kirchner, se ha vuelto una voz crítica cada fin de semana porque no cuidan a «la gente».
La salida de Nicolas Posse de la jefatura de Gabinete vino a ponerle esta semana el moño al (no) funcionamiento del gobierno más loco del mundo.
Ok, venimos de uno donde el Presidente y la vice se mataban en público y no se podía comprar una birome por el nivel de internas que había, pero ahora en menos de medio año ya se fueron más de 30 funcionarios recientemente designados mientras aún persisten más de 1800 que fueron nombrados antes del 10 de diciembre.
Los voceros del Presidente, en tanto, dicen tantas cosas para justificar el maltrato en la salida del que supo ser «un amigo» de Milei que han dicho que era lento, pero también voraz, que no gestionaba, pero que también era un pulpo, que le faltaban agallas, pero que tenía una red de espionaje interno. A este ritmo, mañana será Voldemort.
Desde las mismas usinas de chats con el entorno presidencial ahora apareció explícita la desconfianza del jefe de Estado con la vicepresidenta, Victoria Villarruel, de la que nos enteramos que en la Casa Rosada se habla como «bicho cruel». Total normalidad.
En medio del desbande, en el que aún algunos anotan la posible salida de más ministros, todo el Poder Ejecutivo se tuiteó encima para saludar que Karina Milei, «el jefe», llegó a X, donde hasta ahora ha descollado retuiteando con burla y agresión al actor Pablo Echarri, por decir que tuvo que vender dólares.
Se supone que posteó desde Estados Unidos, además, donde acompaña a su hermano en la gira para encontrarse con los principales empresarios que desarrollan la inteligencia artificial, esa tecnología que permite que las máquinas aprendan de los humanos y hasta desarrollen algo así como la capacidad de pensar e interactuar.
De todos los viajes que ha hecho Milei, puede que sea de los más relevantes, por el tipo de agenda que impulsa más allá de que haya o no promesas de inversión concretas. Ojalá supieran en el Gobierno que la Argentina, con dos universidades públicas (la UBA y la de Almirante Brown) y una privada (la de San Andrés) es pionera en el desarrollo de carreras para formar gente para trabajar en esa materia.
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