Los precios aprovechan la zona gris de la transición y ahora no los ataja ni el Dibu
Se sabía que era una de las dos chances en juego. O se repautaban los Precios Justos con el ministro de Economía Sergio Massa -una vez convertido en presidente-, o se aprovechaba el gris que generaba la transición que se producía en tanto de que Javier Milei fuera quien ganara el balotaje.
La opción que se terminó dando fue la segunda, y las empresas, casi en malón, salieron a presentar el martes -primer día hábil de la semana- a los supermercados aumentos que en algunos casos llegaron al 50%, algo absolutamente improbable tan solo un día antes de la victoria libertaria. Milei, se sabe, no tiene previsto mantener los acuerdos de precios. Entiende que lo mejor es que se muevan acorde a las necesidades, y que entonces nada tiene que hacer un programa que intervenga en el mercado.
En ese sentido se avanzó en las primeras reuniones de transición entre el Gobierno actual y el que llega. Las alimenticias no pudieron todavía imponer esos saltos de hasta 50%, pero sí se llevaron varios puntos extras, uno de los pedidos que habían realizado los técnicos de La Libertad Avanza durante las reuniones de transición, de modo de ir acomodando el escenario y en todo caso tener que hacer frente a saltos menos bruscos de los que se vendrán.
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Lo que queda por ver, entonces, es qué pasará a partir del 10 de diciembre, si es que no ocurre antes. Las empresas no tienen problemas en reconocerlo: lo que no se pueda hacer antes de esa fecha, se hará después. Incluso, nada indica que ese intento por hacer correr listas con aumentos más allá de lo previsto no se repita.
De alguna forma, sin embargo, lo que ocurrirá es que se blanqueará lo que ya desde hace tiempo se ve en los pequeños almacenes, y donde los programas de ajustes de precios jamás llegaron. Aquí, hablar de subas que corren a velocidad luz es algo de todos los días.
De esta carrera no se puede sacar a otros sectores como los combustibles y los medicamentos. Los primeros estuvieron congelados hasta hace poco, y los segundos se movieron cerca de un 30% en los últimos días. Y aquí hay un dato interesante. Apenas días antes del balotaje, los fabricantes de medicamentos se opusieron a poner un tope a sus planillas.
El riesgo -o la certeza- es que esto no colaborará con enfriar la inflación, sino todo lo contrario. Milei lo sabe y pareciera estar dispuesto a cargar con eso. «Los precios se van a disparar y no los ataja ni el Dibu», graficaron en una alimenticia. Al menos intentan ponerle algo de gracia al asunto.
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