No se puede poner dinero en el bolsillo, solo oportunidades
La riqueza se genera, no sale de papelitos de colores. El dinero es solo la representación de la riqueza. Si el dinero funciona correctamente, habrá más dinero cuando haya más riqueza. Pero esta relación no funciona a la inversa. No porque se imprima más dinero habrá más riqueza. Si se imprimen más billetes sin que aumente la riqueza el resultado será que cada peso valdrá menos y nosotros lo percibiremos como inflación.
Por eso la forma correcta de que la gente tenga más dinero en el bolsillo, DE VERDAD, es que aumente la riqueza y no los papelitos de colores. Pero es el sector privado el que genera riqueza, a través de los trabajadores, empresarios y ONGs. El Estado lo que puede hacer es establecer reglas de juego claras, sencillas, transparentes y baratas para maximizar las oportunidades para que el Sector Privado genere la riqueza necesaria.
El empleo y el salario solo pueden crecer cuando crece la economía. En realidad, para que crezca el salario el PIB debe crecer más rápido que la población. O mejor dicho, la producción debe crecer más rápido de lo que aumenta la cantidad de trabajadores. Si cada nuevo trabajador hace que la producción crezca más que proporcionalmente, entonces aumentará la demanda de empleados y eso llevará a un aumento de los salarios. Pero para que esto suceda, cada trabajador debe incrementar su capacidad productiva. En realidad, cada empresa debe hacerlo. Porque la producción es un fenómeno social. Donde entre trabajadores, empresarios, proveedores y capitalistas (incluso, a veces, todo mezclado) se organizan para generar algo cuyo valor es mayor a la suma de sus partes.
El aumento de la producción sin necesidad de que suba la cantidad de gente involucrada se llama crecimiento de la productividad. Para que ello suceda se necesitan varias cosas: más inversión (cuantas más máquinas, herramientas y aparatos haya por trabajador más producirá), más educación (las personas con más recursos mentales, serán más innovadores, resolverán problemas más rápido y podrán seguir procesos más complejos), más tecnología (la tecnología implica un mayor trabajo a un menor esfuerzo) y mejores instituciones (leyes y regulaciones, sencillas y útiles permiten estandarizar procesos a escala nacional, desincentivar comportamientos perjudiciales y reducir márgenes de error).
Por el contrario, si las instituciones son malas, la inversión baja, se restringe la entrada de nuevas tecnologías y no se le presta la debida atención a la educación habrá menos productividad, menos trabajo y menos oportunidades.
De hecho, el salario real es actualmente el más bajo en 15 años, pero también lo es la productividad laboral. La contratación de personal de los últimos años fue hecha principalmente, por el sector público para esconder la caída de la demanda de trabajadores en el sector privado. Pero eso no produjo una expansión de la producción. Por lo tanto, el producto por trabajador en Argentina estuvo cayendo. En los últimos años, la presión tributaria, el cepo cambiario, la inflación, las crecientes regulaciones provinciales, municipales y nacionales, las dificultades para negociar financiamiento externo, la caída del crédito local por el «crowding out» del sector público (cuando el Estado se lleva el crédito disponible) y otras limitaciones, terminan disuadiendo a los empresarios de hacer negocios en Argentina.
Nuestro país no parece brindar muchas oportunidades de negocios y las que hay conllevan mucho riesgo. Eso se traduce en dificultades también para que los trabajadores consigan trabajo o que lancen sus propios emprendimientos o que empresas ya establecidas se lancen a conquistar mercados internacionales (hoy es hasta difícil viajar).
Imprimir más dinero solamente para dar la ilusión momentánea de riqueza, solo llevará a más inflación y a una desilusión posterior aún mayor. Sin contar con el hecho de que el Estado termina actuando como si sus recursos fueran infinitos y no lo son. Todo el dinero del Estado sale de sus contribuyentes que son aquellos que producen.
El Estado argentino no necesita regalarle dinero impreso sin respaldo a la gente, sino facilitarles las cosas y brindarles más oportunidades a sus ciudadanos. Ello requiere mejor educación, mejor justicia, mejor salud, más libertad, más acuerdos comerciales (para abrir nuevos mercados), menos palos en las ruedas regulatorias, impuestos pagables, una moneda estable y mejor acceso al crédito. Todo eso aumenta las chances de éxito de los esfuerzos de los ciudadanos. Imprimir dinero es lo opuesto a esto.
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