Las razones de Milei para no pactar con los gobernadores, un secretario en apuros y el sermón más duro
Hasta que no haya muertos por hambre Javier Milei negará el efecto de las políticas libertarias como lo hizo ante un movilero de TV. En Córdoba no se salió del libreto previsto, contuvo su enojo por la crítica homilía matutina pero admitió que los últimos cinco meses «han sido muy difíciles para la mayoría de los argentinos que heroicamente están poniendo el cuerpo».
Desde su mesianismo y su teoría económica está convencido de que el país empezará a recuperarse justo antes de una posible tragedia social que por ahora el Gobierno ve encapsulada a situaciones particulares como la de Misiones.
A Milei lo animan desde el triángulo del poder que comparte con su hermana Karina Milei y el ideólogo de la batalla cultural, el joven Santiago Caputo. Volvió a demostrarlo en el acto por el 25 de Mayo cuando festejó desde el Cabildo cordobés abrazado a la secretaria general, evitó el saludo con el casi echado Nicolás Posse, hizo vivar al ministro de Economía, Luis ‘Toto’ Caputo y leyó su discurso con apenas mínimas improvisaciones.
Abajo dejó a su compañera de fórmula, Victoria Villarruel, que despliega su espíritu dialoguista y busca convencer a algunos senadores que tienen la llave para las leyes mileistas.
A los políticos Milei les da la espalda. Apenas los mencionó por sus cargos y nada más, incluso al feliz anfitrión Martín Llaryora que como gobernador se ubicó junto al gabinete nacional y celebró las bromas del jefe de Estado a pesar de haber sido víctima de silbidos que el Presidente no calló. Desde el llano en cambio alentaron al Presidente con gritos a favor de la Ley Bases y un «no vuelven más» dedicado al peronismo. Hubo libertarios que festejaron también pero por la represión a sindicalistas que protestaban contra el acto.
Disciplinado, contenido y seguramente con ensayo, Milei puso la otra mejilla en la Catedral Metropolitana -como antes Alberto Fernández, Mauricio Macri o Néstor y Cristina Kirchner- y no respondió al arzobispo Jorge García Cuerva cuando fue su turno en un mensaje difundido por cadena nacional desde la Plaza San Martín en La Docta.
Los Kirchner y Francisco
Antes de ser Papa Francisco el excardenal Jorge Bergoglio fue el dirigente más opositor al kirchnerismo. El único con poder y valentía de palabra en un momento en que el Frente para la Victoria arrancaba su década de romance con los argentinos. También fue duro su sucesor, monseñor Mario Poli, aunque en su caso permitió al expresidente Fernández que hiciera uso de la palabra para una despedida.
Veinte años atrás, en la primera homilía del gobierno nestorista, Bergoglio cuestionó «el exhibicionismo y los anuncios estridentes». El año siguiente Néstor Kirchner lo desairó y no hubo tedeum. Los siguientes tres años encargó a su secretario de Culto, Guillermo Oliveri, la mudanza de la celebración a Santiago del Estero, Salta y Bariloche.
Recién con el triunfo de Cristina Kirchner volvió a haber tedeum en la Catedral Metropolitana aunque el vínculo se mantuvo frío. El conflicto del campo y las duras palabras del jefe de la Iglesia católica en el país no ayudaron a la reconciliación. Tampoco el talante cristinista. Bergoglio pedía terminar con la «crispación social», los «delirios de grandeza», el «escándalo de la pobreza» y «las ambiciones desmedidas» aunque su mensaje siempre debió descifrarse entre líneas por su estilo intrincado y metafórico.
Ungido como Santo Padre, Bergoglio devino en comprensivo confidente de Cristina Kirchner que hizo un inteligente acto de contricción. Juntos reconstruyeron un vínculo amigable que se mantiene hasta estos días.
Este sábado quien quedó en el centro de las críticas eclesiásticas fue Javier Milei a quien Jorge García Cuerva dedicó un duro sermón sin eufemismos. Discípulo tardío del Papa, con un pasado juvenil en la JP de San Isidro, el cura nacido en Santa Cruz apuntó al ajuste libertario y un poco al resto de la política.
Aunque nadie se atrevería a atribuirle ese mensaje al Papa Francisco por primera vez el Santa Padre no saludó al pueblo argentino en un día patrio. Tampoco envió una esquela el secretario de Estado, Pietro Parolin
El duro mensaje de un excura villero
Quienes lo frecuentan no se sorprendieron con las palabras tan directas de García Cuerva, un excura villero que ya había dicho cosas parecidas en un reciente homenaje a Carlos Mugica en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. No ayudó tampoco el cuestionado secretario de Culto, Francisco Sánchez, que después de recibir un llamado del ministro del Interior, Guillermo Francos, regresó el jueves a Neuquén, como hace cada semana y a pesar de la fecha patria.
A Sánchez no sólo se lo mira con resquemor por el viaje privado a España que pagó Cancillería. También por sus planteos fuera de agenda -según la explicación de Francos- respecto a una posible derogación del matrimonio igualitario, el divorcio y el aborto.
Incluso hace poco monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro y titular de la Comisión Episcopal Argentina (CEA) dejó de atenderle el teléfono. A los oídos del prelado llegó un chisme que lo molestó: Sánchez había criticado al obispo por hablar de la pobreza y no pedir la marcha atrás de la interrupción voluntaria del embarazo.
El secretario de Culto también está distanciado de la canciller Diana Mondino, en los hechos su jefa. Y generó aún más incomodidad su viaje de una semana a Azerbaiyán, en coincidencia con la conmemoración del genocidio armenio en manos de esa nación.
Con su homilía García Cuerva asumió un rol que ocupan Cristina Kirchner y el gobernador Axel Kicillof mientras el resto de la dirigencia opositora se diluye o reconfigura. El PRO y una parte del radicalismo se confunden en las ideas libertarias mientras que gran parte del peronismo sigue deslegitimado por la historia reciente.
En ese contexto Milei podría haberse mostrado con gran parte de los gobernadores que gustosos lo hubieran acompañado en Córdoba Capital. Incluso muchos hubieran firmado el Pacto de Mayo al que convocó el Presidente en la Asamblea Legislativa del 1° de marzo.
Sin embargo Milei canceló la rúbrica pero no el acto y convocó a una movilización a su favor con el único motivo de dar un discurso en el que anticipó una reversión del Consejo Económico y Social. Como todo, condicionó ese «Consejo de Mayo» a la sanción de la Ley Bases y del Paquete Fiscal. Si no domestica a los políticos los prefiere lejos y dándole excusas o argumentos para pedir el voto a favor de La Libertad Avanza en las Legislativas que tendrán lugar el próximo año.
Milei necesita confrontar y mostrar que no tiene apoyo. ¿Si lo tuviera por qué los argentinos habrían de votar a La Libertad Avanza en el 2025? Si en el Congreso no logra sus objetivos podrá convocar al voto popular contra la «casta». «Hagan lo que quieran con la Ley Bases, si no la votan la votaremos el 11 de diciembre del próximo año», repitió varias veces el jefe de Estado mientras su hermana lanza una campaña de afiliación y arma la estructura partidaria en paralelo al incremento de su poder interno.
Frente a ese escenario, en lugar de alumbrar un Pacto de Mayo el Presidente recibió un tirón de orejas desde el púlpito en la voz de monseñor García Cuerva.
«El pasado nos enseña que todo lo que amamos se puede destruir en base a la instrumentalización y el odio, ya que priva al cuerpo social de las defensas naturales contra la desintegración y la fragmentación social: rédito instantáneo para los saqueadores de turno e incapacidad presente para pensarnos como Nación. Hay pocas cosas que corrompen y socaban más a un pueblo que el hábito de odiar», apuntó el religioso directo al jefe de Estado.
Después de que Milei defendiera sus dogmas, incluso frente a críticas de economistas de derecha, el religioso pidió una «alianza social para la esperanza, inclusiva y no ideológica»; advirtió que «nuestra gente está haciendo un esfuerzo muy grande, no podemos hacernos los tontos»; y criticó los «auto aumentos de sueldos» en referencia a los legisladores.
Lo dicho, García Cuerva no disimuló su posición y buscó interpelar frente a frente al Presidente. Preguntó directamente «¿qué estoy haciendo por los más pobres y los que sufren, podremos mirarnos y responder esa pregunta sin echar culpas como adolescentes, si no desde la responsabilidad de hacernos cargo?». La transmisión oficial evitó mostrar en ese momento la reacción del Presidente.
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