Plan «No hagan olas», con suba light de tasas y tarifas
Ayer se cumplieron 33 años del día en el que José Luis Machinea, presidente del BCRA, dejó de vender dólares en el mercado financiero, impuso dos días de feriado cambiario para luego iniciarse una frenética suba del tipo de cambio que terminó con la salida de todo el equipo económico encabezado por Juan Sourrouille y en una hiperinflación. Los veranos no fueron los mismos desde entonces en la plaza financiera local.
¿Habrá algún funcionario como Juan Carlos Torre en esa época que hoy esté escribiendo un diario sobre lo que sucede en el Palacio de Hacienda? El libro del ex integrante del equipo de Sourrouille se transformó en un best seller en el mundillo económico doméstico y tiene muchas similitudes, lamentablemente, con lo que hoy sucede en este cuarto kirchnerismo.
Las primeras semanas del 2022 mostraron al «fantasma de 1989» recorrer los pasillos del Ministerio de Economía y del Banco Central. Asustó al gobierno de Alberto Fernández el despegue del «contado con liqui» a niveles de 230 pesos y la escalada en sintonía del MEP y del blue. Desde el presidente hasta Martín Guzmán, y desde ya Miguel Pesce saben bien cómo se dieron los hechos hace 33 años.
El staff del FMI ignoró las amenazas de no pago del gobierno argentino respecto de los vencimientos de hace 10 días. Al fin y al cabo, el 16 de diciembre pasado, el Directorio Ejecutivo mantuvo sin cambios los saldos precautorios que mantiene, pese a los riesgos que presenta para el organismo la pandemia y otro virus crediticio, la Argentina: «La concentración significativa de préstamos hacia el prestatario más grande, cuyo cronograma de vencimientos está agrupado en el futuro cercano» aludió el comunicado oficial hace dos meses sobre el riesgo crediticio que tenía el FMI pero sin necesidad de aumentar los saldos precautorios.
Guzmán logró estirar su supervivencia en el cargo al 22 de marzo como mínimo. Antes del 1 de marzo debe tener cerrado el acuerdo con el staff del FMI. No sirven más los comunicados del estilo «seguimos trabajando». El cronograma oficial apuesta a que antes del 1 de marzo el equipo económico logre cerrar ese acuerdo con el staff. Luego en una semana, siempre según fuentes oficiales, lo debe aprobar Diputados, en otra semana Senadores, y a la siguiente el board del FMI. Todos los tiempos muy ajustados.
Pero así como hay una brecha de más del 100% entre el dólar oficial y el dólar blue, hay otra brecha entre Buenos Aires (Guzmán) y Washington (staff del FMI). El sendero fiscal que se acordara entre las partes con un rojo primario del 2,5% para este 2022 aparenta ser difícil de cumplir para la Argentina. Guzmán debe explicitar cómo llegará a cumplirlo, con qué medidas y supuestos, que sean creíbles y digeribles para el staff del FMI. La presión de países miembros puede existir al staff para que apuren un entendimiento pero no significa que ese staff firme cualquier hoja en blanco al gobierno argentino. De hecho, después de la minigira presidencial a Rusia y a China difícilmente se logre un respaldo de los Estados Unidos.
Para peor, los gestos del gobierno en materia de reducción de subsidios energéticos son mínimos frente a los que se necesitan o requieren para reducir el rojo fiscal. El precio del GNL se multiplicó entre 3 y 4 veces y para abastecer la demanda de gas en invierno los dólares que se requerirán en importaciones serán muy superiores. Con la segmentación en barrios de CABA y conurbano de tarifas eléctricas aún no alcanza.
El BCRA debe en paralelo subir la tasa de interés en pesos por encima de la inflación esperada. Fuentes de la entidad aseguraron que esperarán al dato del IPC de enero que el INDEC dará a conocer el 15 de febrero. Luego, en la reunión de directorio del jueves 17, se dispondrá otra suba de un punto porcentual en la tasa de referencia de las Leliq. ¿Alcanzará para satisfacer al staff del FMI? Difícil. Puede haber algunas demoras en llegar al acuerdo con el staff.
Aún así, quedó claro que este plan «No hagan olas» que implementa el gobierno para llegar al 10 de diciembre del 2023 y espantar a los fantasmas de Machinea de 1989, es difícil de llevar a cabo trimestre a trimestre. Bajar al 2,5% el rojo primario sin contar este año con el Impuesto a las Grandes Fortunas obtenido en el 2021 (0,5% del PBI) es difícil. Es cierto que en teoría los gastos por la pandemia serán menores y eventualmente no habrá, dado que no hay elecciones a la vista como en el año pasado, bonos a jubilados. Otra meta complicada de cumplir para Guzmán y Pesce es la de limitar la emisión de pesos al 1% del PBI este año. En la gira presidencial por Rusia y China no hubo novedades de financiamiento. ¿Cómo hará entonces Guzmán para no emitir y financiar el rojo fiscal? El temor eterno y peligroso es que se busque capturar una vez más la liquidez de los bancos, que no es más que la liquidez de los ahorristas argentinos.
¿Y la oposición, en qué anda tras estas semanas claves que se vienen en lo económico? En primer lugar saben que lo único que tiene que aprobarse en el Congreso es el crédito que dará el FMI eventualmente para pagar los vencimientos con el mismo FMI en los próximos meses. Las medidas que debe tomar el gobierno para cumplir con ese plan, el detalle de las mismas, no es necesario que se apruebe en el Congreso. Aún así, si el Frente de Todos no da quórum para su tratamiento, es muy probable que Juntos por el Cambio tampoco, más allá de los dichos de Elisa Carrió el fin de semana. El kirchnerismo debe jugar primero. Y en función a ello, moverá la oposición. Eventualmente sostienen legisladores de Juntos por el Cambio, aplicando el slogan de «háganse cargo», que el gobierno puede sacar un DNU para cumplir con la ley de Fortalecimiento de la Sostenibilidad de la Deuda Pública. Temporada difícil en el quinto piso del Palacio de Hacienda.
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