El Cronista @cronistacom: ¿Luis Caputo cree realmente lo que dice en público sobre los mercados?

¿Luis Caputo cree realmente lo que dice en público sobre los mercados?

La exposición del ministro de Economía Luis Caputo el martes en la convención de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco) dejó una pregunta flotando en el aire entre los actores económicos, más allá de la defensa que hizo del ajuste del gasto público en territorio de empresarios afectados por el recorte de las obras de infraestructura.

La duda es si el titular del Palacio de Hacienda realmente cree en el diagnóstico que hace público sobre lo que está pasando en materia financiera, justamente el área en el que hizo su carrera en el sector privado y también en la que ha mostrado logros desde que está en el cargo al conseguir evitar una corrida tras la devaluación y achicar la brecha entre los distintos tipos de cambio.

Caputo atribuyó los «ruidos» que se desataron en las últimas semanas, es decir, la baja de acciones y bonos y el despertar de los dólares paralelos a los «ataques» del kirchnerismo que, como «sabe» que al Gobierno le está yendo bien, está desesperado por boicotearlo. ¿Realmente esa es la lectura de lo que está pasando en estas últimas semanas?

Para explicar su tesis, el funcionario se refirió al aumento del dólar blue: «Hablan de que se escapa el tipo de cambio porque se fue a 1300, cuando nosotros llegamos con un tipo de cambio a 1180, por lo que subió 10% nada más. Al Gobierno anterior le subió 20 veces. No hay más periodistas llorando en televisión, se les fue la sensibilidad social en cuatro años. Incluso les alcanzaba para ir a Qatar».

El extrañísimo tono de un funcionario técnico dando argumentos más de redes sociales que de fundamentals de la economía se completa con la idea de que, en su mirada, sería llamativo que hubiera temblores financieros luego de que se difundió la inflación de mayo de 4,2%, un mes que también tuvo superávit fiscal y comercial, todo poco después de que se renegociara el préstamo de China para las reservas que se había heredado del gobierno anterior.

Todos los gobiernos, como los técnicos en las conferencias de prensa, dan explicaciones y motivos o buscan culpables en el contexto que no pueden manejar, pero se supone que luego hacia dentro, pasan en limpio cuáles son los problemas para enfrentarlos. 

Alguna vez Cristina Kirchner y Axel Kicillof le echaron la culpa de todo a «los buitres» o al «campo desestabilizador» o a «Shell». Alguna vez Mauricio Macri se enojó con los votantes porque eligieron a los que lo llevarían a «ser Venezuela». Pero hacia dentro, uno creía que había gente que entendía los problemas posta de cada administración, más allá de los relatos que son eso, relatos.

Ahora lo loco es que Caputo dijo que justamente «habían estado hablando en la reunión de gabinete» de que en medio de tantas variables positivas se daban los ruidos en el mercado, y reveló que compartían que tenía que ver con la reacción de la oposición. Entonces, ¿el diagnóstico que hace en público, entre conspiranoico y simplista, es lo que realmente cree el ministro de Economía?

La inquietud respecto de cómo traduce el Gobierno lo que está pasando se agrava cuando tras la publicación del tradicional documento técnico del staff del Fondo Monetario Internacional, que mechó elogios al programa económico con críticas al manejo del dólar y las tasas de interés, poniendo fechas para la eliminación del dólar exportador y el Impuesto País, el mismísimo presidente Javier Milei eligió atribuir las observaciones a que el director del Departamento del Hemisferio Occidental, el chileno Rodrigo Valdés, es un zurdo del Foro de San Pablo.

Rodrigo Valdés, director para el Hemisferio Occidental del FMI

¿En serio ése es el carril que van a tomar las negociaciones con el organismo internacional de crédito? ¿Siempre la reacción de Milei ante una crítica o advertencia va a ser responder que proviene de «rojos», o de «ensobrados»? ¿Es verdad que la explicación que se da el Poder Ejecutivo para su propia suerte tiene que ver sólo con que los diputados le dan media sanción a un aumento de las jubilaciones o con que un periodista o un economista dicen «che esto me parece que está mal» en un canal de televisión?

¿No hay nada para revisar de la propia estrategia? Por ejemplo, ¿fue sensato bajar las tasas de interés hasta el nivel que bajaron antes del despertar de los dólares paralelos en mayo?

¿No habrá alguien mirando que el momento de la cosecha gruesa está pasando y el Banco Central no acumuló todas las reservas que se suponía cuando se acercan momentos de vacas flacas?

¿No puede haber generado incertidumbre además que tiren por la ventana al jefe de Gabinete, Nicolás Posse, o que hayan renunciado más de 40 funcionarios de rango alto en un gobierno que dejó más de 1800 de la administración anterior?

¿No pega tampoco que el Presidente anuncie que va a entrar al gabinete en un área por ahora difusa nada menos que Federico Sturzenegger, histórico archirrival del actual ministro Caputo?

¿Es una boludez que el FMI empiece a deslizar que ve un atraso cambiario del 30% o que le ponga por escrito al gobierno que no puede seguir manteniendo superávit fiscal a costa de la licuación de las jubilaciones y los ingresos de la población porque podría haber tensiones sociales?

¿No podría algún inversor además considerar que es medio rara la agenda del primer mandatario de líder intergaláctico que lucha contra el socialismo y recibe Martín Fierro medio falopa alrededor del planeta, con discursos que si incluyeran un «gracias Aptra» sonarían menos extraños?

La Argentina es un país difícil. Nadie tiene para sacar pecho viendo cómo se llevó la inflación de 3% en 2003 a 200% el año pasado. La oposición, fingiendo demencia, también juega y si puede se tira y pide penal todo el tiempo para embarrar la cancha. 

La herencia era un quilombo y el Gobierno sumó un poroto grande al conseguir frenar la espiralización de los precios que había tomado un ritmo nunca visto del 91 para acá. Pero gobernar es complicado. Hay cosas que salen y otras que se empiojan. Está bien tener un mensaje para la base o para defender el plano político. La cosa se pone rara cuando ese discurso se toma en serio.

¿Cuál sería la respuesta ante un diagnóstico de que hay un grupo que te quiere voltear como respuesta a todo, con -no sé- Castagneto a la cabeza? ¿Qué hacer si todo es culpa de los medios de comunicación? ¿O de que el comunismo infiltró el FMI?

La respuesta, en las próximas semanas. 

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