Para América latina, el petróleo sigue pareciendo una apuesta más fácil que las energías renovables
Surinam, hogar de una población minúscula y una gran selva tropical, era famoso por ser uno de los tres únicos países del mundo que absorben más dióxido de carbono de la atmósfera terrestre del que emiten. Ahora, el país sudamericano es conocido por otro motivo.
La petrolera francesa Total ha descubierto cerca de 700 millones de barriles de petróleo en alta mar y está evaluando una inversión de u$s 9000 millones, lo que convertiría a Surinam en un importante productor de petróleo.
Lejos de lamentar la pérdida del paraíso, los ciudadanos de Surinam se alegraron en las redes sociales. Chan Santokhi, presidente de la antigua colonia holandesa, le dijo al Financial Times: «Ya se pueden imaginar el estado de ánimo. Por fin… la gente tiene esperanza, hay un futuro brillante para todos».
La carrera por ser el último hombre en pie en las grandes petroleras
Surinam ejemplifica una tendencia. América latina puede ser una de las mejores regiones del mundo para producir energía verde, gracias a sus abundantes reservas hidroeléctricas, solares y eólicas, pero en cambio está aumentando rápidamente la producción de combustibles fósiles.
Kingsmill Bond, de RMI, una organización estadounidense sin fines de lucro dedicada a las energías limpias, lamenta que «la gente lo esté haciendo sencillamente porque aún no ha salido de la mentalidad del Siglo XX de pensar que los combustibles fósiles son la ruta hacia la riqueza», aunque admite que el petróleo y el gas de bajo costo aún pueden tener sentido.
Guyana, vecina de Surinam, está iniciando un boom petrolero en alta mar que convertirá a este país de 800.000 habitantes en uno de los 20 mayores productores mundiales de petróleo en 2026. Su PBI crecerá un 37% este año, según las previsiones del FMI, lo que lo convertirá en una de las economías de más rápido crecimiento del mundo.
Al este, Brasil espera que la misma geología que enriquece a Guyana y Surinam aporte riqueza a sus aguas territoriales.
El ministro de Hacienda, Fernando Haddad, estuvo en Nueva York en septiembre buscando inversiones en energía verde, pero el grupo petrolero Petrobras, controlado por el Estado, se ha comprometido a invertir más del 80% de sus u$s 78.000 millones de gastos de capital en cinco años en exploración de petróleo y gas, y gran parte del resto en refinado.
Los nuevos yacimientos en la desembocadura del Amazonas podrían ayudar a Brasil a alcanzar el objetivo gubernamental de convertirse en el cuarto productor mundial de petróleo en 2029.
Francisco Monaldi, experto en energía para América latina de la Rice University de Houston, señaló que si la demanda de petróleo se estabiliza en los próximos años y luego disminuye lentamente, como indican algunos escenarios, el mundo seguirá necesitando el petróleo de la región. Dado que muchos proyectos tienen costos e intensidad de carbono inferiores al promedio mundial, «no lo veo como una contradicción total», afirmó.
Más al sur, Argentina está ampliando la producción de shale oil y gas de su yacimiento de Vaca Muerta, en la Patagonia, y la Agencia Internacional de la Energía (AIE) prevé una producción récord de más de un millón de barriles diarios en 2028.
Venezuela, con las mayores reservas de crudo del mundo, está revirtiendo años de declive de la producción, gracias a un alivio parcial de las sanciones estadounidenses. En los tres meses transcurridos hasta finales de agosto bombeó 747.000 barriles diarios, un tercio más que hace dos años. La decisión de Washington en octubre de levantar todas las sanciones durante seis meses podría impulsar la producción de Venezuela por encima de 1 millón de barriles diarios, y quizás hasta 1,3 millones de barriles diarios en un año si se mantiene el alivio, según personas con información privilegiada.
Colombia, tercer productor de petróleo de América latina, sigue un camino diferente. La producción está disminuyendo y no se han hecho grandes descubrimientos.
En lugar de fomentar la perforación, el presidente de izquierda Gustavo Petro ha aumentado los impuestos sobre el petróleo y prohibido nuevos contratos de exploración para desintoxicar al país de los combustibles fósiles. La inversión privada en petróleo ha caído un tercio este año y ya hay escasez de gas natural.
El alejamiento de una industria que proporciona un tercio de las exportaciones colombianas podría importar menos si Colombia estuviera construyendo rápidamente su industria de energías renovables. Pero en mayo, la italiana Enel abandonó un gran proyecto de parque eólico en La Guajira tras años de protestas de las comunidades locales.
La debacle ilustra un problema que persigue a los proyectos de energías renovables en América latina: el riesgo político. Puede ayudar a explicar por qué este año sólo la mitad de la inversión en energía en la región se destina a energías renovables, una proporción ligeramente inferior a la de 2019.
«América latina necesita instituciones y una regulación mucho mejores para gestionar los proyectos de energías renovables», dijo Monaldi. «El petróleo y el gas pueden ser de alto riesgo, pero los retornos son súper altos. Las petroleras irán a hablar con [el presidente venezolano Nicolás] Maduro, pero nadie va a construir un parque eólico en Venezuela».
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